ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.¡Hoy es mi estreno! Comenzaré por presentarme. Soy Mariano González y hasta ahora he participado en Discos, Música y Reflexiones en calidad de lector del blog y de contertulio en los programas radiofónicos. Bien, ahora debuto como partícipe a la hora de publicar los post de análisis de discos y lo primero de todo, como es de ley, es agradecer al dueño de esta bitácora que haya confiado en mí para esa tarea. Muchas gracias, por lo tanto, a mi buen amigo Víctor Prats por esta oportunidad, espero que lo que pueda escribir esté a la altura del blog y que nuestros lectores puedan disfrutar tanto como yo escribiendo. De momento hoy empezamos con un grupo que ha venido creciendo conmigo: Héroes del Silencio. Puedo decir que mi primera experiencia tecleando ha sido gratificante. Espero que les guste.
La mayor parte de las objeciones a Héroes Del Silencio suelen estar relacionadas con su tendencia al exceso o a la exageración en sus canciones, de tal modo que para sus detractores sus melodías no son más que exhibiciones de épica y teatralidad sin mucho poso. Si bien no tiendo a idealizar a mis artistas predilectos y no trato de esconder sus defectos (la arrogancia por ejemplo, otra de sus populares características), he de decir que su faceta más excesiva sí que me suele suscitar interés.
De ahí que haya elegido “El Espíritu Del Vino”, su tercer álbum, como disco a comentar; es su disco más ambicioso, grandilocuente y exagerado. Se nota en la longitud del tracklist (16 canciones), en la duración de algunas canciones y en el tono general en que está ejecutado. Hablando de la ejecución, una característica fundamental del disco es el notable endurecimiento de las guitarras respecto a álbumes anteriores de tal modo que muchas de las canciones beben directamente del hard rock. Ya se podía intuir algo en el disco anterior (“Senderos De Traición”, 1990) y concretamente en temas como “Entre dos tierras” y “Decadencia”, si bien al productor de ambos discos, Phil Manzanera, no le agradó del todo este viraje a sonidos más duros.
Hablando de su disco anterior, no se puede ignorar que había supuesto un triunfo comercial; había dejado dos clásicos del rock español (“Entre dos tierras y “Maldito duende”) y empezado a abrir el mercado fuera de España. Uno de los hombres clave de ese éxito bien pudiera ser el ya mencionado Phil Manzanera, guitarrista del Roxy Music y también productor en España de algunos discos de, por ejemplo, Elefantes y Antonio Vega. Consiguió una producción más directa, particularmente en lo que a bajo y batería se refiere, y acercarse más al sonido que la banda tenía en directo. Una de las quejas del grupo, respecto del primer disco “El Mar No Cesa” de 1988 (que me parece bueno, por cierto), era que no conseguía captar la energía de los conciertos. En cualquier caso “Senderos De Traición” sigue siendo una referencia del rock patrio.
Uno de los atractivos del disco es que aguanta sucesivas escuchas sin apenas desgastarse, fruto sobre todo de una composición más intrincada y compleja que hace que las canciones dispongan de múltiples recovecos muy difíciles de captar en solamente unas pocas escuchas. Tanto es así que de cara a la gira el grupo decidió contratar a un guitarrista adicional, el mexicano Alan Boguslavsky, para poder ejecutar más fácilmente los complejos arreglos de guitarra del disco. Además es un LP que se muestra versátil y arroja variedad en su música. Podemos encontrar arreglos árabes, hindúes, cuerdas, baladas a base de piano… No solamente de rockers vivían los Héroes.
El disco, por otra parte, tiene ciertos toques esotéricos en varios aspectos. Por un lado si nos fijamos en el artwork del disco y más concretamente en libreto, vemos que cada canción tiene asociada un dibujo a modo de carta de tarot (o más bien símbolos). Incluso en las letras se hace mención a elementos más o menos ocultistas: posos del café, las líneas de las manos, magia chamán, etc. Si a todo esto le sumamos la voz cavernosa de Enrique Bunbury, y cierto oscurantismo musical el resultado final desprende algo de “goticismo”. Mencionar también la portada, en la que sale la calle Alfonso de Zaragoza distorsionada por una bola de cristal color vino. Existió una edición especial donde el álbum venía acompañado con una botella de vino.
Haciendo un poco de hincapié en las letras, es patente desde las primeras escuchas que el tono barroco del disco también les afecta a ellas. Ya de por sí desde sus más tiernos inicios el grupo ha mostrado inclinación a la simbología, siendo este disco el más enigmático e impermeable en el apartado lírico. Menciones a la cultura oriental, a la magia, al exceso y con múltiples referencias literarias (ya iremos viéndolas a lo largo del análisis de canciones). De hecho parece que es posible que el título del disco derive del poema de Baudelaire “El Alma Del Vino”. No obstante “El Espíritu del Vino” era el sobrenombre con el que se conocía hace siglos al alcohol.
