Revista Arte

“Imán: Nueva York”: nostalgia de los ’60 o el maná de la Fundación Rockefeller

Por Deperez5
“Imán: Nueva York”: nostalgia de los ’60 o el maná de la Fundación Rockefeller
“Imán: Nueva York”: nostalgia de los ’60 o el maná de la Fundación Rockefeller
“Imán: Nueva York”: nostalgia de los ’60 o el maná de la Fundación Rockefeller
Arte de los '60 apadrinado por Romero Brest (de arriba hacia abajo): "obras" de León Ferrari, Marta Minujin y David Lamelas.
“Imán: Nueva York”: nostalgia de los ’60 o el maná de la Fundación Rockefeller
“Imán: Nueva York”: nostalgia de los ’60 o el maná de la Fundación Rockefeller
“Imán: Nueva York”: nostalgia de los ’60 o el maná de la Fundación Rockefeller

El otro arte de los '60 (de arriba hacia abajo): obras de Quinquela Martín, Gómez Cornet y Guillermo Roux.

Como todo el mundo sabe, la secta conceptual argentina reniega del academicismo y la tradición y adora lo nuevo, lo actual, lo ultra contemporáneo; pero sería un grave error creer que ese rechazo del pasado es inconmovible y perpetuo.
Nada de eso: en ciertas ocasiones especiales, la secta conceptual desanda el remolino de los años para recrear la mítica década del ’60, aquella que los creyentes añoran como al paraíso perdido.
Para celebrar su rito nostálgico, la secta se congrega en estos días en uno de sus templos favoritos, la Fundación Proa, donde la muestra titulada: “Imán: Nueva York” evoca los días de abundancia capitaneados por Jorge Romero Brest en el Instituto Di Tella.
En aquellos dorados tiempos, con el aporte de la Fundación Rockefeller y los auspicios de la Alianza para el Progreso, Romero organizó en la calle Florida la Gran Fiesta del Aventurerismo y la Irresponsabilidad Artística, acogida con entusiasmo por los medios de prensa de la época.
No está mal, claro, celebrar el arte de los ’60, sobre todo si se tiene en cuenta que en aquellos años estaban activos muchos grandes pintores argentinos del siglo XX, entre ellos Lino Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino, Raúl Russo, Ramón Gómez Cornet, Xul Solar, Antonio Berni y Benito Quinquela Martín.
Pero para la secta conceptual el único pasado que cuenta son las estridencias y alborotos del Di Tella, protagonizados por los ambiciosos jóvenes emergentes que respondían con entusiasmo a la convocatoria de Romero Brest: “hagan otra cosa que no sea pintura ni escultura”, y echaban mano a la primera ocurrencia extravagante que se les pasaba por la cabeza.
Así nacieron los colchones, falsos ascensores, falsos baños públicos, falsas noticias periodísticas, televisores descompuestos y otras zonceras aclamadas como obras de arte por el falso profeta de la muerte de la pintura, al que Jorge Luis Borges, prescindiendo de metáforas e ironías, calificó en esos días como “un delincuente”.
Pocos años después, Romero declaraba muy suelto de cuerpo que había triunfado en la tarea de destruir el pasado, pero que al desaparecer los aportes de la Fundación Rockefeller se había frustrado la etapa de la construcción del nuevo arte.
También en esos años, un joven y desconocido Guillermo Roux, cansado del rechazo sistemático que recibía en concursos y galerías, le llevó a Romero sus acuarelas y dibujos, pero sólo obtuvo un par de preguntas que lo decían todo: "¿Por qué me trae estas cosas? ¿Usted no sabe quién soy yo?"
Fiel a la herencia recibida, la secta conceptual escribe la historia a su antojo.
Según sus escribas de hoy, el arte argentino de los ’60 empieza y termina en las naderías del Di Tella, que no han cesado de repetirse a título de novedad durante los últimos cincuenta años.
Pero las imágenes dicen más que mil palabras: las que ilustran esta nota le servirán al lector para comparar las dos versiones del arte de los ’60… y para sacar sus propias conclusiones.

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