
Aun así, presenta en el debe numerosas obras fallidas y desconcertantes. Por ejemplo, su versión de “El Grinch” o la supuesta comedia “¡Qué dilema!” evidencian irregularidad y cierta tendencia hacia el desastre. “Hillbilly, una elegía rural” pertenece también a esa categoría de filmes huecos y distantes rodados sin interés ni pasión. Se trata de un drama abordado desde la distancia, sin implicación emocional ni conexión narrativa con los personajes llamados a impulsar la historia, lo que redunda en una filmación bastante aburrida y con escaso gancho para el espectador. La plataforma digital Netflix ha sido la vía elegida para su difusión, dado que en estos tiempos de pandemia las salas de proyección están cerradas por decreto.
Un joven ex marine de los Estados Unidos, ahora estudiante de Derecho de la Universidad de Yale, pretende abrirse camino en la vida, no sin antes alejarse lo más posible de su niñez y las duras condiciones familiares. Sin embargo, una crisis en el seno de la familia le obliga a regresar a esa América rural y profunda de la que reniega para reencontrarse con las precarias condiciones enraizadas todavía en aquel lugar. Para empezar, deberá enfrentarse a la complicada relación que mantiene con su madre y a la influencia ejercida por su abuela.
Pese a poseer elementos más que suficientes para construir un drama sólido, en el film sólo se aprecian las buenas intenciones, pero no los resultados. Transita por esa peligrosa frontera entre la artificialidad y la indiferencia y, aunque cuenta con unas interpretaciones consistentes, la trama permanece desprovista de la calidez y la emoción necesarias para conmover e interesar. Definitivamente, “Hillbilly, una elegía rural” ha de integrarse en la lista de experimentos fallidos de Ron Howard.
Formando parte de un casting de altura destacan dos pesos pesados de la interpretación cuyos nombres deslumbran en el cartel y en los títulos de crédito. Glenn Close, actriz nominada en siete ocasiones al Oscar, puede presumir de haber participado en títulos tan relevantes como “Reencuentro”, “Las amistades peligrosas”, “El misterio Von Bulow” o “Nueve vidas”. Algunas de sus actuaciones han marcado profundamente a los aficionados al cine. Aquí interpreta con rigor a su personaje y realiza una meritoria labor. Amy Adams, a pesar de su juventud, también ha sido seis veces candidata a la estatuilla dorada, estadística si cabe más contundente que las de su compañera de reparto. Sus apariciones en “La duda”, “Julie y Julia”, “La gran estafa americana”, “La llegada, “El vicio del poder” o “The Fighter” la convierten en una apuesta segura para cualquier reparto. Ambas son, sin duda, lo mejor de esta producción algo desnortada. Les acompañan Gabriel Basso (“Super 8”) y Haley Bennett (“La chica del tren”).