El resultado comercial del disco fue dispar, dentro del mercado español supuso cierto bajón respecto a “Senderos De Traición” , que había facturado 400.000 copias, pero obtuvo un excelente resultado foráneo y particularmente en Alemania donde afianzaron la presencias que poco a poco ya iban obteniendo. En cualquier caso aunando los criterios artísticos y comerciales (el disco de todos modos entró al número uno) no se puede decir que el disco fuese mal ni mucho menos.
ANÁLISIS DEL DISCO.1. “Nuestros nombres”: Comenzamos el disco con un sonido de la banda afinando los instrumentos y escuchando la frase: “¡Joder, que zoquete!”. Siempre creí que era un rifirrafe entre miembros del grupo, pero parece ser que lo que ocurrió es que Bunbury tropezó con un cable. Inmediatamente entra un potente y metálico riff de guitarra que nos da ya la impresión de meternos de lleno en el hard rock. Furiosa y apasionada canción donde Bunbury canta y a veces literalmente grita mientras Juan Valdivia hace un excelente trabajo a la guitarra. La letra está llena de reproches (“tu sola presencia me enferma y me vacía”) aumentando la fiereza del conjunto. Fue primer single. Como curiosidad, hay quien dice que si reproducimos invertida cierta parte de la canción se escucha “La odisea parece oír lo que piensa”. No suelo corroborar los mensajes ocultos, ni idea de si es cierto. Eso sí, al final de su disco en directo “Senda 91” hay uno bastante claro. ¡
2. “Tesoro”: Primer cambio de tercio del disco. Las guitarras se tornan cristalinas y el peso de la canción lo llevan unos excelentes arreglos de cuerda y el persistente ritmo de la batería de Pedro Andreu. Es una canción oscura debido a la pétrea voz de Enrique Bunbury y al tono misterioso de los mencionados arreglos de cuerda. Enigmática y corta, uno no puede evitar sentir quedarse con ganas de más.
3. “Los placeres de la pobreza”: Tras unos breves acordes de música oriental y un sonido de tos de Enrique Bunbury volvemos de lleno al rock duro. Es una de las canciones del disco de tempo más rápido, lo que unido a la potencia de las guitarras hace que la canción sea un auténtico trueno. Mención aparte merece el excelente punteo de guitarras de Juan Valdivia, uno de los más complejos del disco al llegar a tener tres melodías distintas. Buen detalle el de los coros subrayando el estribillo. La letra parece ser una llamada a las barricadas o al compromiso, dice en un momento: “detesto a los tibios de vocación”. Se hizo un vídeo para el recopilatorio “Zaragoza Vive” aunque no fue single exactamente.
4. “La herida”: Segundo single. En esta ocasión el inicio a base de armónica y guitarra acústica nos lleva a sonidos cercanos al rock americano de ejecución solemne, sobria y de ritmo lento; a pesar de ello la batería se hace bastante patente. La interpretación de Bunbury va subiendo de intensidad hasta que se produce un primer y moderado cambio de ritmo a base de introducir impetuosas guitarras eléctricas. Cuando ya parece que la canción llega a su fin se produce un segundo y atronador cambio de ritmo donde guitarras, armónica y batería parecen iniciar una enfebrecida carrera. Bunbury se va limitando a repetir el estribillo. Quizá el resultado no sea muy armónico pero los cambios de ritmo le dan un toque peculiar al tema. En el single se elimina el segundo cambio de ritmo.
5. “La sirena varada”: Tercer single del disco. Es una mezcla entre un medio tiempo no muy lejano de algunas canciones del disco anterior con algunos ramalazos de contundencia. No tiene la vehemencia de otros cortes salvo un buen punteo de guitarra y un estribillo donde Bunbury hilvana frases de una manera bastante dinámica. Es uno de los clásicos del disco y de los que más ha calado con el devenir de los años, no en vano es una hermosa canción. Líricamente parece estar inspirada en la obra teatral homónima de Alejandro Casona.
6. “La apariencia no es sincera”: Nuevamente un medio tiempo, aunque en esta ocasión las guitarras son un poco más hoscas y llevan el ritmo de las estrofas. La interpretación vocal de Bunbury es contenida, fría lo que le da al conjunto un tono un tanto lúgubre. La intensidad aumenta en el estribillo y en el subsiguiente punteo. Eso sí, en modo alguno están justificados los siete minutos de la canción; la mayor parte de ellos son repeticiones del estribillo con alguna variación ligera en tono o intensidad. Lástima, pues se trataba de una canción con potencial y buena atmósfera que de haber sido “afeitada” podría haber sido una pequeña joya oculta. En esta ocasión el exceso no es beneficioso.
