Revista Ciencia

Historias de un Mito: Isaac Peral, víctima de la conjura

Publicado el 19 septiembre 2013 por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22

Historias de un Mito: Isaac Peral, víctima de la conjura

Retrato de Isaac Peral

 Estos días, con presencia del Príncipe de Asturias, se ha llevado a cabo en Cartagena, mi ciudad natal, un homenaje y reconocimiento público a la figura del inventor Isaac Peral y Caballero (Cartagena, 1851-Berlín, 1895) con motivo del 125 aniversario de la botadura de su submarino en el arsenal de La Carraca en Cádiz. Al menos se restituye el honor de un científico y militar que fue vilipendiado injustamente por la propia Armada y el Gobierno de España.  
Historias de un Mito: Isaac Peral, víctima de la conjura

Cuando el presidente de Gobierno, el conservador Antonio Cánovas del Castillo, conoció las investigaciones del cartagenero exclamó algo así: «Un Quijote que ha perdido el seso leyendo novelas de Julio Verne». Tampoco el liberal Sagasta le hizo mucho caso. Esa era la mentalidad de nuestros gobernantes ante la posibilidad de un evidente avance científico técnico de la nación, máxime en una coyuntura de política internacional tan delicada como la vivida en aquellos años. Alemania amenazaba por aquel entonces con un ataque a las costas españolas, e incluso con la toma de las islas Baleares si nuestro país no renunciaba a las islas Carolinas en el Pacífico. Aunque la gran potencia imperial de aquel tiempo era Inglaterra, con una España a punto de perder sus últimas colonias en un contexto de decadencia, desánimo y pobreza solemne de buena parte de sus pobladores.
Muchos españoles esperaban que el submarino de Peral atacara el peñón de Gibraltar para recuperar el honor y el respeto perdido, de hecho se vendieron abanicos con un dibujo alusivo a tal añorada hazaña. Pero el apoyo inicial de las autoridades al proyecto y su financiación se truncó a las primeras de cambio, quizá por intrigas personales y políticas, espionaje industrial y presiones del gobierno británico. El ideario político de este militar y catedrático de Física en la Academia de Ampliación de Estudios de la Armada era republicano, disputando la plaza de diputado por Cádiz al hijo del ministro de Marina y que le ganó, aunque nunca llegó a tomar posesión del cargo.
Por otro lado, los gobernantes no tuvieron el menor reparo en que la prensa divulgara los hallazgos de Peral a los cuatro vientos, de hecho vinieron a conocerlos alemanes, austriacos o italianos pues las pruebas fueron públicas. Un error sobre otro en una grave acumulación de despropósitos. Se dice que Cánovas del Castillo recibió hasta cuatro visitas del embajador de Inglaterra porque el sumergible era una amenaza a la hegemonía de esta nación y, como contraprestación a que el aparato sumergible se arrumbara, los mandatarios ingleses estaban dispuestos a ayudar internacionalmente a España en la difícil situación que vivía, a punto de perder los restos de su antiguo imperio. El caso es que la Junta Técnica desautorizará el primer proyecto y le advierten a su autor que debe supeditarse a los ingenieros de la Marina, pero Peral no puede renunciar a su libertad creativa.
Para el historiador Agustín Román Rodríguez González, experto en historia naval, quizá nuestro personaje no aceptaba por orgullo intelectual que otras personas, con un nivel de conocimientos claramente inferior, controlaran su creación. En efecto, los que lo cuestionaban eran almirantes añosos que realmente lo que conocían bien era el mundo de la antigua vela. Desprestigiado, calumniado e insultado por el ministro de Marina decidió dejar tristemente la Armada, cuando había constituido toda una tradición familiar la pertenencia a este cuerpo. A partir de ese momento dedicó su enorme capacidad de trabajo e ingenio a crear fábricas de electricidad en más de treinta ciudades españolas, entre ellas Murcia. Siguió inventando y patentando elementos relacionados con el alumbrado público y doméstico.
Su cuerpo fue enterrado en el cementerio madrileño de la Almudena y tras debatir la posibilidad de que sus restos descansaran en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, la familia optó por el traslado en 1911 al cementerio cartagenero de Nuestra Señora de los Remedios, mediando Manuel Dorda. El artefacto vino a la ciudad en 1929, tras ser utilizado como retrete en La Carraca y durante muchos años se exhibió en la Base de Submarinos del Arsenal y luego en nuestro puerto, constituyendo una postal y una seña de identidad de Cartagena.  

Historias de un Mito: Isaac Peral, víctima de la conjura

Submarino S-70 entrando en el Arsenal de Cartagena


En el Museo Naval de Cartagena podemos visitar la sala de Peral que contiene su despacho y diversos efectos personales. Sobre su vida y obra podemos leer varias obras como la escrita por Erna Pérez de Puig y que lleva por título 'Isaac Peral su obra y su tiempo'; la editada por Áglaya 'La memoria del submarino Peral' con introducción, estudios, notas y apéndice de Agustín Román Rodríguez González; al cartagenero Diego Quevedo debemos el texto 'Tras la estela de Peral', obra editada por el Ayuntamiento de Cartagena y ediciones Mediterráneo, con motivo del 150 aniversario de su nacimiento y el bisnieto del inventor, Javier Sanmartín Isaac Peral, sacó a la luz 'El submarino Peral. La Gran conjura', editado por Áglaya.  
Historias de un Mito: Isaac Peral, víctima de la conjura

Una pena que hasta se cuestionase la paternidad del invento cuando queda claro que, frente a los avances anteriores de otros como los de Cosme García y el catalán Narciso Monturiol, Peral propuso el primer submarino moderno con la incorporación del periscopio, el tubo de lanzar torpedos interno al casco, la propulsión eléctrica, la seguridad de sus movimientos verticales, la renovación de la atmósfera interna, el uso de baterías que garantizaba autonomía de navegación, etc. Hasta ese momento las naves submarinas solamente descendían por un corto espacio de tiempo, quedaban a merced de las corrientes marinas y poco más.
Queda claro que ser inventor en España es tan difícil como ser torero en Suecia. Este ejemplo del pasado nos debe ayudar a reflexionar muy seriamente sobre el estado actual de la investigación española. Ese sería un excelente homenaje a Isaac Peral y Caballero. C. Marco

Volver a la Portada de Logo Paperblog