Revista Cine

‘inch’allah’: vertedero de guerra

Publicado el 09 junio 2013 por Cintasperdidas @cintasperdidas

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“No puedes pretender venir aquí y servirte una cucharada de esta mierda. Es nuestra mierda, no la tuya”.

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Es hostil pero logra evitar el dramatismo fácil en el que se suele caer al narrar historias sobre un territorio en guerra.  Es realista sin tropezar con los prejuicios políticos de la cultura árabe, propios de la sociedad occidental, a pesar de que la directora y la protagonista son originarias de Canadá. Es un grato encuentro con el día a día de una vida en guerra constante, con el entorno, con uno mismo, con el futuro que tiene el pasado más presente de todas las guerras: el conflicto palestino-israelí.

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Chloe es una joven doctora canadiense que trabaja en un campo de refugiados en Palestina como ginecóloga. Sin embargo, vive en Israel; cada mañana, cada noche, tiene que atravesar el paso fronterizo entre ambas zonas. Desde su posición de extranjera, observará minuciosamente la vida diaria de mujeres, niños y hombres anclados en la rutina de la guerra: verá cómo se sirve la cena con disparos de fondo. Su relación de amistad con una embarazada palestina se cruzará con su vecina israelí que, a pesar de compartir el color del pintalabios, se hallan irremediablemente enfrentadas en un conflicto que es más suyo que de nadie, pero también más impersonal que cualquier otro.

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Inch’Allah es un maravilloso y sincero retrato de cómo se vive con el enfrentamiento como medida del tiempo. La supervivencia acaba siendo un juego que, entre risas, entretiene a los más pequeños que quieren volar por encima de todo. La actriz Evelyne Brochu (Café de Flore) consigue dotar de gran carisma  a Chloe, la protagonista, reforzada de una genuina y fuerte secundaria, la mujer embarazada, interpretada por Sabrina Ouazani (De dioses y hombres).

El espectador entiende cómo se pierde la mente en un paisaje tan inmenso, sucio e inexplicable donde la vida humana carece de valor, donde la justicia apenas tiene presencia y donde la coacción prácticamente ha dejado de existir.


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