7. “Z”: Del exceso pasamos al defecto. La canción se trata de un instrumental de guitarra de 52 segundos donde la melodía tampoco es nada del otro jueves. En el disco “Rarezas” (1998) podemos encontrar otra instrumental de esta época llamada “Acústica” que está más desarrollada, aunque pensándolo bien tampoco es precisamente un temón. Mejor pasamos a la siguiente.
8. “Culpable”: Un corte de rock muy clásico que, salvando las distancias, puede tener las hechuras de los Rolling Stones. Buen riff y pegadiza melodía vocal (excelente estribillo) para una de los temas más joviales del disco. Todo está bastante medido y acaba siendo una canción eléctrica pero amable. Eso sí, la canción es un canto al exceso y a la vida disoluta aunque con la lírica un tanto rebuscada de Bunbury: “¿Querrán las glándulas lascivas declararme culpable?”. Dura 6 minutos pero se hacen llevaderos.9. “El camino del exceso: Habrán advertido la palabra clave, “exceso”. Una nueva alabanza a la vida al límite, inspirada en su letra por el poeta, pintor y grabador William Blake cuya divisa era: “El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría”. Toma ya. La canción es un retorno en toda regla al hard rock con un contundente riff de guitarra con la salvedad de que además es mucho más rítmico que los anteriores, lo que unido al tempo de batería le da un toque muy dinámico. El estribillo es un momento potentísimo donde aflora todo el barroquismo de la banda. Los punteos del final de la canción acaban poniendo una adecuada rúbrica eléctrica. En la letra de esta canción, por cierto, está contenido el título del álbum.
10. “Flor de loto”: Cuarto single del disco. El inicio es muy reposado, a base de guitarra acústica, el bajo de Joaquín Cardiel y ligeros toques orientales (sitar incluido).También empieza con una interpretación comedida de Bunbury y por si fuera poco la letra es una de las más transparentes y asimilables del disco. Una vez llegado al estribillo entra un potente riif de guitarra eléctrica, Bunbury rompe su equilibrio para acabar casi a grito pelado. Sería el clásico tema de estrofas tranquilas y estribillo contundente, hasta la explosión del subidón final que le da una semblanza de “balada heavy”. En la versión del álbum existe una estrofa adicional, acorde con la premisa patente en el disco de retorcer un poco la estructura. En la versión single perdemos esta estrofa y esta especie de proverbio que en ella se contiene: “Fácil es buscar, fácil no encontrar”.
11. “El refugio interior”: ¡Qué título tan rimbombante para una cosa tan sencilla! No es más que un instrumental de poco más de minuto y medio, a base de un solo de batería y, como efectos sonoros, rumores de gente que parecen estar riéndose de una forma un tanto… psicotrópica. Salvo dejar en primer plano una poderosa percusión no aporta mucho al conjunto; no obstante casi enlaza con la siguiente canción…
12. “Burbujas de sangre”: “Burbujas de sangre” una de las canciones más heavys del disco. Al acabar tan abruptamente el anterior tema casi pilla de un improviso un riff potente y primitivo que no es sino el inicio de un auténtico vendaval eléctrico y vocal. La interpretación de Bunbury es la más furiosa y visceral del disco y lo mismo se podría decir de la furibunda guitarra de Juan Valdivia. En realidad la gracia, en este caso, no está en una melodía particularmente brillante sino en la vigorosa ejecución, incluso podríamos decir que a veces se atropella un poco. De todos modos como rocker cumple bien. Eso sí, me gusta el detalle de los tenebrosos coros que se escuchan en el solo de guitarra.
13. “Tumbas de sal”: Esta canción me parece, como poco, curiosa. Está construida en base a un riff de guitarra en su vertiente de rock más clásico mientras que la voz de Bunbury suena extraña y distorsionada (¿quizás un megáfono?) a la par que recita una delirante letra donde lo mismo habla de discotecas (“las bebidas psicoactivas no bombean suficiente, ni las danzas agresivas ofrecen lo mejor de ti”) como de magia chamán o… tumbas de sal, claro. El estribillo cambia el tercio para oscurecerse de repente y pasar a tener un tono un tanto fantasmal. La mezcla de rock clásico, toques oscuros, letra extraña y vocales distorsionadas arroja como resultado final un curioso combo. Además hay que añadir el mérito de que poco a poco va ganando fuerza y músculo.
