Revista Comunicación

Haz que cada día cuente.

Por Marperez @Mari__Soles

Hoy puedo ir a dormir feliz por haber vivido este día, por haber conocido a tantas personas buenas a lo largo de mi vida y por tener la gran suerte de formar parte de una cadena de relaciones de amistad llenas de respeto, comprensión y generosidad.http://mariadelmarpg.weebly.com

Esta noche leí un artículo de un autor norteamericano que tiene un blog desde el que pregona a los cuatro vientos el inminente colapso económico a nivel mundial. Según él, estamos viviendo los dolores de parto de la próxima Gran Depresión. Los medios de comunicación anti-americanos ya se están haciendo eco de sus pronósticos y empiezan a darle publicidad a sus obras. También leí que la segunda caja negra del avión siniestrado en los Alpes que dejó alrededor de 150 víctimas mortales la semana pasada confirma que el siniestro fue producto de la intención del piloto. En otro sitio, vi que los familiares de los casi 150 estudiantes asesinados en Kenia aún estaban esperando que se les entregaran sus cuerpos para poder llevarlos a su último descanso. Las noticias nacionales no mejoran el panorama y las locales, la verdad, menos aún. Otra víctima de violencia de género (seis ya esta semana, dicen las cuentas oficiales, que ya ni siquiera citan a las de semanas y meses anteriores, no vaya a ser que se den cuenta los/as votantes…). Más casos de corrupción. Más juzgados con actitudes sospechosas. Más leyes restrictivas. Más paro, más desahucios, más desapariciones, más recortes en sanidad, más tristeza, más impotencia, más impunidad, más y más porquería. Niños que ni siquiera pueden comer durante esta semana porque cierran los comedores escolares. Enfermos que no pueden tratarse porque les niegan ese derecho. Otro listado de medicamentos genéricos que dejarán de recetarse. Todo parece oscuro, absurdo, triste, sucio, ruin. No me extraña que vayamos hacia una Gran Depresión; lo que me extraña es que no estemos ya en ella.

Pero en medio de esa niebla siempre hay una luz: la que tú, yo y muchas otras personas seguimos intentando mantener encendida, día tras día, a pesar de que cada vez parece que cuesta más.

Por eso hoy, a pesar de todo eso, me siento un poco más feliz que ayer.

Soy de las que piensan que en las peores situaciones es en las que realmente descubrimos quiénes somos realmente y quiénes nos acompañan o nos rodean.

Cuando todo va bien, flotamos sobre una balsa en un lago de aguas mansas, y no nos damos cuenta de lo que subyace bajo la superficie. En cambio, cuando hay mar de fondo… ¡entonces, es cuando la verdad se revela! Cuanto más dura es la prueba, mayor será el descubrimiento que nos muestre. Así es siempre. Algunas veces no nos gustará lo que surja; otras, en cambio, nos sorprenderá muy gratamente y la mayoría, simplemente, será una mezcla de ambas.

Eso es lo que me está sucediendo ahora: con motivo de la situación que estamos viviendo en mi familia, estamos descubriendo qué clase de sentimientos tenían hacia nosotros muchas personas. Lo mejor de todo es que aquellas que elegimos voluntariamente para que formaran parte de nuestras vidas no solo no nos están fallando, sino que están ayudando en todo lo que pueden y más. Y, además, algunas, lo hacen agradecidas por otros favores que les hicimos en el pasado, y seguimos recibiendo, al mismo tiempo, peticiones de ayuda de otras partes.

Ya sé que me repito mucho, y que suena infantil y tonto y cursi y todo lo que quieran, pero no me canso de decirlo:

la magia existe, la conozco, la vivo cada día y solo depende de la voluntad de cada cual conseguir que se manifieste y que podamos reconocerla. Cuando abrimos la puerta para que llegue a nuestra vida solo tenemos que recordar que formamos parte de ella y que, para que pueda actuar, debemos convertirnos en canales por los que pueda fluir: aprender a dar, recibir, agradecer y soltar. Pero también, y es muy importante, hay que saber cerrar la puerta de atrás por la que se cuelan los y las ladrones/as que nos roban la energía, la alegría y las oportunidades. En cuanto nos posicionamos de esa forma, todo vuelve a funcionar: recibiremos lo que hayamos sembrado y nos surgirán, al mismo tiempo, nuevos campos en los que seguir sembrando. 

Hoy tengo muchísimo que agradecer, porque he servido de canal receptor y dador al mismo tiempo y con dos fines diferentes (y no hablo solo de dinero, aunque también) y ambos me han ayudado, también a mí, a sentirme un poco mejor conmigo misma y con mi función en este mundo. La gente buena está en todas partes, pero la malintencionada también. No podemos evitar que nos traicionen, nos engañen, nos critiquen o nos fallen cuando los necesitamos, pero sí está en nuestras manos saber cómo responder para mantenernos en nuestro sitio y que no vuelvan nunca, jamás, a tumbarnos. No sin resistir. No sin defender nuestra dignidad, nuestro trabajo personal previo de toda una vida. Pueden herirnos, pero no debemos rendirnos ni seguirles el juego. Tenemos toda una vida por delante, que puede ser larga o corta, pero es nuestra, y hemos llegado hasta aquí gracias a nuestro esfuerzo y el de muchas otras personas. No estamos solos/as, así que lo mejor es no perder el tiempo con quien quiera robárnoslo y tenemos que agarrar muy fuerte las manos de quienes van por nuestro mismo camino: hacia adelante.

La vida puede llegar a ser muy triste y angustiosa cuando nos equivocamos de compañías. Pero, si tenemos las adecuadas, las que avanzan y permiten avanzar, entonces, todo puede ser muy diferente, incluso cuando nos toca vivir algo que nos parece tremendamente difícil. Esto va para algunas personas con las que he hablado estos días, aunque no sé si me leerán:

recuerden quererse mucho, recuerden cuánto han construido con sus vidas desde que nacieron hasta hoy, y no olviden nunca dónde quieren estar mañana. Elijan siempre con todo eso muy presente. Hay sacrificios que puede parecer que nos rompen el corazón cuando, en realidad, nos lo están salvando.


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