Revista Economía

Historia rápida de la banca española

Publicado el 13 septiembre 2014 por Vigilis @vigilis
Cuando se habla de dónde viene la España actual los más nostálgicos mentarán a los Reyes Católicos, otros, apelarán al sentido político de la definición de nación y apuntarán a la Constitución de Cádiz. Los más incultos hablarán de Franco, de la Guerra Civil y de la restauración actual delegada por la dictadura. Algún pícaro recordará a Isidoro de Sevilla cuando elogiaba a España en una época en la que todavía se hablaba latín, Patton era Belisario y Nueva York era Bizancio.
Si somos más prosaicos habrá que apuntar a que la España actual viene de una larga y compleja serie de reformas legales y administrativas desarrolladas a lo largo del siglo XIX. Y por España me refiero a quién maneja mi barca, quién. En el XIX una serie de familias llegaron al poder y de ahí no se apearon nunca más. Un ejercicio que todavía está por hacer es el de coger los nombres de los ministros de Hacienda desde Isabel II y empezar a tirar de árbol genealógico. España era —y en parte sigue siendo— una merienda de negros.
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Es mucho más fácil de meterse uno en el tema recurriendo a los fundadores de los bancos y a los ministros. Me habréis leído en varias ocasiones que los problemas arrastrados (y las grandes y desconocidas historias de éxito que en este país no solemos comentar, pero que las hubo y podemos estar orgullosos de ellas) no responden a designios divinos ni a manos negras. Los fenómenos tienen causas y los fenómenos que tienen que ver con la miserable vida del hombre tienen causas humanas, prosaicas, con nombres y apellidos. No se trata tampoco de caer en el vano intento de tratar de corregir la historia. La historia es la que es y nosotros ante ella tan solo debemos informarnos. Desde luego que lo que no se puede hacer con la historia es tratar de repetirla o escudarse en ella para dejar a los críos con la suegra y salir a la calle a una procesión de antorchas, himnos y banderas gigantescas. Eso lo hacían los nazis, hoy esas cosas ya no se hacen. Al menos no las hacen las personas mentalmente equilibradas.
Bueno, que me pierdo. Siglo XIX, regomello, gobierna Isabel II, los vapores de La Habana llegan puntualmente al puerto de La Coruña. Los cuatro tipos más listos del pueblo leen la prensa y charlan en la Sociedad Recreativa de las nuevas ideas que vienen de Francia. Hablan también de los adelantos tecnológicos y de la situación en ultramar. Hay quien hace buenos negocios con contratos muy cerrados a la competencia, sobre todo en lo relacionado con obras públicas y con el comercio ultramarino. Era una época en la que el mantón de Manila venía de verdad de Manila. Pero naturalmente la mayoría de la gente vivía en charcos de barro. Es más, el paisano estándar de estos pagos no vio grandes cambios en su vida desde la época de Octavio Augusto hasta bien entrado el siglo XX.
En España opera el Banco de San Fernando (antiguo Nacional de San Carlos) y aparecen otros dos bancos, el de Barcelona y el de Isabel II. Los tres se reparten la emisión de moneda, la deuda pública y el mercado de valores. Hay otras instituciones más antiguas que son los Montes de Piedad y desde 1835 con más pena que gloria también comienzan a operar las cajas de ahorros a instancias de los gobernadores civiles.

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2 maravedís de 1858.

