Humo

¿Fukushima? No, ataque indiscriminado en Gaza (Foto: AFP)

Humo blanco. Es lo que a la vista emerge de los reactores de Fukushima según las autoridades. ¿Vapor inocuo? ¿Radiación en estado puro? Prohibido acercarse a averiguarlo, así que hay posibilidades de que sea lo segundo. Quizá nunca lo sepamos, o quizá lo sepamos mucho antes de lo que creemos. Nos venden que es humo blanco. Nos venden humo.

Es fácil manipular cuando hablamos de humo: es inmaterial e invisible como la radiactividad. El humo, antes amigo y símbolo de progreso desde los primeros trenes de vapor, es ahora enemigo, invisible como la guerrilla, como una incursión armada que aturde el sueño nocturno de Occidente. Como el mercado, antes amigo y enriquecedor, ahora enemigo. Como Gadafi, antes amigo, ahora enemigo que quema sus últimos cartuchos contra los insurgentes que se resisten en el último bastión, Bengasi, en medio del humo de bombas y morteros. El humo ha salido de los bares y ahora recorre las calles, los campos, viaja en informativos y notas de prensa oficiales y cruza el planeta para, finalmente, invadirlo todo, imposible de detener si no cortamos también el aliento.