Todavía despiertas,
viva Luz,
al cansado y le llamas al trabajo
-me infundes alegre vida-
pero tu seducción no es capaz de sacarme
del musgoso monumento del recuerdo.
Con placer moveré mis manos laboriosas,
miraré a todas partes adonde tú me llames
-glorificaré la gran magnificencia de tu brillo-,
iré en pos, incansable, del hermoso entramado de tus obras de arte
-contemplaré la sabia andadura de tu inmenso y luciente reloj-,
escudriñaré el equilibrio de las fuerzas
que rigen el maravilloso juego de los espacios, innúmeros, con sus tiempos.
Pero mi corazón, en secreto,
permanece fiel a la Noche,
y fiel a su hijo, el Amor creador.
¿Puedes tú ofrecerme un corazón eternamente fiel?
¿Tiene tu Sol ojos amorosos que me reconozcan?
¿Puede mi mano ansiosa alcanzar tus estrellas?
¿Me van a devolver ellas el tierno apretón y una palabra amable?
¿Eres tu quien la ha adornado con colores y un leve contorno,
o fue Ella la que ha dado a tus galas un sentido más alto y más dulce?
¿Qué deleite, qué placer ofrece tu Vida
que suscite y levante los éxtasis de la muerte?
¿No lleva todo lo que nos entusiasma el color de la Noche?
Ella te lleva a ti como una madre y tú le debes a ella todo tu esplendor.
Tú te hubieras disuelto en ti misma,
te hubieras evaporado en los espacios infinitos,
si ella no te hubiera sostenido,
no te hubiera ceñido con sus lazos para que naciera en ti el calor
y para que, con tus llamas, engendraras el mundo.
En verdad, yo existía antes de que tú existieras,
la Madre me mandó, con mis hermanos,
a que poblara el mundo,
a que lo santificara por el Amor,
para que el Universo se convirtiera
en un monumento de eterna contemplación
-me mandó a que plantara en él flores inmarcesibles-.
Pero aún no maduraron estos divinos pensamientos.
-Son pocas todavía las huellas de nuestra revelación.-
Un día tu reloj marcará el fin de los tiempos,
cuando tú seas una como nosotros,
y, desbordante de anhelo y de fervor,
te apagues y te mueras.
En mí siento llegar el fin de tu agitación
-celeste libertad, bienaventurado regreso-.
Mis terribles dolores me hacen ver que estás lejos todavía de nuestra patria;
veo que te resistes al Cielo, magnífico y antiguo.
Pero es inútil tu furia y tu delirio.
He aquí, levantada, la Cruz, la Cruz que jamás arderá
-victorioso estandarte de nuestro linaje-.
Camino al otro lado, y sé que cada pena va a ser el aguijón de un placer infinito. Todavía algún tiempo, y seré liberado, yaceré embriagado en brazos del Amor. La vida infinita bulle dentro de mí: de lo alto yo miro, me asomo hacia ti. En aquella colina tu brillo palidece, y una sombra te ofrece una fresca corona. ¡Oh, Bienamada, aspira mi ser todo hacia ti; así podré amar, así podré morir! Ya siento de la muerte olas de juventud: en bálsamo y en éter mi sangre se convierte. Vivo durante el día lleno de fe y de valor, y por la Noche muero presa de un santo ardor.
Novalis was also a huge influence on George MacDonald, and so indirectly on C. S. Lewis, the Inklings, and the whole modern fantasy genre. Borges refers often to Novalis in his work.