13 de Junio del 2013 | etiquetas: Docs Barcelona, Montecarlo
TwittearEste año el DocsBarcelona, International Documentary Festival ha celebrado su decimosexta edición. Ante semejante cifra uno debe pensar que se trata de un evento consolidado, y más si tenemos en cuenta dos factores importantes. El primero es que aunque el cine documental tiene un público fiel, sigue siendo (si se me permite la aparente contradicción) mayoritariamente minoritario. El segundo es la ola de ajustes, recortes y cierres a la que el cine, la cultura y, en fin, todo actividad político-social que dependa de un soporte económico (en resumen, ¡casi todo!) se ha visto sometida en los últimos años. Digo, pese a eso, el DocsBarcelona sigue ahí, e incluso amplía la oferta.
DE LA PRÁCTICA AL DINERO
Alexandre Brachet, fundador de Upian, optó por un tipo de aproximación diferente. Ni inducción, ni deducción. En su caso decidió seguir “la tercera vía” que, por cuestiones de ahorro expositivo, podemos llamar “salirse por la tangente”. Pese a que su ponencia se titulaba “Interactivity and user experience in the interactive documentary”, con el aplomo del que se sabe una figura reconocida, arrancó su larga exposición (alrededor de hora y media)… ¡proyectando en su totalidad “Alma. A tale of violence”, trabajo de 40 minutos de duración!
Para aquellos que no conozcan “Alma” hago un resumen formal del webdoc. La pieza consiste en una única pista de audio que se corresponde a las declaraciones a cámara de la protagonista (imagen que constituye un primer nivel visual). Se trata de un discurso lineal y la interactividad se produce si el usuario, mientras sigue escuchando a Alma, se desplaza con el cursor a un segundo nivel, una cadena de fotografías que contextualizan la narración.
¿Lo tenemos? Bien. Pues el productor contó el funcionamiento que acabo de describir y se encargó de moverse de un nivel de imagen a otro durante toda la proyección. Si ya conocías el webdoc te limitabas a verlo de nuevo (nada aportaba que Brachet hiciera de VJ) y, si no lo conocías, difícilmente podías entender el sentido de esas dos pistas de imagen y qué representa para el usuario poder desplazarse a voluntad de una a otra.
El webdoc se complementa con menús adicionales que muestran más fotografías, dos libros publicados, la posibilidad de compartir el documental y comentarios. Esto lo dijo más tarde, pero tan solo mencionándolo de pasada. Y de allí pasó a hablar de las cifras de producción y fuentes de financiación del proyecto. (El consabido “show me the money”).
Poco o nada se comentó respecto a que, si este trabajo ha sido posible, ha sido gracias a sus creadores Isabelle Fougère y muy especialmente Miquel Dewever-Plana. (Hay toda una historia detrás de la historia, pero ahora no es el momento de contarla). ¡Y todavía se habló menos de la experiencia de usuario! (Para hacer justicia decir que se dedicaron algunas palabras a la idea de que el diseñador de la interfaz también tiene “algo” de narrador).
Así fue como Brachet dejó pasar la oportunidad de contarnos en primera persona la historia y evolución del documental interactivo ligado a la experiencia de usuario, él, que ha estado involucrado en los webdocs más importantes prácticamente desde sus inicios. (Léase: “Thanatorama “, “La cité des mortes”, “Gaza/Sderot, Life in spit of everything” o “Prison Valley”).
METODOLOGÍA EXPOSITIVA
Los casos comentados (en éste y anteriores posts) me han servido para ilustrar lo que sucedió en el Interdocs, aunque es algo que ocurre en casi todos los eventos destinados a hablar de… bueno, ¿De la industria audiovisual? ¿Del estado de las cosas? ¿Del futuro (en el país en que “todo pasado fue mejor”, incluida la etapa del NO-DO)? (Y que conste que RTVE lleva tiempo lanzando iniciativas interesantes como el lab, aunque no se hable tanto de ellas como cabría esperar).
Volviendo a la primera ponencia de la jornada, mi pregunta es ¿tiene sentido teorizar sobre algo antes de haberlo experimentado? El tono pedagógico está ligado al de la presentación, la introducción de la audiencia a algo desconocido para ella. Pero, si es así… ¿no sería mejor mostrar primero el cuerpo de trabajo y luego reflexionar sobre él?
En cuanto a las aportaciones de los demás ponentes, me pregunto: ¿de qué sirve mostrar, si no hay una reflexión posterior? Digo esto no como una crítica, sino como un medio de acercarme al núcleo de mi reflexión porque, a pesar de que el programa estaba planteado como un temario orientado a profesionales del webdoc, su puesta en práctica no mantuvo ese tono.
MUNDOS PARALELOS
La organización había dividido la jornada en dos: mañana y tarde. Para empezar, ponentes y proyectos de países “desarrollados” (desde el punto de vista de la creación de webdocs); tras la pausa del mediodía, productos nacionales, lo que no debe leerse como una “visión en aumento”, un estudio detallado de un área incluida en el grupo anterior, sino como un aparte. Si señalo como criterio de valoración la exposición de casos es porque, como digo, en contra de lo que apuntaba el programa, la totalidad de los invitados se decantaron por mostrar piezas y comentarlas.
La jornada, como digo, se dividió en dos, pero no fue una cuestión temporal, como podría parecer. En algún momento anterior al evento se produjo la verdadera escisión (ese “relato bifurcado” del que habla la narrativa transmedia y que tiene ecos de Borges). Ahí fue donde varios mundos se cruzaron: uno, orientado a la reflexión profesional, el otro, destinado al neófito. Y parece que ganó el segundo. O casi…
(continuará…)