Me gusta mirar el mar, cuando estoy sentada frente a él noto una relajación tal, que noto como los problemas que llevo son arrastrados poco a poco por las olas. Soy de Madrid y adoro mi ciudad, pero siento envidia sana de todos aquellos que pueden disfrutar de ese azul intenso a diario, por eso, en cuanto puedo me escapo a la costa, sobre todo a Mojácar, lugar en el que he encontrado un rinconcito.
Cuando voy me gusta desayunar frente al mar, zumo de naranja, café y tostada, lentamente, disfrutando de cada sorbo o bocado. Pero cuando tengo la suerte de que alguno de mis hijos esté con mi marido y conmigo, sustituyo la tostada del desayuno por unos huevos de codorniz sobre ibérico y salmorejo, es una forma de convertir un desayuno en especial. También preparo este pincho como preludio de alguna comida acompañado de una copa de vino, mientras hacemos tiempo antes de sentarnos a la mesa. Solamente necesitamos para cada una de estas tapas 1 huevo de codorniz, unas lascas de jamón ibérico, una cucharadita de salmorejo, una rebanada de pan de molde, bálsamico en gelée o crema y cebolleta deshidratada.
Tostamos el pan de molde, lo cortamos en diagonal y con un vaso de chupito hacemos un agujero en una de las partes. Cubrimos con una capa salmorejo, a continuación unas lascas o media loncha de jamón ibérico.
Freimos el huevo de codorniz y lo colocamos encima y en la parte de la clara ponemos unos pequeños trocitos de gelée de balsámico o unas gotitas de crema de bálsámico de Módena. Tapamos y dejamos el circulito qué hemos cortado en un lado. Espolvoreamos con cebolleta deshidratada
Y ya tenemos nuestro aperitivo con sabor a Andalucía