Revista Salud y Bienestar

Historias de fonendoscopio. El poder curativo de la belleza.

Por Saludyotrascosasdecomer
Nos enamoramos de sus ojos y de su sonrisa. Nos enamoramos de sus labios que escondían dientes tan perfectos. De su pelo dorado, de sus caderas que al moverse levantaban olas de mar sobre las que todos queríamos navegar hasta llegar al puerto de su luminoso escote. Pero, sobre todo, nos enamoramos de su forma de ser. De su increíble capacidad para que pareciese que todo lo que hacía era lo correcto. Pero, claro, tan hipnotizados nos tenía que, en verdad, no seríamos capaces de decir si realmente lo hacía bien o simplemente actuaba.
Lo único seguro era que todos sus pacientes varones mejoraban con el simple hecho de que les preguntara ¿cómo está? Mucho mejor, doctora. Ahora, mucho mejor. Y que, cuando ibas tú a verles, ponían mala cara. Y reconozco que a alguno estuve a punto de mandarle a tomar por el culo porque no dejaba de preguntar por ella.

Sin embargo, esta historia, como todas, tenía su reverso: todas las mujeres a las que atendía, se morían. De envidia.

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