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Estaba sentado en una esquina del local. La luz, ténue y cálida. El día era lluvioso, fresco... y recuperaba temperatura con un caliente chocolate con regusto a caramelo. Entre cortos tragos se relamía los labios empapados de ese néctar dulzón, mientras, sin aparentemente importarle el tiempo, ni lo que sucedía a su alrededor, devoraba con sus ojos un pequeño libro que yacía en la mesa, junto a la taza. No parecía que nada le preocupara, salvo su chocolate y aquel libro. Tampoco parecía esperar a nadie, habían pasado varios minutos, y desde que una atenta camarera le atendiera, apenas cambiaba de posición salvo para coger la taza y dejarla de nuevo en la mesa, mientras su mirada hacía una y otra vez el camino de la taza al libro y del libro a la taza. Nada distraía su atención, ni el repicar de las gotas, ni el murmullo de diversas conversaciones... ni siquiera el tímido hilo musical.
De repente algo sucedió, algo hizo que nuestro amigo descuidara por un momento su taza y su lectura. Había reconocido un tema del hilo musical del local. Sonaba "the shadow of your smile", no la versión cantada por Sarah Vaughan, sino la que el saxofón de Gerry Mulligan hace de "voz" solista. Ahora él había cerrado los ojos y se había recostado sobre el respaldo de la silla, mientras escuchaba el tema con una media sonrisa. En su mente, una silueta. Al abrir los ojos, sentada en la silla de enfrente, ahora había una chica que lo miraba con semblante sonriente. Aquella silueta tenía forma y era real.
A partir de entonces, la taza y el libro pasaron totalmente desapercibidos en la mesa. El recuerdo del regusto dulzón del chocolate con caramelo casi sabía a amargo, y ahora sus labios eran bañados en más dulces mieles. Del libro, olvidado ahora en una esquina de la mesa, se podía leer claramente "vivo de una sonrisa que usted no supo cuando me donó".