14. “Bendecidas 2”: “En tu ausencia las paredes se pintarán de tristeza y enjaularé mi corazón entre tus huesos”. La canción dura 37 segundos y consiste en repetir esta frase en diferentes tonos durante este tiempo. Poco más que decir ¿no? Siguiente, por favor.
15. “Bendecida”: ¿Por qué “Bendecida 2” aparece en el tracklist antes de “Bendecida” a secas? No tengo ni la más pálida idea, pero por lo menos tenemos una canción merecedora de su nombre y no un mero interludio. Es una canción perteneciente al lado sentimental del disco, para lo que usa un tono musical similar a “Senderos De Traición”. Se mueve en territorios colindantes a la balada y al medio tiempo, y aquí sí que vemos a unos Héroes más comedidos. No es un tema en exceso memorable pero tiene momentos bonitos; particularmente me gusta el estribillo y la frase “Bendecida fue la causa de mi fortuna”. Está dedicada a la expareja de Bunbury Bendetta Mazzini y los “Lagos de Phokara” que se mencionan en la letra es un lugar de Nepal donde fueron de viaje en una ocasión. En el siguiente disco encontraremos a “Bendecida 3”, que es ni más ni menos “La Chispa Adecuada”
16. “La alacena”: La última canción del disco tiene su propio nicho particular en lo que a estilos se refiere, pues la producción se ve dominada por los arreglos orquestales y el piano. Originalmente fue una idea del bajista Joaquín Cardiel posteriormente traducida a piano por Copi Arellano, teclista del grupo durante la grabación del álbum. La canción resulta elegante y supone un final de disco altamente melódico. La interpretación vocal es apasionada sin resultar muy barroca. Creo recordar que el título de la canción hace referencia a un local de Zaragoza donde la banda se solía reunir.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.Puede que nos encontremos ante un disco imperfecto en algunos aspectos, pero que cuyas imperfecciones suscitan en cierto modo algo de interés. Sí, hay canciones minúsculas que son poco más que interludios, letras impenetrables y esotéricas, estructuras complejas… Pero son todos esos recovecos los que confieren al disco un aire enigmático, extraño, que me resulta atractivo.
Hay otra característica muy distintiva en “El Espíritu Del Vino” y que trataré de sintetizar en una sola sentencia: suena demasiado heavy para un público pop, pero demasiado pop para un seguidor del heavy ortodoxo. Quizá eso pudiera hacer desertar a ambos nichos musicales, heavies y poppies, por no verse reflejados enteramente. No obstante también esto me parece un aspecto positivo, el hecho de tender puentes estilísticos no creo que sea nada malo; sobre todo si la mezcla se hace a base de buenas melodías e ideas atractivas. Y este disco las tiene en abundancia, quizá no todas buenas… Pero las tiene.
La gira fue muy extensa, cosa normal si tenemos en cuenta que el disco tuvo resonancia en diversos países de Europa y Latinoamérica, y densa tanto en fechas como estilo de vida; téngase en cuenta que tanta referencia a los excesos no es baladí. La consecuencia de tan intensa gira, aunque la cosa quizá viniera de atrás, fue el empeoramiento de las relaciones entre los componentes del grupo. Ya de por sí alguno de ellos no parece precisamente un prodigio de sutileza en las relaciones sociales, pero en el mundo del rock no es desde luego el primer caso de ego o de arrogancia. Y en el interior de Héroes se albergaban poderosos egos.
A posteriori llegaría “Avalancha” (1995) con nuevos bríos hard rockeros aunque estructura más clásica y también nuevo productor: Bob Ezrin (productor de Lou Reed, Alice Cooper, Pink Floyd…). Lamentablemente el deterioro de las relaciones en el grupo también se renovó y acabo disolviéndose tras la gira del disco, que fue editada en el LP en directo “Parasiempre” (1996). Después vino un irregular LP de rarezas “póstumo” (en el año 1998), recopilatorios, reediciones de conciertos (entre ellos uno en Alemania correspondiente a la gira de “El Espíritu Del Vino”) y una gira de reunión que aportaría sustanciosas ganancias monetarias a los componentes… Y hasta ahora.
Volviendo al disco que nos ocupa es conveniente, creo, darle un número nutrido de oportunidades. “Senderos De Traición” entra prácticamente a la primera escucha, pero con “El Espíritu Del Vino” conviene ser paciente; sobre todo porque la recompensa potencial es mucha y creo que el descubrir esos pequeños recovecos realmente es un proceso divertido si se pone dedicación. Para servidor éste es su disco más interesante, aunque si se es un neófito en la banda es mejor quizá empezar en otro sitio.
Texto: Mariano González.