Se conoce que en los años 40 hubo cierta crisis económica y el Banco de San Fernando absorbe al Banco de Isabel II. El nuevo banco, llamado Nacional de San Fernando, compite en la emisión de moneda con el de Barcelona y con el Nacional de Cádiz, de reciente fundación. Estos tres se comían toda la tostada. Y cuando digo que se comían toda la tostada no me refiero a cuando alguien muerde una tostada y dices "se comió toda la tostada". No. Me refiero a esos guiris gordos como un tonel que en el buffet de desayuno del hotel untan catorce vacas en una tostada, le ponen el bacon de dieciocho cerdos y de postre muerden al camarero.
Alejandro Mon, ministro de Hacienda, saca la ley del 4 de mayo de 1849 en la que regula la actividad bancaria a imitación de otras regulaciones similares en Francia y Reino Unido. A esa ley debemos los españoles la fea, feísima costumbre de que el gobierno nombre al gobernador del Banco de España. ¿Y quién era Alejandro Mon? Pues fue ministro de Hacienda entre 1837 y 1858 media docena de veces (los gobiernos cambiaban entre colegas), también presidió el consejo de ministros y es una de esas personas indicativas de lo que decía antes de la merienda de negros. Su sobrino, Alejandro Pidal y Mon fue ministro de Fomento con Cánovas y presidió las Cortes. El hijo de éste, Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós fue también diputado de 1896 a 1910, ministro y miembro del primer Comité Olímpico Español. Éste a su vez por parte de madre era descendiente de Francisco Bernaldo de Quirós y Mariño de Lobera, gobernador de Cataluña y ministro con Carlos III. ¿Qué os decía? Rascas y encuentras.
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Aquella ley del año 49 fue incumplida a la luz del día. Incumplida además en un aspecto muy gracioso: la ley le exigía al Banco de San Fernando un capital de 200 millones de pesetas para cubrir las pérdidas de los años anteriores. Los principales accionistas —algunos diputados entre ellos— se negaron a aportar el dinero exigido y no pasó nada. En los años 50 y 51 aparecieron nuevas leyes en las que se permitía al banco emitir más moneda a instancias del gobierno y reducir su capital.
El 28 de enero de 1856 aparece una nueva ley muy importante pues liberaliza la emisión de moneda en España (y al Banco de España se le empieza a llamar Banco de España). En realidad liberaliza "a la española". Ese mismo año, de 13 bancos que había en España, cuatro emiten moneda. Dos años después, de veinte diez emiten moneda. En 1869 de 33 bancos que había en España, 19 emitían moneda. Pero el 19 de marzo de 1874 la cosa cambia. Entre bomberos no vamos a pisarnos las mangueras y el gobierno de la Primera República concede el monopolio de emisión de moneda al Banco de España. Era ministro de Hacienda José de Echegaray, que os recuerdo fue un matemático que ganó el Nobel de Literatura en 1904. Ríete del siglo XIX.

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Una peseta del Gobierno Provisional.

Cuando se aprueba ese decreto lo primero que hace el banco de España es conceder un préstamo al gobierno republicano por valor de 125 millones. El gobierno cayó a los dos meses y el régimen en otoño de ese año.¿Qué ocurrió con los bancos que hasta entonces emitían moneda? La mayoría fueron absorbidos por el Banco de España. Alguno como el Banco de Bilbao recurrió el decreto ante los tribunales pero otro decretó les obligó a retirar sus billetes ya en el año 1878. Hecha la ley hecha la trampa. En lugar de tratar con sus propios billetes, los comerciantes que tenían negocios con estos bancos intercambiaban obligaciones de pago como si fueran papel moneda. Ah, que tiempos.
Durante la etapa de libertad de emisión de moneda, de una media de 40 bancos quebraron seis. Esto representaba el 5% de los billetes emitidos y el 8% del capital en circulación. El peor año fue el de 1868 —cuando por cierto, aparece la peseta y comienza el sexenio democrático—. Sea como fuere, 1874 se lleva por delante buena parte de los bancos que había. Tan solo sobreviven un puñado, entre ellos, el de Bilbao y el de Santander, que te deben de sonar, amable lector, porque muy probablemente sean dueños de tu culo.
En dos ocasiones durante la Primera Restauración Borbónica corrieron lágrimas de alegría por las mejillas de los presidentes de los bancos. La primera, la guerra de Cuba. A finales del XIX Cuba era la región más rica de España y al vendérsela a los yanquis, los hacendados repatriaron su capital a España. La segunda ocasión de alegría para los banqueros también involucró dolor y muerte, para ellos la Primera Guerra Mundial fue como si el Dépor ganara la liga y Bar Refaeli te preparara el desayuno.

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Bar Refaeli.

Entre 1915 y 1920 el número de entidades en España se dobló (de 50 a 100), los depósitos se multiplicaron por cinco y el crédito se triplicó. No es sólo que el país le vendiera a los países en guerra, es que a España dejaron de venderle y por lo tanto hubo que sustituir importaciones por producción nacional.
Para 1920 los mayores bancos de España eran el de Bilbao, el de Vizcaya, el Español de Crédito, el Central, el Hispanoamericano y el Urquijo. Quitando el Urquijo que en 2006 fue adquirido por el Sabadell, el resto forman hoy los dos bancos más grandes de España, BBVA y Santander. Merienda de negros.
Pero el dinero que fácil llega, fácil se va. La quiebra del Banco de Barcelona en 1921 provocó que el ministerio de Hacienda —a la sazón dirigido por Francisco Cambó en un gobierno de Antonio Maura— propusiera una nueva ley de regulación bancaria. En ella, por primera vez el Banco de España regularía y supervisaría la banca privada. Lo curioso de la quiebra del Banco de Barcelona es que si sus dueños aportaran nuevo capital probablemente se hubiera salvado. Ah, pero salvar a un banco al precio de que un banquero se haga un poco más pobre, eso no lo verán estos ojitos.

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A tope con la ley de Gresham.

