Revista Sociedad
La unica bandera que nunca decepciona
Los chinos decidieron que ellos también querían jugar al juego de los consejos legislativos y en marzo de 1996 crearon un Consejo Legislativo Provisional. El 21 de diciembre sus 60 miembros fueron elegidos por un Comité de 400 miembros que habían sido designados por China de entre diversas categorías profesionales de Hong Kong. Digamos que el sistema no resiste demasiado bien la comparación con la ley de Patten en cuanto a democracia. La justificación china para la creación de este Consejo fue que el Consejo Legislativo salido de las elecciones de 1995 no había respetado lo previsto por la Ley Básica, con lo caducaría el 30 de junio de 1997, esto es, el último día del mandato británico. Para evitar que se produjera un vacío de poder se hacía necesaria la creación del Comité Legislativo Provisional un pelín menos democrático.En mayo de 1998 tuvieron lugar las primeras elecciones para el Consejo Legislativo bajo el control chino. La normativa electoral sufrió bastantes cambios con respecto a la de 1994, cambios que beneficiaron a los partidos pro-Pekin. Sorprendente, ¿verdad? Las 20 circunscripciones geográficas uninominales fueron sustituidas por cinco plurinominales. Se suprimieron las nueve categorías funcionales extras creadas en 1994 con lo que las circunscripciones funcionales volvieron a estar en manos de un grupo restringido de la élite profesional y empresarial; con la supresión de esas nueve categorías, el número de votantes de las circunscripciones funcionales pasó de 1.140.000 a 123.000. También se modificó la composición del Comité Electoral, cuyos electores en buena medida se solaparon con los de las circunscripciones funcionales. Con estos cambios, la composición del Consejo Legislativo se alteró sensiblemente. Adiós al equilibro entre fuerzas pro-democracia y fuerzas pro-Pekin. Las fuerzas pro-democracia sólo conquistaron 20 de los 60 escaños en juego (15 por las circunscripciones geográficas y 5 por las funcionales). También conviene referirse a la figura del Jefe del Ejecutivo, que, tras la devolución a China, reemplazó al gobernador colonial. La Ley Básica le otorgó amplios poderes. La principal limitación que tiene es que antes de adoptar ciertas decisiones políticas de calado, tiene que consular con el Consejo Ejecutivo. Lo elige un Comité Electoral cuyos miembros son elegidos o designados por las circunscripciones funcionales. Es decir, que el Jefe del Ejecutivo en última instancia es elegido por un grupo restringido de la élite. La Ley dejaba la puerta abierta para cambiar el sistema de su elección cuando hubieran transcurrido diez años, esto es, dos mandatos enteros. El primer Jefe del Ejecutivo fue Tung Chee-hwa, un magnate naviero con contactos con el Gobierno chino y que había sido uno de los redactores de la Ley Básica. Su primer mandato fue contestado. Muchos de sus grandiosos proyectos hicieron que más de uno, incluido el mismo Gobierno chino, frunciese el ceño. Encima le tocó apechugar con la crisis económica asiática de 1997. Aunque bastante impopular, tenía lo que hacía falta: el apoyo de Pekin. En 2002 logró el endoso de 762 de los 800 miembros del Comité Electoral. Nadie tuvo ganas de enfrentarse a un político tan apoyado. Así, sin oposición, consiguió su segundo mandato. El segundo mandato de Tung fue aún más desastroso que el primero. Impulsó dos iniciativas de tufillo antidemocrático, la segunda de las cuales le estalló entre las manos. La primera fue sustituir en los principales puestos de la Administración a los funcionarios profesionales y neutros por políticos designados por él mismo. Según Tung, esto mejoraría la colaboración entre dichos cargos y el Jefe del Ejecutivo. Un escéptico podría pensar que lo que buscaba era cargos para recompensar a los amiguetes y es que hay gente muy mal pensada. La segunda medida, la que le estalló, fue intentar desarrollar el artículo 23 de la Ley Básica. El artículo establecía que Hong Kong establecería sus propias leyes para “prohibir cualquier acto de traición, secesión, sedición, subversión” contra el Gobierno de China, así como para prohibir que organizaciones políticas extranjeras realizasen actividades políticas en Hong Kong o que organizaciones políticas hongkonitas estableciesen vínculos con organizaciones políticas extranjeras. Tung se puso a desarrollar legislativamente ese artículo con su habitual destreza y consiguió que medio millón de hongkonitas se echaran a la calle para protestar. Aquello fue demasiado hasta para el propio Tung, que acabó congelando el proyecto de ley. A esta cuestión política vinieron a sumarse nuevos ejemplos de las más que discutibles habilidades gestoras de Tung. El principal fiasco fue el de la gran venta de bienes inmuebles estatales. Una venta que iba a proporcionar unos 3.000 millones de dólares y en la que estaban interesados medio millón de inversores fue cancelada en el último momento por la querella de un jubilado afectado por la misma. Lo positivo del incidente fue que mostró que el Estado de Derecho seguía funcionando en Hong Kong, pero nadie se quedó con esa copla. Con lo que se quedó la gente fue con que Tung la había vuelto a cagar. En diciembre de 2004 el propio Presidente de China, Hu Jintao, decidió que había tenido bastante y le lanzó una filípica en público. Cuando en Asia tu señorito te critica cabreado en público, es que estás metido en mierda hasta el cuello. Tung captó el mensaje. De pronto se dio cuenta de que su salud (la física, no sólo la política) no era tan buena como antaño, y el 10 de marzo de 2005 presentó la dimisión y dejó al cargo a su número dos, Donald Tsang.