Un poco de historia, la del helado, un alimento refrescante y nutritivo ideal para el verano pero que puedes consumir todo el año.
A mí no me gusta el dulce, nunca ha sido mi debilidad. Por mí trabajo, habitualmente vivo rodeada de cajas de bombones de pacientes agradecidos que miro con indiferencia por mucha ilusión que me haga que me los regalen y mucha hambre que tenga (aprovecho desde aquí para reivindicar el embutido variado como presente para enfermeras "saladas"). Pero reconozco que la documentación sobre el tema de hoy me ha hecho replantearme mis inclinaciones naturales.
- Un poco o un mucho de historia:
Las formas más simples de helados fueron lo que ahora conocemos como sorbetes. En la Grecia antígua, existía la costumbre de consumir hielo mezclado con zumos de fruta y miel, llamados "granita" (granizado). Durante la Edad Media en las cortes árabes, se preparaban productos azucarados con frutas y especias y se enfriaban con hielo de las montañas. A estas mezclas se les denominaba "Sharbat", término que pasó al turco como "Serbet" (sorbete). Con la caída del imperio romano y la llegada de los bárbaros se pierde el interés por estos productos, que recuperaron cierta popularidad gracias en parte al famosísimo Marco Polo, quien con sus viajes lo introduce de nuevo en la corte veneciana. Fue mucho tiempo después con la evolución de la técnica de conservación del frío y de la receta a la que se le añade leche, cuando comienza de verdad su auge. En Florencia en el año 1500, Cósimo I de Médici encargó helado mantecoso por primera vez, posteriormente Catalina de Médici lo difundió por el resto de las cortes europeas al "llevarse las recetas" a Francia tras su matrimonio con Enrique II. Fue precisamente allí donde a los ingredientes se le añadió el huevo. Desde Francia pasaría a Inglaterra y con la colonización, a América.
- La evolución de la técnica y los sabores.
Primitivamente para realizar helado, se usaba la técnica del balde rodeado de una mezcla de hielo y sal, dentro del cual se introducía un recipiente con la mezcla de leche y pulpa de fruta, la cual se batía hasta que se solidificaba. El descubrimiento en el s.XVII de que la sal añadida al hielo eleva la temperatura de fusión del mismo, es muy importante para la fabricación de helados. Así el hielo es capaz de absorber en mayor cantidad el calor liberado al batir la mezcla durante el proceso, manteniendo la mezcla fría y haciendo que solidifique antes.
Francesco Procopio Coltelli, de origen italiano, es considerado como "el padre del helado". Fundó el Café Procope de París, bajo el beneplácito real de Luis XIV. Francesco, había mejorado la técnica de obtención de helados italianos y sus sabores: Naranja, limón, aromatizados con especias como la bergamota (Los primeros helados cremosos fueron de vainilla y chocolate) e introdujo este producto en un Café, cosa que antes no se había hecho, donde además lo vendía al público.
No fue hasta el siglo XIX cuando se inventó la primera heladora automática, lo que permitió la industrialización y la producción a gran escala del mismo.
El helado es un alimento muy nutritivo y completo, contiene: proteínas, hidratos de carbono, grasas y vitaminas. Los sorbetes son los que menos valor energético tienen hasta unas 140 Kcal/100gr. al no llevar grasas ¡Si no los hacemos de bebidas alcohólicas claro! Los helados de crema, hechos con leche y nata o manteca, tienen un valor energético medio/alto casi 400Kcal/100gr. El yogur helado, es una fuente importante de calcio y proteínas, con un valor calórico menor.
- Helados artesanos "versus" helados industriales