Revista Opinión

Historia contemporánea de Portugal III: La extraña dictadura

Publicado el 26 abril 2014 por Vigilis @vigilis
España es un país que está lejísimos de Portugal y cuyas costumbres, religión, lengua y deportes favoritos son muy diferentes de los de Portugal. Coges a un español y a un portugués y es imposible confundirlos. Además, de sobra es conocido que nuestras historias y relaciones comerciales casi ni se tocan. ¿Verdad? Decidme que es verdad porque si esto no es cierto no me explico cómo podemos tener ideas tan extrañas sobre el país del sur y su historia reciente.
La cosa que más me llama la atención de este desconocimiento español de Portugal es que no se produce en la otra dirección. España para los portugueses no es aquel país desconocido que surge en el caso contrario. Raro es el día que la prensa lusa no hable de España. No hay que buscar razones misteriosas en ello: España es el primer socio comercial de Portugal. Lo que pasa a este lado del Miño tiene una gran influencia allá.

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"Fátima, fado y fútbol".

Como decía antes, se tiende a hacer un paralelismo burdo entre la dictadura franquista y la dictadura salazarista. A esto le sumamos el desconocimiento de ese país y creemos que en Portugal no pasó nada durante cuarenta años. Craso error. Pasaron muchas cosas y casi ninguna buena.

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Es paradójico cómo durante la Segunda Guerra Mundial el régimen hacía propaganda de la no beligerancia cuando fue la beligerancia lo que acabó con el régimen.

Pese a que el fascismo estaba de moda en los años 1930 —acordaos de Italo Balbo, ministro italiano del aire y líder de los camisas negras siendo recibido como un héroe en Chicago— y que tanto Portugal como España no escapan de caer en esta moda hasta el año 43, es dificil catalogar al régimen salazarista como fascista incluso en esa época. La España autárquica de los 40 tiene más papeletas para ser calificada de estado con ramalazo fascista que Portugal, donde el ramalazo es menor. Ciertamente había culto a la personalidad sobre las figuras de Óscar Carmona (presidente de la república) y de Oliveira Salazar (presidente del consejo de estado). Ciertamente el estado se definía como anticomunista (aunque no firmó el Pacto Antikomintern) y sin duda las carencias de la guerra propiciaron una política económica profundamente nacionalista e intervencionista. Pero al contrario de lo que sucede en España, a Portugal no le cortan el crédito internacional.

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Plano de la Exposición del Mundo Portugués (Belém, 1940).


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Reunión de la Mocidade Portuguesa (equivalente al Frente de Juventudes) c.1940.

Es más, no sólo no le cortan el crédito, sino que se adhiere al Programa de Reconstrucción de Europa (Plan Marshall). Aunque Portugal fue neutral no es este un caso extraño: ahí están Suecia e Irlanda. A los suecos sí que les salió bien la jugada, menudos caraduras. Bueno, el caso es que Portugal declaró su no beligerancia en la Segunda Guerra Mundial, pero bajo bandera portuguesa se combatió en los dos bandos. Una compañía de voluntarios se integró en la División Azul española —la llamada Legión Verde, creo recordar— y en Oceanía, cuando los japoneses invadieron Timor, los portugueses que estaban allí tuvieron que pelear junto a los australianos (y por tanto, en el bando aliado).

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Celebración del X aniversario del ascenso de Hitler al poder. La voluntat d'un poble, lol.

Sea como fuere, existía una entrañable amistad angloportuguesa: empresarios británicos dominaban las importaciones africanas de Portugal, los portugueses cedían una base aérea en las Azores a los aliados y a cambio se permitía a Salazar dirigir el país como su finca. Llama la atención que pese a las contínuas declaraciones germanófilas del gobierno, Portugal fuera miembro fundador de la OTAN (1949).

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Publicidad de British Airways de 1940. La embajada alemana y la británica estaban muy cerca. Lisboa fue una ciudad de espías.

Cócteles en embajadas y cara amable de un régimen paternalista que firma un concordato con la Santa Sede (1940). Estrenos de Hollywood en el Teatro Monumental de Lisboa y todas estas cosas propias de una república bananera. En los años 50 Portugal iba bien. La economía crecía de forma lenta pero constante, en el país mandaban los de siempre y viene el ingreso en la ONU en 1955. "Somos un país normal", decían, ufanos, los prebostes de la dictadura. Y aparece en el mundo un fenómeno desconocido: el Tercer Mundo. La Guerra Fría tuvo como campo de juego las antiguas posesiones coloniales y Portugal dominaba varias veces su territorio ibérico alén del mar. La URSS no iba a dejar escapar su oportunidad de meter mano y soliviantar a la población indígena de las colonias portuguesas. Una forma indirecta de tocarles los huevecillos a los gringos.

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Propaganda electoral del candidato opositor Norton de Matos en las presidenciales de 1949. Se retiró antes del día de las elecciones.


