Revista Cultura y Ocio
Vaya por delante que me gusta Ikea. Levanto la mirada ahora mismo y más de la mitad de los muebles que veo los he comprado allí. Me gustan los muebles, me flipa mirar el catálogo con sus familias suecas que se parecen a las españolas igual que unos extraterrestres de Venus y adoro las fundas de edredón de lobos verdes que tienen las princezaz en sus literas. Pero que me gusten sus muebles no quiere decir que no me haya encendido como el icono del cabreo del whatasup al ver su tan alabado anuncio de navidad en las redes sociales. Me levanto y digo, "mira, voy a ver el anuncio de Ikea a ver si me reconcilio con la publicidad y empiezo el día con buen rollo". Ahora mismo odio a todos los creativos publicitarios y estoy tan hostilizada que hasta tengo ardor. Es un anuncio rastrero, falsamente emotivo, manipulador, tramposo y sobre todo de una desvergüenza escalofriante. Por si alguien no lo ha visto, lo resumo brevemente. Coges unos cuantos niños de edades entre 4 y 11 años más o menos. Más pequeños no sirven porque no entienden por dónde vas a manipularlos y mayores tampoco porque no se van a dejar y además lo que ellos quieren no se corresponde con tus rastreros intereses de hacer sentir culpables a los padres. Con 12 años un niño no quiere que su padre le lea un cuento, sino que le deje salir con sus amigos al parque o al cine. Les haces escribir una carta a los Reyes Magos sin mencionar que muchos de esos niños probablemente han perdido ya la bendita ilusión de su existencia y conocen el secreto, y piden juguetes. Luego, les haces escribir una carta a sus padres con lo que les pedirían a ellos por Navidad. Es todo tan sutil que dan ganas de vomitar. Luego entregas las cartas a los padres que lloran todos. ¿Por qué? Pues porque en las misivas entregadas los niños piden que se les lea un cuento, cenar con sus padres, jugar al fútbol y pasar más tiempo juntos. Los padres lloran y se sienten inmensamente culpables. Ikea no contenta con este nivel de manipulación emocional, lleva su retorcida estrategia un poco más allá y les pregunta a esas inocentes criaturitas que carta eligirian si sólo pudieran enviar una. Los angelitos ponen cara de pensárselo, valoran los pros y los contras y dicen con cara de no haber roto un plato: la de mi madre, la de mis padres. ¡Tachán! Ya tenemos el mensaje:"Tus hijos te quieren a ti a pesar de que eres un padre desalmado que no pasas tiempo con ellos y tratas de comprar su amor con juguetes". Tócate los cojones, la zambomba y baila. Ikea está en su derecho de hacer el anuncio que le salga de las narices, eso no lo discuto pero ¿En qué están pensando todos los que han llorado con este anuncio, todos los padres que dicen que les ha emocionado, todos los que dicen que Ikea tiene razón?¿Estamos tontos o qué? Nadie discute que la conciliación es un tema chungo, que a todos nos gustaría llegar a casa a las 5 de la tarde y pasar la tarde con nuestros hijos, tener más vacaciones y poder ir a las funciones del colegio sin tener que pedir favores a diestro y siniestro. Eso es evidente, pero no se soluciona con un anuncio de Ikea.Por otro lado pasar la tarde con nuestros hijos no quiere decir ser un parque temático. A ver si nos enteramos ya de que la convivencia familiar no consiste en estar en casa haciendo todo lo que quieran nuestros hijos cada segundo de su existencia. La convivencia familiar consiste en convivir con las tareas, aficiones, gustos e intereses de cada uno. A veces coinciden, a veces no. Y no pasa nada.Además, la pregunta de elegir que carta enviar es tramposa, muy tramposa. Esos niños saben que sus padres fliparán con la carta y que la manipulación emocional a funciona siempre con efecto inmediato (estoy suponiendo que no hay manipulación de ninguna clase haciendo el anuncio y es ya muchísimo suponer). Si además saben, que los Reyes no existen y que en caso de existir su recompensa depende de su comportamiento, la elección está clara. Y además, ¿les has hecho creer que si no mandan la carta a los Reyes no tendrán regalos? Ja. Me gustaría ver la respuesta a esa pregunta.No dejemos que nos manipule una empresa que tiene un servicio para que aparques a tus hijos al ir a sus tiendas para que no te molesten. No le hagamos el juego a una empresa que abre todos los festivos y que cierra sus almacenes a las diez de la noche. Me encantaría saber que han sentido sus empleados al ver el anuncio, esos trabajadores que salen a las mil de la noche en el extrarradio de las ciudades cuando llegan a sus casas y sus hijos llevan dos horas durmiendo.Lo que más me cabrea de todo esto es que los espectadores target del anuncio, padres y madres con niños de esas edades, se hayan sentido culpables por esta burda manipulación por parte de una multinacional. Joder, dejad de sentiros culpables. No dejéis que os manipulen así. Sois los mejores padres que sabéis ser, cada día intentáis hacerlo mejor, unos días sale mejor, otros peor, unos adoras a tus hijos, otros no puedes más con ellos. Otros te da pena infinito no estar con ellos y otros das palmas con las orejas por tener unas horas de solterismo. Unos días los quieres con locura y otros te sacan de quicio. Sois, somos los mejores padres que pueden tener porque sois, somos sus padres y los queremos como nunca pensamos que podríamos querer a nadie y ellos a nosotros. No tenemos que ser padres perfectos de anuncio. Nuestros hijos tampoco lo son. Y no pasa nada.