La directora canadiense Anaïs Barbeau-Lavalette.
La directora canadiense Anaïs Barbeau-Lavalette comenta en una entrevista como se interesó por Palestina... "Fui por primera vez a Palestina cuando rodé el documental "Si j’avais un chapeau". Filmamos en un campo de refugiados, con niños. Tuve una especie de revelación, de pronto vi todas las ambigüedades de la situación. Una mezcla de amor y odio, de fascinación y enfrentamiento, y decidí regresar para más tiempo. Estudié Política y Árabe, hice amigos, pero mi estancia no fue fácil. Presencié situaciones que me trastornaron, especialmente como mujer. Me preguntaron más de una vez qué hacía allí. Es una sociedad en el polo opuesto de lo que me define más profundamente, la libertad. Posiblemente fuera esa paradoja lo que me atraía: el hecho de que un lugar que amo, lleno de personas maravillosas y actos diarios de resistencia, carezca de libertad, algo esencial para los seres humanos, tanto internamente (la libertad de las mujeres) como exteriormente (la ocupación). En cierto sentido, eso me atraía. Volví varias veces, visité diversas ciudades, y cuanto más veía, menos entendía, pero más quería sumergirme en ese mundo. Empecé a escribir el guión estando allí, y la mayoría de los personajes están basados en personas que realmente existen.La película gira en torno a una mujer joven procedente de Quebec sumergida en una realidad totalmente ajena. En cierto sentido, podría decirse que la protagonista reflexiona acerca de la cuestión palestina, a lo que la realizadora Anaïs afirma que... "No me habría atrevido a realizar una ficción sobre la región palestina si no fuese desde el punto de vista de alguien de Quebec. De hecho, es lo que me interesa de la película, ¿hasta qué punto puede el conflicto de otros convertirse en propio? Con el tiempo, el personaje de Chloe se convierte en un campo de batalla, la guerra la devora. Quería expresar que no puede permanecer como una simple testigo. En un marco como ese, todas las protecciones se derrumban. Es la guerra. Puede penetrar en nuestro interior y destrozarnos, no somos inmunes. La guerra no es solo cosa de los otros. Creo que centrarme en un alter ego, me facilito entender la "humanidad" que hay detrás de la "inhumanidad" de la guerra. Chloe podría ser yo, mi hermana, mi vecina, y su camino podría ser el mío. Más aún, hay unas cuantas mujeres estadounidenses, inglesas, incluso israelíes que están encarceladas en Israel por actuar como Chloe. No me he inventado nada.Además que la identidad de Quebec se está redefiniendo, y aunque el tema del nacionalismo aún no está zanjado, podemos existir fuera de nuestras fronteras. También forma parte de Quebec nuestra visión de otros lugares. El cine ha empezado a reflejar esta nueva apertura a otros horizontes, como "Incendies" de Denis Villeneuve, "Monsieur Lazhar" de Philippe Falardeau, y "Rebelle" de Kim Nguyen (comentada en el blog aquí) son los ejemplos perfectos. Alejarse de la zona cómoda ayuda a respirar con mayor libertad. Aporta una contribución activa a la narración y a cómo nos definimos.Sobre la cuestión palestina Anaïs nos dice que... "No me atrevería a decir que entiendo Palestina o el conflicto palestino-israelí. Conozco a gente de allí, por eso para mí es una guerra con rostros de personas, lo que me aproxima más al conflicto, lo hace más accesible, más transparente. Pero para nada soy una experta. Mi conexión con la región es emocional (por mis amistades) y sensorial (por los viajes, sonidos, olores, las experiencias que viví). Probablemente me sienta más cerca del conflicto que la mayoría de la gente, pero no significa que esté equipada para debatir seriamente sobre el tema.Además, el mundo árabe se describe a menudo de forma muy superficial, como una cultura monolítica. Los árabes nos asustan. No les entendemos, y tampoco nos esforzamos en hacerlo. La naturaleza monstruosa del terrorismo (que lleva mucho tiempo existiendo en todo el mundo) se exacerba, se saca de contexto, no se explica y siempre se asocia a "los árabes". Nos aterroriza, nos distancia, y reduce el deseo de diálogo. Ese fue el contexto que tracé para el camino de mis personajes. Quería acercar al público a algo que parece incomprensible a primera vista. Aunque sin justificar sus decisiones, he querido poner cara a un acto inhumano. Es inquietante, pero creo que puede contribuir al proceso de construcción de la paz y de apertura hacia el otro.Huelga decir que el guión gustó a la mayoría de los palestinos e israelíes que lo leyeron. Les pareció atrevido, original y nada maniqueísta. Da mucha seguridad escuchar comentarios así cuando te enfrentas a un tema tan alejado de tu realidad. Pero "Inch’Allah" no es una película acerca del conflicto palestino-israelí, sino acerca de una mujer de Quebec en Palestina, acerca de una doctora que acaba metida en una guerra. Ante todo, quería hablar de algo que no nos pertenece, de lo que ocurre cuando nos enfrentamos a una realidad mucho mayor que nosotros, con la guerra. Era mi punto de vista, y los habitantes de la región lo comprendieron inmediatamente. Mi perspectiva no es política, solo cuento la historia de una mujer que se ve atrapada entre la espada y la pared. He querido mostrar que no estamos protegidos y que cuando nos enfrentamos a lo peor, incluso los valores morales que creemos más arraigados pueden desvanecerse.Fuentes:Pressbook e imágenes cortesía de ©Golem.Entrevista realizada por ©Michel Coulombe.http://www.image.net/http://www.filmaffinity.com/es/film139252.html