A menudo me pregunto para qué servirán las conversaciones de madrugada. Sí, esas que se producen con la tercera copa en la mano, en torno a una mesa seguramente, con la mente nublada y las defensas bajas. A mí me suelen interesar más que las de sobremesa corriente pero el resultado es el mismo o peor.A qué resultado me estaré yo refiriendo. A que pareciendo tan sinceras contribuyan a mejorar en algo la vida o la relación de las personas que conversan a pecho descubierto. Qué exagerado soy. Tendrá que ver con la permanente sensación de bloqueo, de inmovilismo en mí y en los demás, que tampoco diferirán tanto en inquietudes, anhelos, dudas y temores… esos que salen de su escondrijo a las tantas de la madrugada.
Recuerdo la última o una de las últimas, y es de hace meses, porque uno se va desinflando y va evitando perder el tiempo a esa y a cualquier otra hora. Estaba con nosotros un amigo que ha dejado el país para volver al suyo hace unos meses, movimiento que nos hizo perder el contacto. Qué raro en estos tiempos que corren en los que parece tan fácil localizar a alguien a través del mail, el Facebook, la web, el twitter y qué sé yo. Me llamó la atención lo claro que él tiene la vía de comunicación que le gusta más. A él lo que le va es hablar por teléfono convencional o a través del Skype. Qué pena cuando son herramientas que uno no usa ni le apetece usar.Yo mismo he comentado aquí lo poco que hablo por teléfono últimamente. Desde que se impuso el whatsapp me encuentro más cómodo enviando mensajes escritos. Me considero eficaz escribiendo y ventilo lo que sea más rápido que hablando, actividad que revela más cosas de ti y te obliga, por lo menos a mí, a encajar lo que se dice en un protocolo más amplio (hola cómo estás, me alegro de hablar contigo, todo bien, pues mira… y viceversa) para no resultar frío o grosero.Si quieres encontrar a alguien vas a tener que averiguar dónde está y dónde le gusta estar; querrá que le llames y a través de qué aplicación, querrá que le invites al cine o a comer, querrá que le busques en Facebook, en Twitter, en su Blog, en su casa, un poco en todas partes, o no querrá…
Ya lo dije tiempo atrás y lo mantengo, en la era moderna de la comunicación lo que resulta más fácil es perder a tus amigos de vista e incomunicarse tras un parapeto cada vez más amplio de aparatos, aplicaciones y espacios virtuales.