Revista Expatriados

Hong Kong y la democracia ( y 5)

Por Tiburciosamsa

Tsang estaba hecho de otra pasta que Tung y se tomó en serio lo de reformular el sistema. Lanzó un proceso de consultas, que fueron consideradas por la Comisión de Desarrollo Estratégico, y en julio de 2007 publicó el Libro Verde sobre el Desarrollo Constitucional. El Libro Verde establecía la hoja de ruta para la celebración de elecciones por sufragio universal en 2012. El Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional china dijo que ni de coña lo del sufragio universal para las elecciones de 2012, aunque dejó la puerta abierta para que el Jefe del Ejecutivo fuera elegido por sufragio universal en 2017 y todo el Consejo Legislativo lo fuera en 2020. Tsang, que era muy bien mandado, en su informe de diciembre de ese año sobre el Libro Verde, dijo que no consideraría ninguna propuesta que fuera contra la decisión del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional. No obstante, Tsang no era tonto; sabía que una parte importante de la opinión pública hongkonita deseaba que hubiera una mayor democratización. Así fue que comenzó a dialogar con los líderes pro-demócratas, teniendo siempre en cuenta las líneas rojas que le venían impuestas por Pekin. El resultado de esos trabajos fue el Documento de Consulta sobre los Métodos para la Selección del Jefe del Ejecutivo y para la Formación del Consejo Legislativo en 2012, que fue publicado en 2012. Los principales cambios propuestos fueron: 1) El número de miembros del Consejo Legislativo pasó de 60 a 70. De éstos 35 serían elegidos por circunscripciones geográficas y 35 por las funcionales; 2) El número de miembros del Comité Electoral que elige al Jefe del Ejecutivo aumentó a 1.200, al tiempo que se incrementaba la proporción de miembros electos de los Consejos Distritales en el Comité.Las reformas eran modestas y tal vez su mayor efecto fue que dividieron al campo pro-democrático. El Partido Democrático optó por negociar con Pekin, mientras que el Partido Cívico y la Liga de los Socialdemócratas se enrocaban en su oposición y cinco de sus legisladores presentaron su dimisión del Consejo Legislativo.Mientras las leyes electorales eran reformadas, también hubo cambios en el Ejecutivo en mayo de 2008, con la creación de ocho nuevos puestos de Subsecretario y nueve de Asesor Político. Cuando veas que en aras de una supuesta eficiencia los políticos empiezan a reemplazar a los funcionarios, échate a temblar. Así lo pensó la opinión pública hongkonita que en los sondeos realizados en los meses siguientes le hizo la pedorreta a Tsang. En el espacio de cuatro meses pasó de una tasa de aprobación del 66% a otra del 39%.En marzo de 2012 tuvieron lugar las segundas elecciones a Jefe del Ejecutivo en las que concurrieron varios candidatos. En las de 2007 había concurrido un candidato del Partido Cívico, Alan Leong, que nunca tuvo ninguna posibilidad; las de 2012, en cambio, fueron mucho más movidas. Meses antes de la elección parecía que Henry Tang, del Consejo Ejecutivo, era el candidato patrocinado por Pekin. Sin embargo, a medida que la fecha de las elecciones se acercaba, los escándalos empezaron a cercarle. Hubo dos acusaciones de adulterio. Las interesadas las negaron, pero la mujer de Tang no ayudó mucho cuando comentó que su matrimonio había pasado por momentos difíciles y que su marido tenía sus fallos, aunque ella apreciaba mucho sus puntos fuertes. No especificó ni unos ni otros y dejó en la sombra lo que sus supuestas amantes pensaban del punto o los puntos fuertes de Tang. Una acusación de adulterio puede hasta darle colorido a un candidato. Otra cosa es que se le acuse de haber tratado de manipular un sondeo electoral independiente, el de la Baptist University en este caso, o que haya levantado estructuras ilegales en su casa, y más en un país donde la tierra escasea y son tan mirados con ese tema como es Hong Kong.Todo lo anterior hizo que la balanza empezase a inclinarse a favor de Leung Chun-ying, que también provenía del Consejo Ejecutivo y cuyas credenciales también eran del agrado de Pekin.  