Título original: Immortals Género: Aventuras, Acción
Duración: 110 minutos País: EE.UU.
Dirección: Tarsem Singh Guión: Charley Parlapanides,
Vlas Parlapanides
Intérpretes: Henry Cavill, Mickey Rourke, Stephen Dorff, Freida Pinto, Luke Evans, John Hurt
Música: Trevor Morris Web: immortals-lapelicula.es/
El rey Hiperión y su despiadado ejército avanzan por
Grecia, destruyéndolo todo a su paso. Cada victoria
le acerca un poco más a su objetivo: desatar la furia de los Titanes
confinados en el monte Tártaro para vencer a los dioses del Olimpo. Nada
parece capaz de detener su avance hasta que un joven llamado Teseo jura vengar a su
madre, asesinada en uno de los ataques de Hiperión. Teseo con la ayuda de la oráculo Fedra, reúne a un pequeño grupo de
hombres y asume su destino en una batalla desesperada por el futuro de
la humanidad.
A poco que conozcaís mis gustos cinéfilos a la hora de degustar superproducciones y blockbusters varios, ya supondríais que hace tiempo que le tenía ganas a Immortals dada su temática: la épica y las posibilidades que brinda una época como la Antigua Grecia. Es un género en el que disfruto entrando de lleno en el juego de historias imposibles y criaturas fantásticas dejando de lado, en mayor o menor medida, un argumento que en la mayoría de ocasiones es sacrificado en pos del espectáculo visual.
Y eso es algo que ocurre en Immortals, una propuesta que ha sido, es y será comparada con 300 (Zack Snyder, 2006) no sólo por el hecho de que viene de la mano de los mismos productores, sino también por el personalísimo y marcado carácter visual que tanto Snyder como Singh disponen en pantalla en sus producciones y que es una característica que de alguna manera les une. El de Wisconsin ya ha dejado su sello inconfundible en propuestas como Amanecer de los Muertos (2004), la propia 300, Watchmen (2009) o Sucker Punch (2011), mientras que el director indio sembró con La Celda (2000) las originales y bizarras bases visuales y artísticas de su cine, que luego siguió explotando en The Fall - El Sueño de Alexandria (2006).
Aunque intrascendente para muchos, a mi me ha resultado una película bastante entretenida. Eso sí, confieso haberme sentado frente a la pantalla con la simple intención de pasar un buen rato sin tener en cuenta que el guión es realmente pobre y que cuenta una historia que ya hemos visto con anterioridad en innumerables ocasiones, quizás con mayor consistencia, pero no con un grado de espectacularidad mayor que en esta ocasión. Immortals sabe que su gran baza reside en el derroche visual y la fuerza de las imágenes, y no escatima esfuerzos en ese sentido. Tarsem Singh lo sabe y por ello pulsa de manera premeditada los resortes necesarios para que obviemos esa pobreza argumental: la fuerza de las imágenes, la potencia contundente de los efectos especiales, escenarios y localizaciones de fantasía y un diseño de producción cuidadísimo y embriagador que incluye un vestuario excepcional. ¡Y qué decir de las escenas de acción! Articuladas en torno a una serie de orquestadas coreografías, las escenas de lucha son, sin ningún género de duda, lo más entretenido del film, derivando en ocasiones -la lucha de los Titanes contra los Dioses del Olimpo- en una auténtica carnicería en la que la sangre y las vísceras son protagonistas absolutos.
Al frente del reparto y como protagonista de la historia tenemos a Henry Cavill, el próximo Superman -que está dirigiendo Zack Snyder bajo la supervisión del gran Christopher Nolan, que participa en el guión y es productor del film-, que aporta presencia física e intensidad a la hora de construir a Teseo, héroe de turno y al que, sinceramente, creo que le faltan aún algo de tablas en esto de la interpretación. El que se come la pantalla y se apropia del protagonismo en todo momento es, como suele ocurrir, el villano de la función, que en este caso es el Rey Hiperión, interpretado por un buen Mickey Rourke que parece dispuesto a pasárselo en grande interpretando este tipo de papeles, como ya hiciera con Whiplash en Iron Man 2. La que pasa sin pena ni gloria es Freida Pinto, con una sosa actuación sin apenas trascendencia y relevancia. Del resto del reparto destacaría a un correcto Luke Evans poniéndose en la piel de Zeus y la presencia testimonial del prolífico actor británico John Hurt. La actuación de Stephen Dorff es demasiado superficial como para emitir cualquier tipo de opinión al respecto. Digamos que aparece, sin más.
A pesar de sus casi dos horas de metraje, he de decir que el film pareció transcurrir en un suspiro y me entretuvo, cosa que en los tiempos que corren no es moco de pavo. Insisto en que el hecho de acudir al cine sin más pretensiones que disfrutar de una historia simple pero con sus dosis adecuadas de acción, violencia y brutalidad se me antoja básico y fundamental para no salir decepcionado. Evidentemente, y si buscamos comparaciones, no es la mencionada 300, pero sí que es infinitamente superior a Furia de Titanes, de Louis Leterrier (2010), que se erigió por deméritos propios en una de las grandes decepciones del 2010.