INGREDIENTES (2 personas)
4 huevos L (de buena calidad)
1 cebolleta
1 diente de ajo
1 trozo de jengibre fresco
4-5 espárragos trigeros
2-3 tomates maduros
1 puerro (parte blanca)
1 rama de apio
1 cucharada de comino en grano
Hierbabuena fresca
1 lima (y su ralladura)
Sal, pimienta y aceite de oliva
1 trocito de Lemon grass (opcional)
Tiempo: 20 minutos
Película comparada: "El crepúsculo de los dioses" TRAS RECETA
En una rondón o sartén amplia y profunda, echamos un par de cucharadas de aceite de oliva y vamos a ir sofriendo la cebolleta, el apio, el lemon grass, el puerro y los espárragos.
Cuando estén pochadas añadimos el comino en grano, el jengibre y el ajo picado. Y dejamos sofreír unos minutos. Que salgan a relucir los aromas...
Momento de meter en escena el tomate troceado. Removemos bien para que impregnar bien todas las verduras de las fragancias. Salpimentamos al gusto.
Ahora toca ponerse creativos. Hacemos cuatro huecos en la olla con la ayuda de la cuchara y vamos cascando un huevo en cada uno. Les echamos una puntita de sal en cada yema. Y tapamos la olla. Dejamos que se cocine a fuego moderado unos 5-6 minutos.
Pasado ese tiempo apagamos el fuego, rallamos la piel de la lima (sin parte blanca, que amarga) y espolvoreamos bastante hierbabuena fresca picada. Y voilá! ¡Que aproveche, hitchcookianos!
Película ideal para degustar este plato
SUNSET BOULEVARD"El crepúsculo de los dioses" de Billy Wilder (1953)
Pese a que la receta goza de un gran colorido, he optado por el preciosismo del blanco y negro (tan amado por mi enloquecida mente cinéfila) para elaborar esta comparación. Hay muchos elementos que llaman mi atención: la mezcla de verduras diferentes, su "encerramiento" en la olla, el protagonismo absoluto de los huevos, una convivencia/cocción que desatará sus aromas... Más o menos lo que sucede en la sublime obra maestra wilderiana: El crepúsculo de los dioses.
No descubro nada nuevo sobre el genio austríaco, al decir que fue uno de los más importantes y determinantes talentos del séptimo arte. Su obra, tanto la abiertamente cómica: "Con faldas y a lo loco", "En bandeja de plata" o "Un, dos, tres..." como la dramática "Días sin huella", "Perdición" o "El gran carnaval", constituye un poderoso pilar narrativo para generaciones venideras. Wilder fue un dardo envenenado en la conservadora actitud del Hollywood de los 40 y 50, su pluma afilada sorteó censuras y supo hacer auténticas autopsias fílmicas sobre la conciencia y miseria humana.
En "El crepúsculo de los dioses" va un paso más allá y se adentra en el género del "cine dentro del cine" para diseccionar el oscurantismo que se vivía en la edad dorada del cine. Esta película no tiene nada de amable y sí mucho de cruel, ácida y maquiavélica. Su mirada irónica y sus majestuosos diálogos se posan en un joven y conflictivo guionista (William Holden) que narra los hechos que precedieron a su muerte (detonante que luego se usaría para comenzar otra joya como "American Beauty") Y de cómo, huyendo de los acreedores, encuentra una tabla de salvación alojándose en la fastuosa mansión de una vieja gloria del cine mudo, Norma Desmond (Gloria Swanson). Que sobrevive rodeada de recuerdos y de antiguallas y es consolada por su hermético mayordomo, y antiguo director de cine (Eric Von Stroheim)
Nuestra receta se basa en esa venenosa relación que surge inevitablemente entre los protagonistas. La olla hace las veces de casa-museo de Sunset Boulevard, delimitada por una verja y en la que no entra ni sale nadie sin el conocimiento de ella, la dominadora actriz. Esa olla se convierte en el escenario por el deambularán los personajes/verduras y donde se cocinará su autodestrucción.
A través del pechado iremos presenciando como las almas que una vez fueron grandes y reconocidas (genial el cameo de Buster Keaton), se van ablandando, agrietándose, perdiendo su esencia y formando parte de una amalgama de recuerdos que jamás volverán. Así el comino o el jengibre, presencias poderosas como la del guionista Holden, van perturbando la rutinaria vida de un sofrito y dotándolo de nuevas fragancias, que despiertan de su letargo a la trasnochada y fracasada actriz.
El tomate surge en la historia de este cocinado, tiñendo de rojo sanguinoliento el destino final de los personajes. El asesinato se muestra en "El crepúsculo de los dioses" desde el minuto uno, y nos da pistas para adivinar que todo ese mundo de fantasía y lujo, no es más que un escaparate bonito que encubre frustración, temor, soledad, demencia...
Y entonces emergen los huevos (que de un modo chiflado se nos asemejan flotando en la piscina de verduras, como el primer plano de la película con el cadáver de Holden sumergido en el agua) Esos cuatro protagonistas totales (la actriz arrogante y su fiel mayordomo, el pícaro guionista y su joven e inocente ayudante) terminan mal conviviendo en una historia de traiciones y falsos deseos. Su crudeza se desata cuando se cocinan y se endurecen, como dando a entender que deben hacerse con una coraza frente a todas las miserias y locuras que tienen alrededor.
Y al final... la hierbabuena y la lima nos otorgan ese frescor y acidez que encumbra a Norma Desmond cuando es detenida por la policía. Tiene una última oportunidad vital de actuar ante las cámaras (de los periodistas, pero cámaras al fin y al cabo) y mostrar al mundo su enorme talento. Una especie de sensación agridulce (como la mezcla de hierbas y los cítricos). Decía ella que "yo sigo siendo grande, son las películas las que se han hecho pequeñas" Pues "El crepúsculo de los dioses" sigue siendo Desmond, es decir, muy grande...