Los demonios nunca descansan,
no duermen,
disfrutan del insomnio
porque es oscuro.
En silencio
esperan
que el infierno
se desate
adentro.
Son agua y fuego,
lágrimas y azufre.
Salen.
Rompen la luz
y vuelven a esperar
la próxima
caída
a lo más hondo
del dolor.Claudio Pérez
Leí este poema escrito por un amigo y me remitió a la experiencia de la pérdida, a cuántas veces abordo en consultorio esos demonios que nunca descansan y esperan en silencio, a la experiencia propia de la caída en el vacío del dolor, y decidí escribir sobre ello. Una mirada desde el Psicoanálisis de una experiencia común para muchos: el duelo.
Acompañada de un café vuelvo a leer a Freud quien nos enseña que el duelo es la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, tal como la patria, la libertad, un ideal, etc.; es una experiencia que trae consigo perturbaciones en el desarrollo de la vida normal del sujeto pero que pasado un tiempo dicha situación pasa y no es aconsejable perturbarla. Así, el duelo implica la pérdida del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar y la inhibición de la productividad, expresando esto, una entrega incondicional del yo, sin dejar nada para otros intereses y propósitos en la vida.
En este punto considero que se hace presente un interrogante ¿en qué consiste el proceso de duelo?. Observamos que el examen de realidad muestra que el objeto amado ya no existe más y le demanda al sujeto que quite toda libido de sus enlaces con dicho objeto, situación que es vivida de manera desagradable y con cierta renuencia puesto que la idea de abandonar una determinada posición libidinal no es una idea que gratifique, ni aun cuando ya se vislumbra la posibilidad de la presencia de un nuevo objeto. De todos modos, se espera que prevalezca el acatamiento a la realidad, paso a paso y etapa a etapa, por lo que considero adecuado llamarlo proceso, y un proceso que se da mientras existe todavía la presencia del objeto perdido en lo psíquico; recién cuando este finaliza, el yo se encuentra nuevamente en condiciones de investir libidinalmente un nuevo objeto.
Continúo leyendo, ahora a Juan David Nasio, quien resalta el aspecto traumático del momento de la pérdida refiriendo que se produce una sobreinvestidura de la representación psíquica del objeto perdido, acompañada de una contrainvestidura defensiva, que deriva en un vaciamiento o empobrecimiento yoico. Entonces el trabajo del duelo consiste en la redistribución muy despacio de esa energía psíquica que se anudó abruptamente, en el momento de la pérdida, para lo cual se requiere un proceso de simbolización del dolor causado. Cuando se produce el dolor como reacción a una pérdida, el sujeto considera que la misma es irreversible e irreparable, por tanto dolor y certeza constituyen un par indisociable e incompatible con la duda, ya que el dolor surge como respuesta a una desgracia ya ocurrida.
Según el autor, darle un sentido al dolor y simbolizarlo no consiste en consolar al doliente, en proponerle una interpretación de las posibles causas ni tampoco promover que lo viva como una experiencia formadora de su carácter, sino más bien se trata de un trabajo en el que nos implica como analistas en tanto y en cuanto podamos armonizar con el dolor del otro y a partir de allí, esperar que el tiempo y las palabras que circulen lo desgasten.
Finalizo la lectura y me quedo con la sensación de acercarme y comprender un poco más esos demonios.
La elaboración de un duelo no resulta ser algo sencillo, exige un gran gasto psíquico y compromete diferentes elementos, por ejemplo, el tipo de vínculo que el sujeto instaló con lo que perdió, la aceptación a través del juicio de realidad de la pérdida del objeto, la posibilidad de significar el dolor, cómo juega su propia historia en el desarrollo de este proceso, y otros factores más que conforman todo un entramado que hay que vivenciar.
Pérdida, vacío, dolor. Un proceso que transitar, una instancia que atravesar. Un trabajo de duelo que da la posibilidad de constituir un reposicionamiento subjetivo frente a lo que se pierde.
*Claudio Pérez. Escritor de la Ciudad de Rosario de la Frontera, Provincia de Salta, Argentina. Autor de poemas publicados en Antología Federal de Poesía, editado por el Consejo Federal de Inversiones y de la novela "Cuando el viento ya no sople" editada por el Fondo Editorial de la Secretaría de Cultura de la provincia de Salta, Argentina.