Revista Diario
El móvil empezaba a sonar desde que salía de casa. Sin descanso. Y ella encendía el primer cigarrillo mientras contestaba la primera llamada. Después, era todo una montaña rusa. Presentaciones de producto, datos de marketing, problemas, problemas y más problemas. Hasta las seis de la tarde. O las siete. A veces, hasta la noche. O la madrugada.Todo eso lo piensa él ahora, mientras coge su mano. La que responde. La otra mitad del cuerpo está paralizada por el daño cerebral. Lo piensa sin saber qué va a decirles a los tres niños que esperan en casa a que mamá vuelva de viaje. Y es que, a veces, por no parar, la vida nos frena en seco.