Revista Espiritualidad

IntegrAcción (Junio 2009)

Por Srigangamata @SRIGANGAMATA

Cuando pensamos en nosotros como una sociedad nos damos cuenta de que vivimos regidos por valores qué tal vez no representen como individuos, pero que a fuerza de estar masificados terminan por definirnos.
Respondemos a convenciones y a prejuicios, muchas veces sin siquiera plantearnos si eso es realmente lo que habita en nuestros corazones… Nos dejamos llevar por apariencias, por roles, por modelos, los Medios de comunicación de toda índole, gastan horas y fortunas en decirnos cómo tenemos que vernos, cómo tenernos que portarnos, cómo tenemos que vestirnos (y cómo tenemos que desvestirnos), cómo tenemos que vivir.

Es decir que viven diciéndonos todo aquello que alguna vez nos dijeron nuestros padres y por lo que nosotros nos revelamos en algún momento, con justa razón, defendiendo nuestra libertad y sobre todo nuestra soberanía personal (a pesar de saber que lo hacían con buenas intenciones).
Y frente a los medios (creados por nosotros, sostenidos por nosotros, alimentados por nosotros, totalmente ajenos a nosotros y a nuestros reales intereses) nos quedamos calladito, quietitos, obedientes, sumisos, estúpidamente felices de tener alguien que sepa lo que nos conviene.
Pero todo lo que vive resiste y EL BUSCAR, TOCAR, y SENTIR, son cosas resilientes.
Entonces van más allá, y nos inventan restricciones religiosas, morales, sexuales, conceptuales, sociales. Nos inventan roles, posturas, ideales, estructuras, formas… y nos las machacan “con la leche temprana y en cada canción” (Serrat)
Y que el pecado, que la condenación, que la imagen, que la posición, que lo correcto, que el deber, que la reputación.

(A nadie le llama la atención lo curioso de la composición de esa palabra para lo que significa? Los sustantivos derivados del infinitivo que terminan en “ción” se leen como “Acción”… NegociAcción, GobernaAccion… hace falta que siga?)

Pero todo lo que vive resiste y EL BUSCAR, TOCAR, y SENTIR, son cosas resilientes.
Y como todo no alcanza, llegan los virus…
Que el Sida, que la influenza, que la gripe voladora, chancha, burra, perra…y que me muerdo la lengua sino sigo.
Y la paranoia, y más miedo,
Porque todo es el miedo…
Tenemos prejuicios porque tenemos miedos de parecernos, o de ser diferentes.
Tenemos restricciones morales y religiosas porque tenemos miedo de mirarnos a los ojos y darnos cuenta que: NI TAN CIVILIZADOS AL FINAL!!
Tenemos miedo de besar, saludar, tomar colectivos, tender una mano “-porque andá a saber qué tiene el otro-” .
Hace poco alguien a quién le admiro la forma de escribir dijo “más que todo desearía que todos se quitaran los barbijos del alma.”
Nuestros prejuicios se instalan tanto que hacen de nosotros nuestra primera víctima, nos observamos fragmentados, nos juzgamos gramo a gramo, centímetro a centímetro, pulsión a pulsión, sentimiento a sentimiento y nos olvidamos que no podemos ser vistos de este modo, que somos un “Uno” integrado en nosotros, con el cosmos y en Dios.
Y al olvidarlo en nosotros lo olvidamos en los otros, pretendemos que el otro saque de adelante nuestro las partes de él que no nos gustan, que no encajan, que se diseccione para nosotros como nosotros nos diseccionamos, que suba de nivel, que baje de peso, que no sea “grasa”, que hable menos, más, distinto, pero que no deje de estar `pendiente de nosotros, nos siga cuidando los chicos, prestando plata, sacando del apuro, escuchándonos de noche,.
Porque no queremos hacer una elección consciente de cuánto vale esa persona para nosotros y desde ahí elegirla… o no.
No señor, lo que queremos es que el otro se parta en mil pedazos, se olvide de sí mismo, se corrompa, para que nuestro olvido, nuestra partición y nuestra auto corrupción no sean tan notorias.

Y ESTO SIMPLEMENTE ES UN PECADO, en el sentido más estricto de su etimología.
Somos Seres completos, y tenemos el derecho y el deber de tratarnos y ser tratados como tales.
Siempre va a haber cosas en el otro que nos resulten desagradables, ya lo hemos hablado y ya sabemos la Gracia que se esconde tras este “espejo de desagrado”, no pretendo tampoco abogar por la quimera de que todos amen a todos sin distinción y sin que un solo pensamiento controvertido pase por sus cabezas. No son tiempo aún.
Pero sí son tiempos de empezar a construir los tiempos.
Durante mucho tiempo hemos practicado, con maravillosos resultados, ejercicios del Perdón. La nueva energía nos invita a ir más allá, nos invita al ejercicio de la Integración, porque cuando hablamos de perdón hablamos de falta, de error, de juicio sobre lo bueno y lo malo, correcto e incorrecto, permitido y prohibido.
La Integración nos habla de de tomar cada aspecto de nosotros mismos, cada decisión, cada acto de nuestras vidas y verlo como una herramienta necesaria para convertirnos en quienes somos hoy. Elegida por nosotros, en el uso de nuestro Libre Albedrío que siempre está contenido en la Sabiduría divina y como tal lo que necesitamos es integrarla amorosamente, dejándola libre de toda carga emocional que posea, en la conciencia de que siempre podemos modificar la elección de nuestras herramientas, no mejore… sino basadas en el ideal que tenemos de nosotros mismos para sentirnos más felices y en paz con nosotros mismos.

Así, al permitirnos vernos como Seres Íntegros y completos nos será posible ver al otro del mismo modo… y la quimera deja de ser quimera,  como siempre que la iniciamos desde nosotros mismos.

PARA QUE ELEGIR Y ELEGIRNOS
SEA UN ACTO DE AMOR
HACIA NOSOTROS MISMOS Y HACIA EL OTRO
Y NO UNA SUCESIÓN DE DESPRECIOS IMPUESTOS.

NAMO VHA


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