Tendríamos que tener una actitud mucho más crítica hacia lo que nos dicen a diario. Y preguntarnos por su fundamento, por el por qué de las cosas. Deberíamos tener más curiosidad, y no dar siempre por buenas las explicaciones al uso. Deberíamos preguntarnos el por qué de las cosas, en este caso de las económicas.
Esa fue la actitud que tuvo por ejemplo el economista sueco Gustav Cassel, quien dedicó nada menos que seis años de su vida a investigar el interés, fruto del cual fue su libro sobre el mismo – The nature and necessity of interest, 1903 -. Decía Cassel que no entendía que el ser humano tuviera curiosidad por explorar la Tierra y la Naturaleza, y no tuviera el mismo interés por entender los fenómenos económicos – el interés, por ejemplo -.
Esa curiosidad la han demostrado a lo largo de la Historia personas excepcionales, que no se resignaron a conformarse con las explicaciones políticamente correctas . Por ejemplo el economista Joseph Schumpeter, del cual Peter Drucker dijo que se dio cuenta de que no eran la oferta de bienes, como afirmaban los clásicos, ni su demanda, lo que dirigía la Economía, sino que los determinantes clave que controlaban aquella, son los factores monetarios: el déficit, el dinero, el crédito, los impuestos… Por eso Schumpeter, que en una época de su vida trabajó como banquero, le dedicó atención y tiempo al estudio del dinero, y de ahí salió su poco conocido libro “Das Wesen des Geldes” (La esencia del dinero) que, aunque escrito en los años treinta, fue publicado finalmente en 1970.
Pareciera como si estas cosas tan importantes – el dinero, etc…- estuvieran cubiertas por un manto de misterio y de mixtificaciones, y estuviesen desfiguradas por montones de frases vacías y sin sentido.
Fue un banquero alemán de origen judío, Lucien Albert Hahn ( 1889-1968), quien en sus años mozos tuvo la “osadía” de hacerse preguntas, cuestionando lo que para todo el mundo parecía obvio e indiscutible, menos para él, claro. Albert Hahn era descendiente de una familia de banqueros, afincados desde hace casi quinientos años en Frankfurt. Su abuelo paterno fundó en 1821 el “Deutsche Effecten und Wechsel Bannk” (absorbido en 1995 por el Banco suizo USB). Ese Banco estuvo durante sus 110 primeros años de existencia en manos de la familia Hahn, que era la dueña del Banco y la que llevaba su Dirección. Hasta 1933, en que los nazis les arrebataron ese control. Albert Hahn formó parte de su Consejo de Administración desde 1919 hasta 1933.
Hahn fue una mezcla de teórico y práctico. Desde la atalaya de sus quehaceres como banquero, le interesó desde el principio “la teoría.” Siempre se preguntaba el por qué de las cosas económicas. Así, en 1920 publicó un libro dedicado al análisis del crédito bancario desde un punto de vista macroeconómico – “Volkswirtschaftliche Theorie des Bankkredits” (Teoría macroeconómica del crédito bancario). El propio Hahn , en su autobiografía escrita en 1963 – “Fünfzig Jahre zwischen Inflation und Deflation” (Cincuenta años entre la inflación y la deflación) cuenta cómo comenzó su incursión en la “teoría” :
“Tras mis estudios universitarios, comencé a trabajar en el Banco de mi familia. Todas las mañanas, mi jefe se refería a que había poco, o mucho dinero…Yo le preguntaba a qué se refería exactamente : ¿a las cantidades que el Banco podía ofrecer en forma de créditos? ¿Al dinero en efectivo? Nadie me daba una respuesta clara. Así que le dije a mi padre que yo no podía desempeñar una actividad práctica en un negocio, del cual nadie me podía explicar qué objeto tenía exactamente. Así que dediqué los siguientes años de mi vida a investigar cuál era el objeto de comercio al que se dedicaban los Bancos.”
Así surgió su libro de 1920. Curiosamente, este libro anticipó las tesis básicas de Keynes, las que éste publicó en 1936 en su Tratado general, como se encargó de demostrar el propio Hahn en su libro “The Economics of illusion”, New York, 1949, en el cual aparecen recogidas en paralelo citas textuales de ambos libros, y se aprecian así las coincidencias, muchas veces al pie de la letra.
En ese importantísimo libro sobre el crédito bancario, explicaba Hahn, en sus primeras líneas, cómo se enfrentó por aquellos tiempos a las teorías y concepciones económicas dominantes acerca del mismo. Algunas de sus afirmaciones :
“¿De dónde obtienen los Bancos los medios con los que conceden créditos? No de los depósitos de sus clientes, como dice todo el mundo. El crédito bancario no nace del ahorro previo de los depositantes.Si eso fuese así, entonces los Bancos no podrían conceder créditos por encima de sus depósitos, y la creación de capital se vería limitada por el ahorro efectuado en el pasado. Me propongo mostrar en este libro la inexactitud de estas concepciones dominantes.”
Hahn se extiende en su libro sobre conceptos básicos, tales como capital y dinero. Así fue durante toda su vida. Siempre obsesionado por procurar entender lo que los banqueros “se traían entre manos”, no dando nada por supuesto. Esa actitud, propia del científico verdadero, que contrasta las teorías con las realidades que observa directamente, es la actitud valiente y honrada que hoy se echa en falta, y que sería necesaria para escapar de la hipnosis colectiva en la que estamos sumidos, y superar así la crisis.
Hahn se opuso a las opiniones aplastantemente mayoritarias que en los años 30 aplaudían las políticas deflacionistas (recortes del gasto público, bajadas de sueldos…) aplicadas por los últimos Gobiernos de la República de Weimar. Hahn siempre creyó que si se hubiera aplicado una política económica distinta, se hubieran evitado el desempleo masivo, la revolución nazi y el desastre posterior…
De Hahn se dijo que “si no tuviéramos a Hahn habría que crearlo.” La fascinación por personas de la categoría de Albert Hahn – en España también tenemos algún ejemplo muy reciente de banquero ejemplarísimo cuyo nombre no hace falta ni citar, por archiconocido- , fue la que llevó al también banquero de Frankfurt Michael Hauck a publicar en 2009, a principios de la crisis, un libro acerca de Hahn. Pues como dijera Mises, al contemplar el “nivel” de los “expertos” de la Economía que había en Alemania en los años 30: ¿qué va a ser de esta juventud, que tiene estos maestros? Mises excluía de ese juicio negativo a muy pocos, y Hahn estaba entre esas mentes privilegiadas. Ojalá cundiera hoy también el ejemplo de personas como él, para curarnos de nuestra hipnosis y ceguera colectiva.
Fuente: Fundación Civil.