Finalmente Leung se llevó 689 de los votos del Comité Electoral frente a los 285 de Tang. El tercer contendiente, Albert Ho, del Partido Democrático, se quedó con unos testimoniales 76 votos. En septiembre de ese mismo año tuvieron lugar las elecciones al Consejo Legislativo conforme a las reglas de 2010. Los resultados fueron más bien decepcionantes para los pro-demócratas: pasaron de 23 a 27 escaños en el Consejo, mientras que los partidos pro-Pekin pasaban de 37 a 43. Como de costumbre, los demócratas obtuvieron mejores resultados en las circunscripciones geográficas, donde se llevaron el 56% de los votos. Sin embargo ese margen se tradujo en sólo un escaño de ventaja sobre los partidos pro-Pekin a causa de la división entre ellos. En las circunscripciones funcionales los partidos pro-Pekin arrasaron: se llevaron 26 escaños, frente a los 9 de los demócratas. Desde el principio Leung fue un Jefe del Ejecutivo poco popular. La campaña electoral había sido sucia y no pudo evitar que parte de la mierda que había arruinado la carrera de Tang le alcanzase a él también. Tampoco le ayudó que poco después se supiese que él también había realizado añadidos no autorizados a su casa. Además haber ganado con 689 de los 1.200 votos posibles, hizo que su victoria pareciese un poco piltrafilla. Desde el principio se le acusó de ser un lacayo de Pekin y él no ayudó cuando decidió pronunciar su discurso inaugural en mandarín y no en cantonés, como su predecesor. Leung intentó redorar sus blasones haciendo gala de sus orígenes trabajadores: su padre era un oficial de policía y en sus primeros años no conoció lo que era la buena vida. Intentando explotar esa sintonía con los desfavorecidos ha adoptado algunas políticas populistas y populares como la de introducir un impuesto a los extranjeros que compran inmuebles en Hong Kong o la de prohibir que las embarazadas del continente vayan a la isla a dar a luz en sus saturados hospitales. Es posible que Leung hubiese pasado sin pena ni gloria a la Historia como un Jefe del Ejecutivo gris, si no hubiese surgido el movimiento Occupy Central para pedir el sufragio universal en las próximas elecciones a Jefe del Ejecutivo y al Consejo Legislativo. El detonante del movimiento fue la decisión del Comité Permanente de la Asamblea Popular china del 31 de agosto de 2014 de que el Jefe del Ejecutivo en 2017 sea elegido por sufragio universal… entre quienes nosotros digamos. Efectivamente, el Comité Permanente ha fijado como requisito para poder ser nominado que el candidato sea una persona que “ame al país [China] y ame a Hongkong.” Todavía no sé bien cómo se demuestra el amor al país: si lo amo tanto que cada mañana me ducho tarareando el himno nacional, pero tengo mi fortuna en Andorra, ¿sigo amándolo mucho? El Comité Permanente no ha entrado en esos dibujos pero ha dicho que habrá un Comité de Nominación que designará a dos o tres candidatos que serán los que puedan concurrir a las elecciones. En cuanto al Consejo Legislativo, no habrá sufragio universal en 2016 y después ya veremos. No entraré en cómo se desarrollaron las manifestaciones a partir de ese momento, sino en unas declaraciones que hizo Leung el 22 de octubre pasado y que causaron cierto impacto. Dijo que si se permitía el sufragio universal, la pura fuerza de los números haría que los desfavorecidos tuvieran más influencia sobre la política y convirtieran Hong Kong en un Estado del Bienestar. Bueno tradicionalmente la democracia ha consistido en saber lo que quería la mayoría, así que está bien que Leung se retrate y muestre que el sistema para Hong Kong que tiene en mente es todo menos democrático. A veces se agradecen la franqueza y la claridad en política, que ya está bien de cogérsela con papel de fumar y ser políticamente correcto.
Y termino con un apunte: durante toda la entrada he hablado de democracia y sufragio universal, pero a lo mejor la fuente última del descontento no es ésa. A fin de cuentas durante la dominación británica no había ni uno ni otro y los hongkonitas no salían a la calle a protestar. Tal vez todo sea cuestión de una sociedad que se está volviendo más desigual y donde cada vez es más difícil el ascenso social con independencia de lo que se esfuerce uno. 

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