Sucedió hace hoy nada menos que 25 años. No es que me acuerde muy bien, después de todo, yo era muy pequeña también. Pero recuerdo que era un lluvioso día de Junio, y que toda la familia estaba allí para darle la bienvenida al mundo. Era pequeñita, y bastante mona, como todos los bebés. Pero lo más guay de todo, es que la vida se volvió algo menos aburrida, porque ahora tenía una hermanita. Alguien con quien jugar, con quien compartir mis cosas, y también, a quien picar a veces un poco, que para eso era yo la mayor (aunque con el tiempo se volvió mucho más espabilada que yo para esas cosas) Cecilia nació con una pequeña luxación de cadera, así que, durante los primeros meses, tuvo que llevar un aparato un tanto complicado para corregir ese problema. Según mi madre, era difícil cambiarle el pañal con ese rollo. Y como ponía las piernas en una graciosa postura, la llamábamos ranita. Era una niña tranquila, que no daba guerra (no como yo que según parece, era un bichejo) Pronto, dejó de llevar el aparato, al quedar su problema solucionado, aprendió a andar y a hablar y se vino conmigo. Dormíamos juntas. Al principio era un martirio, echaba de menos la cuna y no paraba de llorar. Tampoco quería ir al cole, no sé si pensaba que la dejaríamos allí abandonada, pero el caso es que lloraba también. Pero mi madre se mostró firme, y enseguida se acostumbró a la vida de niña más mayor. En nuestro cuarto, nos quedábamos hablando hasta tarde, o ya un poquito más grandes, oíamos la radio por la noche, la que me regalaron por mi comunión. Allí, jugábamos con nuestras Barbies, que vivían todo tipo de aventuras, o con los clicks de Playmobile, o a los juegos como Hotel o Scarttergories. Al primero solía ganarme ella, era buena comprando hoteles. Al segundo, ganaba yo más a menudo, ya sabéis que las palabras son mi terreno. Nuestro otro templo era la sala de estar, que hoy en día es su cuarto. Allí, veíamos pelis y dibujábamos los fines de semana mientras nuestros padres se echaban la siesta en el salón. Los sábados, tocaba visitar a los tíos, y jugar con mis primas mientras los mayores tomaban algo y veían un partido o alguna peli. Al volver a casa, mis padres se maravillaban de que aún nos quedaran energías para seguir haciendo el tonto, y nos preguntaban cómo no se nos "gastaban las pilas". Yo me reía con eso, porque me imaginaba que tuviéramos una ranura para pilas, nos veía a mi hermana y a mí como dos robots, engrasándonos y cambiándonos la batería la una a la otra. Y el verano... ¡¡eso sí que era lo mejor!! Los largos días sin cole, viendo dibujos en el sofá, peleándonos por quien le tocaba bajar si mamá mandaba ir a por el pan. De las piscinas no había quien nos sacara, las dos adoramos el agua y nos podíamos pasar horas en remojo. Y en la playa, siempre nos preguntábamos porque Ceci tenía la absurda manía de rebozarse en la arena cual croqueta justo antes de irnos, con la rabia que le daba a mi madre (por qué luego no había quien le quitara la arena) y a mi padre (por qué dejaba el coche guapo de porquería) Pero el verano era para nosotras, con las excursiones en familia, las noches jugando al fresco en el parque, la piscina, o patinar. Era para disfrutarlo y pasarlo bien. En general, creo que disfrutamos juntas de una buena infancia.
Yo con mi nueva hermanita. Se observe el conejito rosa, típico muñeco que nunca se cae, y al que llamábamos "muñeco tonto". Según mi madre, se encargaría de abrirnos la puerta si alguna vez papá olvidaba las llaves.
Aquí, nuestros ponies disfrutan de una sesión de spa con baño de barro nutritivo en la playa. ¡Que suerte la suya!
Payasete por Carnaval
Foto del cole. ¿A que sale mona?
Baila, baila, baila bailarina. ¿A qué tiene porte?
En remojo, como siempre.
Pero el tiempo pasó, y fuimos creciendo. Con los años, aquella niña se ha convertido en la joven mujer que veo ahora. Su dulzura se reforzó con un carácter tan fuerte y obstinado como el mío, por eso cuando discutimos, ambas queremos siempre llevar la razón. Sin entrar en cosas tan personales, hemos pasado por mucho en nuestra familia, y a cada una nos ha afectado de una manera. Cecilia tiene un gran carácter, pero en el fondo, es seguramente una de las personas más buenas que se puedan imaginar. No soporta la hipocresía, ni puede con las injusticias, de ahí que haya escogido la carrera de trabajo social, con la intención de hacer cuanto pueda en su trabajo para hacer un mundo un sitio mejor. Adora a los niños y los animales (sueña con tener un bulldog francés al que llamar Pierre) Valora la cultura, eso lo hemos bebido ambas. Le encantan la música y el cine, por eso vamos mucho juntas. De su etapa de hacer ballet, le ha quedado una pasión por la danza que aún le duda, y que seguramente, durará siempre.También le encanta leer, como a mí, porque siempre hemos visto a nuestros padres con libros en la mano, y de ellos esta nuestra casa llena. Y es una excelente cocinera, que queréis que os diga. Tenemos nuestras diferencias como todos los hermanos, y podemos pasar una tarde entera sin hablarnos por haber discutido. Pero también, podemos pasarla entera riéndonos de cualquier tontería, y en ocasiones, parece que nos leamos la mente. Son muchas las veces que una acaba una frase de la otra, o que sabe por mi cara que no me apetece ir a tal sitio, o sí lo que quiero es pedir una pizza y no hacer cena, que me da pereza. Creo sin lugar a dudas que es, seguramente, la persona que mejor me entiende. Así que, muchas felicidades en tu cumple, hermanita, y que cumplas muchos más. ¡¡Besitoss muy gordos!!