Revista Expatriados

Hamid Karzai y Ngo Dinh Diem (1)

Por Tiburciosamsa

Si hay un líder del siglo XX que me haga pensar en Hamid Karzai, ése es el survietnamita Ngo Dinh Diem. En 1954, tras los Acuerdos de Ginebra, EEUU se encontró con un Vietnam del Sur en caos, que parecía que podría caer en cualquier momento en manos de los comunistas. EEUU necesitaba un hombre providencial que diera cohesión al país y corrigiera el rumbo. Ese hombre providencial fue Ngo Dinh Diem. 51 años después EEUU se encontró con otro país sumido en el caos, en este caso Afghanistán, y también pensó que necesitaba un hombre fuerte que diera cohesión al país. Ese hombre fue Hamid Karzai.

Cuando cayeron los talibanes a finales de 2001, EEUU se encontró con que no había tantos líderes afghanos con los que tuviera contactos estrechos. Durante los años de la lucha contra los soviéticos, EEUU había actuado por intermedio del ISIS pakistaní que era quien había desarrollado contactos directos y personales con los líderes afghanos. Más tarde, EEUU se había desinteresado de Afghanistán y no había cultivado suficientes contactos con la oposición antitalibán. Cuando se produjeron los atentados de 11-S, EEUU estaba intentando reparar esa negligencia imperdonable y ya llevaba algunos meses cortejando a los líderes de la Alianza del Norte. En la ira inmediata por los atentados, EEUU actuó con un objetivo y medio en la cabeza. El objetivo era derribar el régimen talibán. El objetivo medio consistía en que la broma no le saliera demasiado cara. Fue sólo muy al final de la guerra, cuando sus aliados ya habían tomado Kabul y Kandahar que EEUU se dieron cuenta que algo tenían que hacer con ese carajal que habían heredado.

El 27 de noviembre de 2001 tuvo lugar en Bonn una conferencia organizada por NNUU para elegir al nuevo gobierno interino de Afghanistán. Los principales candidatos para dirigir el nuevo gobierno eran, aparte de Karzai:

- Sibghatullah Mojaddedi, miembro del influyente y bastante masacrado clan de los Mojaddedis, que eran los líderes de la secta sufí Naqshbandiyah en Afghanistán. Mojaddedi había sido el líder del Frente de Liberación Nacional Afghano. Moderado y enemigo de los radicales religiosos, en su contra jugaba su edad: 72 años.

- Pir Sayed Ahmed Galiani, líder del Frente Nacional Islámico de Afganistán, leal al ex-Rey Zahir Shah. Era básicamente pro-occidental y abogaba por un Estado islámico laico (sí ya sé que suena contradictorio, pero el poder de Dios está más allá de las contradicciones idiomáticas). Galiano era el candidato preferido de Pakistán y tenía muchos números para convertirse en el líder del nuevo gobierno.

- Abdul Satar Sirat, ex-Ministro de Justicia en el antiguo Gobierno real y el candidato preferido por el ex-Rey Zahir Shah. Pertenecía a la minoría uzbeka, lo que puede considerarse una ventaja o un inconveniente, según se vea. La ventaja es que escogerle mandaría el mensaje a las minorías de que no debían temer verse sojuzgadas por los pashtunes. El inconveniente, que la mayoría pasthún que había sido pro-talibán hasta dos días antes podría ser reacia a aceptarle.

- Burhanuddin Rabbani, líder de Jamiat-e Islami, una fuerza islamista moderada partidaria de un Estado religioso. Rabbani presidió Afghanistán en el período que medió entre la caída del régimen procomunista en 1992 y la entrada de los talibanes en Kabul en 1996. Pertenece a la minoría tayika. En Bonn la única persona entusiasmada por ver a Rabbani presidiendo el nuevo Afghanistán era el propio Rabbani. Los líderes de la UE, EEUU y hasta el propio Irán le pidieron que retirase su candidatura. Un misil norteamericano despistado que cayó cerca de su casa en Afghanistán terminó de convencerle de que sería mejor para su salud olvidarse de la presidencia del país.

