Revista Política
Dice José María Aznar que España no puede permitirse 17 miniestados que le arruinen la competitividad, en referencia a las comunidades autónomas. O sea que hay que acabar de una vez con esta lacra que son las autonomías. Pues ya ven. Qué curioso que quien lo propone sea el mismo Aznar cuya carrera como político con aspiraciones de estadista comenzó precisamente como presidente de la comunidad autónoma de Castilla-León, y que en 1996 y para convertirse en presidente del Gobierno español no dudó en pactar con nacionalistas vascos y catalanes y llegó a "hablar catalán en la intimidad" con su esposa; el mismo Aznar, digo, que ahora viene a pedir a gritos el derribo del edificio autonómico español, que por otra parte está consagrado en esa hoy tan reverenciada por él y sus secuaces Constitución española, la misma que por cierto en su día, en 1978, votaron en contra él y su partido, entonces llamado Alianza Popular (casi el mismo collar para los mismos perros). Así es la derecha española, mendaz hasta la extenuación.
Pero no ha sido el único sandio que en esta jornada se ha lanzado a tumba abierta en los medios de la ultraderecha española. Un tipo que se firma Salvador Sostres escribe hoy en El Mundo a favor del "voto de calidad". El tal Sostres, especialista en boutades, asegura que si bien todos los ciudadanos deben tener derecho al voto, no todos los votos pueden valer lo mismo. El voto de una persona de éxito, un empresario, ejemplifica, no puede valer lo mismo que el de un trabajador, ya que según esta lumbrera alguien que no sea "una persona de éxito" no es más que un fracasado. Desconozco que es lo que se inyecta Sostres, pero les aseguro que cuando escribía en la prensa catalana ya tenía el cerebro dañado.
Otro que defeca hoy a gusto en su pipican de la perrera mediática es César Vidal. Asegura el hombre impasible el ademán que según un estudio grafológico que ha llevado a cabo en persona, el príncipe Felipe de Borbón es hoy es un hombre mucho más responsable, seguro y consciente de sus responsabilidades que cuando tenía nueve años, según demuestra su letra. Teniendo en cuenta que el príncipe Felipe acaba de cumplir cuarenta y tres años, parece que obvio que así sea; mal iría la Monarquía española si el heredero de la corona fuera hoy menos responsable, seguro y consciente de sus responsabilidades que cuando su augusta madre aún tenía que limpiarle los mocos. En fin, ya sabíamos que los delirios de César Vidal carecen de límites, al menos dentro de esta galaxia; pero acabamos de enterarnos de que al parecer, sus dotes de monárquico lameculos tampoco los conocen.
De estos engendros se nutre el pensamiento de la derecha española. "Pensamiento" y "derecha española": un oxímoron absoluto, como pueden ver.