Seguimos con las ideas que otros emprendedores y personas con talento han encontrado para salir airosos de esta crisis. En una entrada anterior de este blog comentábamos que las tendencias parecen ser la originalidad, la personalización, los precios bajos, el diseño… y muchas horas de trabajo.
Lali Rondalla y Cuentis son dos ejemplos a tener en cuenta.
Lali Rondalla tiene amplia experiencia cantando y contando cuentos infantiles. Es de esas personas que desde pequeñas siempre ha necesitado un bolígrafo a mano para apuntar todo aquello que le traía su imaginación. A raíz del nacimiento de su sobrina Abril, comenzó a inventarle canciones e historias en los que ella era la protagonista, pero… vaya, eran tan entretenidos que Aina, la mejor amiga de Abril, quiso tener sus propios cuentos. De ahí nacieron los audiocuentos personalizados en los que Lali basa su negocio, su tiempo y su autorrealización completa.
Si queremos uno de sus CDs, basta con entrar en su web, escoger un cuento en función de la edad (los hay de 0 a 8 años) y rellenar un formulario con los datos de personalización, básicamente el nombre del peque. En unos días Lali lo habrá grabado y nos lo enviará a casa contra reembolso. Es difícil sustraerse al encanto de los dibujos y de las canciones. Un cuento para guardarlo toda la vida.
Cuentis es una iniciativa similar. Son cuentos a medida, ya no en CD sino impresos como libros. De nuevo todo se realiza por internet, aunque para cualquier consulta siempre hay alguien de Cuentis conectado al chat en el lado derecho de su web. Allí decidimos qué cuento queremos, rellenamos los datos necesarios (nombre del niño/a, de los padres, líneas del texto…) y pagamos con tarjeta o Paypal. En un máximo de 20 días nos lo habrán enviado a casa.
¿Quién está detrás? Una pequeña empresa llamada Alababalá que aprovecha las oportunidades que brindan las nuevas tecnologías para la edición y la impresión. Y no necesariamente de libros, sino sobre cualquier formato. Han convencido para el proyecto a amigos, conocidos, familiares y alguna entidad pública de las que apoya a los emprendedores (Barcelona Activa, en este caso), todos ellos profesionales en lo suyo y dispuestos a colaborar en un proyecto bien definido.