No es ningún secreto. Durante años uno de mis mayores miedos era el miedo a hablar en público, pánico o miedo escénico... Lo suelo contar mucho y si lo hago es porque en mi caso particular suponía un verdadero problema, un obstáculo tanto a nivel personal como profesional.
Recuerdo que durante mi curso de coaching, en una pausa de café le pregunté a mi profesora de Inteligencia Emocional: "Marian, ¿crees que yo necesitaría terapia para poder solucionar el problema de mi miedo a hablar en público?"
Marian me sonrió y me dijo que no, que en realidad sólo necesitaba práctica y aplicar algunos ejercicios para superar lo que ella misma denominaba secuestro emocional.
Un secuestro emocional es un estado provocado por nuestro sistema límbico que traslada nuestro cuerpo a un "estado de emergencia" en el que las emociones te llevan sin que puedas hacer nada para evitarlo. No eres capaz de pensar, sólo te dejas llevar por tus emociones más agudas. Esto se produce en pocos segundos y no tenemos tiempo de valorar la situación con objetividad ni tomar decisiones de forma racional.
El origen de tu miedo a hablar en público
Si tienes el llamado miedo a expresarte en público, te invito a que trates de recordar su origen, que probablemente esté en tu infancia, adolescencia o incluso en tu vida adulta. La mejor manera de detectarlo es haciéndote consciente de alguna vez que sufriste un verdadero pánico en este aspecto o el mencionado más arriba secuestro emocional.
Mi miedo escénico tenía un origen muy claro: en 3º de universidad me tocó hacer una exposición en público, delante de toda la clase. Llevaba sin hablar delante de otros desde hacía un par de años y me pilló en un momento de mi vida en el que mi autoestima estaba algo baja, me sentía más vulnerable por cuestiones personales.
Recuerdo que debía contar en público el contenido de una de las obras de teatro que más me gustaban, "El jardín de los cerezos" de Antón Chéjov, uno de mis escritores favoritos, al que además tuve la suerte de poder leer en su idioma original y mi lengua natal, el ruso.
Recuerdo la situación con gran detalle: llevaba un pantalón verde oscuro que me quedaba muy bien, un jersey naranja entallado que también me favorecía. Iba muy guapa, salí a la pizarra y de repente algo que pensaba que iba a funcionar a la perfección se torció: empecé a temblar delante de la mirada de más de 50 alumnos que había en clase en aquel momento, mi voz me había traicionado, no conseguía controlar mis gestos ni expresiones. Un secuestro emocional en toda regla que no era capaz de controlar.
La vergüenza que sentí era tal que no me atrevía ni a mirar a los ojos a mis compañeros, y por más que trataba de tomar el control lo que me estaba pasando, más nerviosa me ponía, mientras el papel de apoyo que tenía en mis manos temblaba sin parar. Pensamientos internos como "estoy haciendo el ridículo más grande de mi vida, quiero salir de aquí, que acabe ya, qué vergüenza, qué pensarán de mí desde hoy, se reirán y les daré pena..." no dejaban de dar vueltas en mi cabeza.
Incluso ahora, al describir con detalle la situación, noto cierta tensión en mis manos, y una sensación muy incómoda. Pero quería transmitírtelo, para que vieras de qué hablamos cuando nos referimos al pánico escénico y más concretamente al secuestro emocional.
No podría controlar mi respiración, mis manos, mis sensaciones... estaba totalmente dirigida por unas emociones que se manifestaban en estas 3 direcciones: fisiología (voz quebrada, temblores, manos sudorosas, calor en la cara...), lenguaje (mi diálogo interno de que era una fracasada y estaba haciendo el mayor ridículo de mi vida) y enfoque (no podía prestar la atención a otra cosa que a mis carencias y lo mal que lo estaba haciendo, en vez de enfocarme en el mensaje que había preparado y que hubiera querido transmitir).
