En las versiones más maduras del positivismo lógico, autores como Carnap y Hempel terminaron por admitir que la noción de "concepto observacional" es más bien pragmática, y no requiere ninguna relación explícita y directa con "el contenido de los datos sensoriales" (que es, a la postre, un constructo de lo más teórico), sino que más bien, en el análisis de la ciencia se han de tomar como "conceptos observacionales" todos aquellos que los científicos consideren que son "lo suficientemente observacionales", es decir, aquellos conceptos sobre los cuales los miembros de la comunidad científica relevante estén de acuerdo en que hay unos procedimientos de medición u observación "relativamente simples y directos". Es decir, un concepto sería "observacional" en una cierta disciplina científica cuando los científicos piensan que los datos empíricos que se describen mediante ese concepto son no-problemáticos..El problema más importante para los positivistas no era, de todas formas, el de cómo definir los conceptos teóricos, es decir, los que NO son observacionales, aquellos para los que no está claro que los datos nos informen "directamente". Como expresó el gran Carl Hempel, el problema es que los conceptos teóricos, o bien contribuyen a incrementar las consecuencias empíricamente observables de la teoría que los contiene, o bien no. Si ocurre lo primero, eso quiere decir que, en lugar de la teoría que contiene dichos términos, podríamos quedarnos con la "teoría" consistente en el conjunto de todas las consecuencias observables de la primera teoría (llamemos a esta parte observacional "el contenido empírico de la teoría"), y ambas teorías (o sea, la teoría en cuestión, y su contenido empírico) son, por hipótesis, empíricamente equivalentes; los términos teóricos, por lo tanto, "sobran". Si ocurre lo segundo, es decir, si los conceptos teóricos no añaden ninguna consecuencia empíricamente observable a la teoría, entonces son inútiles. ¡Así que los conceptos teóricos son inútiles en cualquier caso!.Hempel, y como él los otros grandes del positivismo lógico, ante esta preocupante consecuencia, apunta de nuevo hacia el papel pragmático de los términos teóricos (términos como "campo", "proteína", "placa tectónica", "spin", "electrón"): son útiles en la medida en que la teoría que los contiene sea mucho más manejable que la teoría (empíricamente equivalente a la primera) que no los contiene. Incluso puede suceder que el contenido empírico de una teoría no sea manejable en absoluto, es decir, resulte tan complicada al haberle quitado los términos teóricos, que no haya manera humana de utilizarla para extraer consecuencias (o sea, para derivar "predicciones" a partir de "datos"). Los conceptos teóricos se consideran, pues, como "meras herramientas" para facilitar las predicciones, sin más contenido "ontológico" que el que puedan tener el resto de los formalismos utilizados en una teoría (p.ej., los símbolos para las derivadas, matrices, hamiltonianos, etc.)..
En definitiva, la epistemología empirista en la que se basaban los positivistas lógicos terminó conduciéndoles a una especie de pragmatismo instrumentalista, o instrumentalismo pragmático, según el cual TODO el contenido cognitivamente importante de las teorías científicas era lo que ellas podían decirnos sobre sucesos que se pudieran describir mediante el exclusivo uso de conceptos observacionales. Este intrumentalismo pragmático no es ajeno a mi propia postura (los curiosos pueden ver esta discusión sobre los modelos como "prótesis inferenciales"), aunque también con severos matices..De todas formas, el posterior asalto a la "tesis de distinción teórico-observacional" (pero ojo, que no es pa'tanto) puso todo patas arriba, como veremos en la próxima entrada de la serie, dedicada a los argumentos de Karl Popper y Joseph Sneed..
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