Mantener una hidratación saludable es muy importante para que el cuerpo realice sus funciones metabólicas correctamente y no sufra ningún desequilibrio. Hidratarse consiste en reponer el agua que perdemos a través de la piel, la respiración, la orina y las heces. Una mala hidratación puede conllevar una pérdida de la capacidad de concentración y del rendimiento, así como dificultar algunas funciones metabólicas como el proceso de termoregulación, por el cual mantenemos la temperatura corporal.
Teniendo en cuenta las dificultades para expresar la sensación de tener sed que tienen los más pequeños debemos cuidar que ingieran suficientes líquidos y que estén bien hidratados.
La ingesta de agua está condicionada por la temperatura ambiental, la actividad física, la alimentación y la edad de los niños. Según la Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea, para una hidratación saludable, los bebés de 0 a 6 meses necesitan una cantidad media de agua de 100-190 ml por kilo y día, y ésta la reciben de la lactancia materna. De los 6 a los 12 meses, la cantidad de agua debe situarse entre los 800 y los 1.000 ml por día; de los 12 a los 24 meses de edad, la cantidad está comprendida entre los 1.100 y los 1.200 ml día. De 2 a 3 años de edad la cantidad de agua o líquidos, como pueden ser zumos o batidos entre otros, debe establecerse en 1.300 ml/día.
Los bebés de 0 a 6 meses de edad únicamente necesitan el agua que contiene la leche materna, incluso en los días más calurosos o cuando el pequeño tiene fiebre. En estas situaciones, lo mejor es ofrecer a menudo el pecho o en su defecto el biberón con leche de fórmula. A medida que se hacen mayores, debemos insistir en que beban agua. Seria interesante que un niño de 1 a 3 años bebiera unos 4 o 5 vasos de agua diarios. Aparte del agua, las bebidas más hidratantes son los zumos naturales de frutas y los caldos de hortalizas, porque aportan gran cantidad de vitaminas, minerales, fibra y compuestos antioxidantes, que además de hidratar nutren y revitalizan el sistema digestivo, entre otras virtudes.
Por otro lado, debemos estar atentos a los signos de deshidratación como son el llanto sin lágrimas, la sequedad de labios y boca o el hecho de que el niño lleve horas sin orinar. Asimismo, debemos tener especial cuidado cuando la temperatura ambiental es elevada y la humedad es baja. Otra situación en que debemos asegurar una adecuada hidratación es en caso de diarrea o gastroenteritis ya que las pérdidas de agua cuando se sufren estos trastornos son ocho veces superiores a las habituales.