La Guerra de Ultramar
Tras su independencia en 1947, la Unión India parecía un país amante de la paz y de las buenas relaciones con todo el mundo. Uno de esos países no alineados. Socialistas pero no alienados, entiéndase. Como Yugoslavia o Egipto. Portugal llevaba 400 años en Goa y en dos días los indios entran y conquistan la plaza. La reacción portuguesa fue la esperable: rechazar el nuevo statu de facto de la colonia. Hasta 1974 continuó habiendo representantes de Goa en la Asamblea de la República. Mundo mágico del querer y no poder.

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Llamamiento de la Candidatura de Unidad Democrática en las elecciones legislativas de 1969. Cuando un accidente aleja a Salazar del poder en 1968, su sustituto, Marcelo Caetano, comienza una etapa aperturista (nota: no sé qué significa "aperturista").

Sí, Asamblea de la República, habéis leído bien. Durante la dictadura salazarista tienen lugar elecciones presidenciales y legislativas. En total hubo 11 elecciones legislativas y 7 presidenciales. Si votas eres demócrata y ya vale todo ¿no? Incluso en los años 40 a estas elecciones se presentaban candidaturas de oposición, el caso es que lo que solían hacer era retirar las candidaturas el día antes de la votación para así boicotearlas. De todas formas, no sólo existían candidaturas unitarias de la desangelada oposición, también se presentaban agraristas y monárquicos en diversas circunscripciones. No será hasta los años 50 en que el general Humberto Delgado llega a acabar las elecciones aunque las pierde con un 24% de los votos. Sí: las cabezas visibles de la oposición eran militares. ¿Por qué? Buena pregunta.
El colectivo más perjudicado durante la dictadura de Salazar fue el colectivo militar. Y coincide con que era el colectivo más organizado. A partir de la pérdida de Goa en 1961, comienzan las guerras de insurgencia en las colonias africanas (Guinea, Mozambique y Angola). Portugal carece de aliados en estas guerras si exceptuamos a otros apestados internacionales como la Unión Sudafricana y Rhodesia.

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"Serás bien tratado". Pues está en plena forma.


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Cartel para analfabetos.

Si cogemos un mapa y vemos dónde estaban las colonias portuguesas nos haremos una vaga idea de lo costoso que sería para cualquier país mantener tres guerras anti-insurgencia en sitios tan distantes. Si pensamos que ese país es un Portugal subdesarrollado, nos caemos de la silla. Hacia el final de la dictadura, el Estado Novo llegó a dedicar el 40% de su presupuesto a operaciones de guerra en ultramar. Pero el verdadero coste que pasó más factura fue el humano. 400.000 jóvenes portugueses fueron a la guerra. Entre los años 60 y 70 Portugal contaba con unos 8 millones de habitantes. El cálculo rápido nos arroja un escalofriante y alucinante 10% de sus varones jóvenes pegando tiros en la loma del orto (expresión argentina para "muy lejos").

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"Sangre torera", película de Augusto Braga (1958).

Sería muy complicado entrar en detalles sobre las situaciones que tuvieron lugar durante tantos años en tantos sitios diferentes. Las atrocidades de la guerra, las salvajadas de ambos bandos, etc. No entraré ahí porque el tema desborda los límites de esta historia, pero basta tener presente que no hay familia portuguesa sin una horrorosa historia que contar.
Descontento en el ejército
En el ambiente internacional de descolonización general, Portugal se va quedando sola. Son los propios militares los que publican manifiestos exigiendo el fin de la guerra. No puedes pelear cuando sabes que no vas a ganar. El gobierno, erre que erre, se empeñó en mantener las vías de obtención rápida de beneficios para la aristocracia empresarial. Lamentablemente, esos pingües beneficios no los olía el ejército, así que el ejército no tenía nada que ganar con la guerra.

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Cartel de la oposición para las elecciones de 1969.

Al contrario de lo que sucedió en España, cuya dictadura benefició en gran medida a los altos mandos de la guerra, en Portugal no hubo una posguerra que legitimara al ejército, ni tampoco el robo al país lo llevaban a cabo los militares. El gobierno portugués tenía origen académico y aunque las loas a la patria siempre las relacionamos con el ala militar, los militares lusos eran unos desplazados. Que altos oficiales firmaran manifiestos en contra del régimen y que protagonizaran sonados episodios como el del Santa María, no hacía sino aumentar la distancia entre el gobierno y el ejército. El gobierno por su parte respondía como lo haría un desaprensivo, con la represión de la PIDE.
Aunque los altos mandos eran ancianos republicanos y conservadores, entre los cuadros intermedios, los jóvenes oficiales tenían otra idea de cómo tenía que ser el país. Unos y otros compartían el fin de acabar con el régimen, pero sus ideas para el día después no podían ser más diferentes. Este fue el gran drama de Portugal que tras la Revolución de los Claveles casi se lleva al país por delante. Pero de eso hablaremos otro día. Sed buenos.

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