Es curioso que para la historia de la banca española la guerra civil no tenga grandes consecuencias. Más o menos quien hacía negocios antes los continuó haciendo después. A quien sí afectó la guerra fue al Banco de España —llegó a haber dos bancos de España emitiendo moneda—. Tras la guerra no se pudo cumplir la ley que exigía un respaldo monetario a la emisión del banco central porque en el sótano del Banco de España sólo quedó un conserje llamado Pepe, dos cucarachas y un montón de revistas de Mundo Gráfico, que era una revista muy moderna y muy guay que se vendía en España en los años 30.
En otoño del 39 el nuevo gobierno hace una serie de reformas en el sector. Una de las más polémicas fue el llamado "desbloqueo de corrección". Hasta entonces el gobierno franquista no reconocía ninguna operación bancaria de la zona roja y tras la guerra lo que hacen es aceptar las operaciones (durante la guerra) en zona republicana siempre y cuando no excedieran los saldos a 18 de julio de 1936.

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La UGT emitiendo moneda ¿qué podía salir mal?

Hubo que esperar hasta el 13 de marzo del 42 para reconstruir los balances del Banco de España durante la guerra. Se aplicó un tipo de cambio a la peseta republicana y se integraron los balances del banco republicano en los del Banco "de Burgos". Finalmente la Ley de Ordenación Bancaria del 31 de diciembre de 1946 convirtió definitivamente al Banco de España en el mancebo del ministerio de Hacienda. Una ley Pablemos, para entendernos.
Se estableció también un registro de bancos y banqueros en el que de forma automática se reconoció a todos los banqueros de antes de la guerra y supuestamente se deberían de registrar nuevos banqueros. El caso es que no se concedió ninguna ficha bancaria nueva. En este sentido el gobierno franquista de posguerra fue más rojo que la media de los gobiernos republicanos.
En los años cuarenta los tipos de interés de los depósitos y préstamos privados salían del despacho del ministro de Hacienda. Si en 1920 había 100 bancos en España, para 1950 había 109. En cuanto a las sucursales, de las 1.903 del año 36 se pasó a 2.157 en el año 48 y a 2.647 en el año 1960. El 70% de ellas pertenecían a los cinco grandes. La posguerra fue una etapa de gran concentración bancaria: si en 1946 diez entidades manejaban el 60% del negocio, para 1960 eran cinco bancos los que manejaban el 70%.
Para 1962 había en España seis bancos públicos. Y ese mismo año se aprueba una nueva liberalización "a la española": Entre 1963 y 1978 se inscriben 34 nuevos bancos tras pasar el visto bueno de los respectivos ministerios de Hacienda. En realidad este proceso de liberalización hizo que los grandes bancos abrieran más oficinas incidiendo en la ya de por sí mermada competencia del sector. Fue una buena época para algunas familias, otros, como el director general del Popular tuvieron suerte de hacer negocios con Patrimonio Nacional.

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Inflación España (la saqué de un sitio curioso).

Pero el impulso definitivo para los bancos de hoy en día vendría de uno de los últimos decretos bancarios del franquismo. En 1974 se abrió todavía más la espita de la expansión bancaria y el número de sucursales pasó de 5.600 a 11.000 en 1978.
Claro, de pronto una expansión bancaria y con la economía aguantando una inflación del 20% la cosa no pintaba nada bien. De hecho no pintó nada bien porque a la propia crisis económica y a las primeras reconversiones industriales les acompañó una crisis en el sector de 1978 a 1985. 48.000 empleados de banca se quedaron en la calle. Algunos casos nos suenan por su sonoridad intrínseca como el caso de Banca Catalana, Banca Mas Sardá, Banco de los Pirineos y un montón de otros bancos catalanes.

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"Abel Matutes" :____)

A partir de ahí la historia es conocida. Entramos en Europa, llegó Cobi, Curro y un montón de nuevos retos para un sector, el bancario español, que desde 1874 siempre buscó el cobijo estatal, convirtiéndose en un sector híbrido público-privado en el que si las cosas van bien ganan algunos y si van mal perdemos todos.
Dos moralejas: jamás existió una banca libre en España. Y además, que los bancos que tenemos hoy son los mismos que había durante la Tercera Guerra Carlista. Ahora vas y lo cascas.
Referencias:
  • Martín, Comín y Vallejo, La Hacienda por sus ministros. La etapa liberal de 1845 a 1899. Universidad de Zaragoza, 2006.
  • Historia del Banco de España - Banco de España.
  • García Ruiz, Libertad de emisión en España, 1856-1874: una revisión [PDF]. Cuadernos de Estudios Empresariales nº1, Editorial Complutense, 1991.
  • Martín Aceña. La conformación histórica de la industria bancaria española. Colección Mediterráneo económico nº8. Caja Rural Intermediterránea, Cajamar.
A mi si me bailan y cantan les invierto lo que sea:


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