El aparato del tracto gastrointestinal transporta y transforma durante 75 años alrededor de 30 toneladas de alimentos y 50.000 litros de líquidos.
Influye en el bienestar duradero del ser humano y protege contra los gérmenes de las enfermedades. Con estas funciones tan importantes, es indispensable su cuidado.
Una buena digestión comienza con la selección adecuada de los alimentos y con la hora en que se ingieren. Por la noche, para el organismo es mucho más fácil transformar las comidas pobres en grasa que las grasas. También es recomendable repartir los alimentos en cinco comidas al día, entre ellas dos almuerzos ligeros. Por supuesto, una manzana es más saludable que un pastel. Los que saborean y comen despacio protegen el sistema digestivo, sobre todo si cuando comen se toman el tiempo suficiente para masticar y reducir la comida.
La digestión comienza en la boca
Ya desde el aspecto de un plato apetitoso se hace la boca agua. El organismo se prepara para la digestión. La saliva tiene, en este proceso, la importante tarea de humedecer los alimentos secos, y sus enzimas comienzan con el desdoblamiento de los carbohidratos. Después de un masticado cuidadoso los alimentos transformados en puré con la saliva llegan al estómago, cuyos músculos se encargan de mezclarlo con los ácidos estomacales. La albúmina de los alimentos se desdobla y después de 3 a 6 horas el puré relativamente espeso se licua.
El intestino: fundamental para la digestión
El bolo alimenticio pasa en pequeñas porciones del estómago hacia el intestino delgado, donde se secretan otros jugos gástricos del páncreas, del hígado y de las paredes del intestino delgado. Junto con incontables bacterias, se desdoblan las proteínas, la grasa y los carbohidratos de los alimentos que son absorbidos por el organismo.
Los nutrientes traspasan por último las paredes intestinales y llegan a la sangre y a la linfa. Este primer aprovechamiento dura menos de una hora, en el caso de los carbohidratos, y algunas horas cuando se trata de grasas. El resto, de difícil digestión¡ así como las bacterias muertas pasan a continuación al intestino grueso, donde se extraen los líquidos de su contenido de tal manera que éste se condense y finalmente se evacue en forma de excremento.
Mantenga sano el intestino gracias a las bacterias
Cerca de 400 bacterias distintas, que se encuentran en los intestinos grueso y delgado, protegen la función gastroíntestinal. Ayudan a la digestión en tanto que ellos, para su propio desarrollo, descomponen los alimentos, estimulan y fortalecen el sistema inmunitario y protegen de enfermedades al organismo. Incluso, existen algunas bacterias productoras de sustancias que matan los agentes patógenos que logran entrar en el intestino junto con los alimentos que fueron ingeridos.
Mantenga el sistema en equilibrio
Todos los habitantes del intestino están acostumbrados a condiciones de desarrollo favorables, pero las alteraciones causadas por los alimentos en el medio ambiente del intestino influyen directamente en el trabajo de la flora intestinal. Su equilibrio puede modificarse también debido a los antibióticos o a la cortisona; a contaminantes inyectados en frutas y verduras o a la amalgama en los emplastes dentales, las amalgamas de mercurio y las virutas metálicas, así como a causa de diversas enfermedades.
Si la flora se encuentra dañada no estará en condiciones de admitir las sustancias nutritivas importantes. Por tanto, se debilita el sistema inmunitario y la propensión a las infecciones, el cansancio y el estreñimiento pueden ser consecuencias de ello. En muchos casos, puede servir de ayuda efectuar un saneamiento del intestino por medio de un lavado.
Con éste el intestino se libera, por Inedia del agua, de las sustancias nocivas, del veneno, de las bacterias y de los hongos. Claro que no es necesario llegar a tal extremo. Una reflexión consciente sobre las costumbres alimentarias y, en caso necesario, emprender una modificación de la dieta, así como hacer suficiente ejercicio lograrán que la complicadísima fábrica del estómago funcione como es debido. Con el siguiente programa usted podrá mantener protegidos el estómago y el intestino. Hágalo con calma, ya que un cambio demasiado repentino ocasionaría problemas adicionales. El aparato digestivo se irá acostumbrando paulatinamente a las nuevas circunstancias.