La PNL y el anclaje
Desde entonces, tras una experiencia emocional tan intensa, asocié de forma inconsciente el hecho de hablar en público con un descontrol total de mi cuerpo y mente. En la programación neurolingüística hablamos mucho del término de Anclaje: es decir, anclamos una experiencia determinada a un estado emocional, como lo explico en este vídeo para conseguir confianza a través de un anclaje.
¿Qué me costó aquel anclaje tan negativo? Demasiadas cosas: baja autoestima, sensación de que no era capaz de controlar todas las áreas de mi vida, dificultades incluso a nivel de relaciones interpersonales... este problema además supuso que no pudiera aspirar a ciertos trabajos en los que tuviera que exponer delante de otros un proyecto, una idea, dirigir o participar de forma activa en reuniones.
Sí, a veces un hecho tan simple como ser capaz de exponer en público tus ideas puede influir drásticamente en toda tu vida, especialmente cuando eres alguien a quien le gusta comunicar, alguien que es en el fondo sociable, o alguien que simplemente quiere tener éxito en la vida.
Tomar la decisión de romper con un patrón negativo
Fue a partir del momento que decidí reinventar completamente mi profesión y mi vida cuando tomé la decisión de que ya no sería víctima de mis emociones y mis miedos, sino que tomaría las riendas de la situación y conseguiría exponerme al público, dando conferencias, ofreciendo charlas, impartiendo talleres... Y es que si la misión que había descubierto consistía en ayudar a los demás, no me quedaba más remedio:
- Ayudarme en primer lugar a mí misma
- Transmitir a otros mi ayuda, a través de vídeos, sesiones de coaching grupales, talleres, conferencias...
Se trataba de un reto personal en primer lugar: superarme, vencer mi timidez y mis miedos; y profesional, pues sólo comunicando lo que sabía podría crecer como profesional y ayudar a mucha más gente.
Cómo logré superar mi miedo a hablar en público
Lo confieso: probé muchos ejercicios diferentes de Coaching y la PNL, Swish, Integración de Partes, creencias, meditación, respiración consciente... y el cambio no vino de la noche a la mañana.
En realidad creo que fue el conjunto de todas estas técnicas las que me llevaron a tomar control de esta área de mi vida. Así que brevemente quiero contarte qué sí me sirvió para vencer ese miedo.
Qué me funcionó:
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poner el foco en los demás en vez de mí misma
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creencias: darme cuenta de que yo sólo era un canal de transmisión de información
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afirmaciones positivas justo antes de empezar una charla
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ser yo misma: dejar de pretender ser una superexperta, empezar la charla contando algo personal, mostrándome vulnerable
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y sobre todo, aprender a valorarme tal como soy, con mis debilidades y fortalezas, apreciarme, quererme, gustarme yo misma... vamos, que al final mi problema de pánico escénico se reducía básicamente a la falta de amor hacia mí misma.
Cómo puedes vencer tu miedo escénico
Perfecto, puedes decirme. Ahora ya sé cómo lo has hecho tú, ¿pero qué hago yo si tengo ese mismo problema?
Bueno, para empezar puedes acudir a un experto: terapeuta, coach, etc. Pero te aseguro que el proceso lleva su tiempo y probablemente tengas que invertir también no pocos ahorros en ello. No obstante, existen maneras de hacerlo más rápido y a un coste mucho más asequible.
Es más, si yo hubiera tenido acceso a formación online cuando estaba teniendo verdadero pánico a hablar en público, sin duda alguna habría recurrido a un curso de un profesional especializado.
Curso online: Comunicación Eficaz con PNL
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Todo lo que Irene ofrece tiene la calidad máxima: desde sus cuidados y elaborados artículos y vídeos en su blog TeComunicas.com hasta su innovador proyecto, LeemeTV.com en el que a través de vídeos amenos y muy cuidados estéticamente, realiza una labor divulgativa de obras literarias clásicas de todos los tiempos.
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