Desde antes de que se iniciase la Conferencia, EEUU había decidido que Karzai tenía que ser el nuevo líder del país. Presentaba varias ventajas. Era un líder del clan pashtún de los popalzai. Dado que los pashtunes eran mayoría en el país y que la base de apoyo de los talibanes habían sido los pashtunes, lo más inteligente era escoger a alguien de esta etnia. Era moderado, laico y opuesto al terrorismo y al extremismo. No tenía sangre en las manos, lo que es mucho decir en Afghanistán, y tenía pocos enemigos. Había estudiado en Estados Unidos, donde, además tenía residiendo a varios de sus hermanos. Sabía hablar un lenguaje que los occidentales entendía y, para rematar, vestía con mucho estilo.

En algunos sitios se ha dicho que en la elección de Karzai jugó otro factor: que había sido consultor para UNOCAL y, dado el interés norteamericano en construir un gasoducto que atravesase Afghanistán, resultaba muy interesante tenerlo como líder en Kabul. Tanto UNOCAL como el propio Karzai han negado con insistencia, que éste haya sido nunca un consultor de la compañía. Parece que la historia de los presuntos lazos entre Karzai y UNOCAL arranca de un artículo publicado en “Le Monde” el 6 de diciembre de 2001. No he podido encontrar el artículo, así que no sé cuáles eran sus fuentes. En principio considero la historia como un rumor sin fundamento.

La elección de Karzai recuerda también a la de Ngo Dinh Diem. En ambas, lo que pesó en último extremo fue el interés norteamericano en contar con un interlocutor fiable y capaz de dar solidez a un país que parecía que se estaba resquebrajando. Más en el caso de Ngo Dinh Diem que en el de Karzai, se escogió a un líder que encandilaba a Occidente, sin preguntarse si tenía el mismo atractivo para sus compatriotas.

La situación de partida para Karzai no podía ser más difícil. Afghanistán no había conocido un gobierno unificado desde hacía más de 20 años. Tenía que lidiar con unos talibanes que no habían sido completamente eliminados en el sur y con unos señores de la guerra, cuya disposición a someterse a un gobierno central era escasa. En un país donde el poder se mide en bocas de fusil, Karzai carecía de un ejército propio. Peor todavía, en un país orgulloso de su independencia, Karzai llegaba a bordo de un avión norteamericano. Para terminar de complicar las cosas, el día que tomó posesión, aviones norteamericanos atacaron por error a una caravana que se dirigía a la ceremonia y mataron a sesenta civiles.

La población afghana acogió a Karzai con esperanza. La paz, las perspectivas de reconstrucción y el haberse deshecho de los talibanes invitaban al optimismo. Sin embargo, la comunidad internacional no estaba preparada para aportar los recursos necesarios para la reconstrucción del país. Peor todavía, EEUU ya se estaba preparando para la guerra de Iraq y no quería que Afghanistán le distrajera de su principal objetivo. EEUU prefirió una aproximación militar y pragmática: que Karzai fuese la imagen pública del nuevo Afghanistán y su poder real se limitase a Kabul y alrededores, mientras que el resto del país era controlado por una serie de señores de la guerra que tenían los medios necesarios para garantizar un control real sobre el terreno y rendían pleitesía de boquilla a Karzai.

A pesar de la falta de visión a largo plazo de los países occidentales y de la debilidad de Karzai frente a los señores de la guerra, en los dos años siguientes a la caída de los talibanes se lograron muchas cosas. Sólo cabe lamentarse al pensar todo lo que habría podido conseguirse con más medios y si se hubiera tenido claro que el objetivo último era reconstruir Afghanistán y convertirlo en un Estado viable. Se introdujo una nueva divisa y se creó un sistema impositivo nuevo. En 2002 millones de niños afghanos fueron por primera vez a la escuela después de muchos años, gracias a un programa establecido por UNICEF y USAID, que permitió el funcionamiento de 4.600 escuelas, después de años de incuria por parte de los talibanes. De los niños que acudieron a la escuela, el 45% eran niñas. En tiempos de los talibanes las niñas representaban el 0% de todos los escolares. Dos de los cinco millones de refugiados afghanos regresaron al país. Hubo una explosión en los medios de comunicación: para 2005 funcionaban 350 publicaciones, 42 estaciones de radio y 8 televisiones privadas. Y, lo más importante, es que los periodistas podían trabajar con una relativa libertad. Se estableció el Programa de Solidaridad Nacional en colaboración con el Banco Mundial, por el que se establecieron comités en los distintos distritos para que decidieran sobre las prioridades de desarrollo en sus áreas. Se construyeron carreteras y se mejoró la electrificación del país.


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