Se puede comer barato, o al menos asequible, en Kioto, la histórica capital de Japón en el tradicional, auténtico y abarrotado distrito de Ponto-cho
Si no tenéis plan para estos días tontos de junio, os propongo que os acerquéis a Japón. Yo es lo que he hecho y estoy encantado. Además, es el momento perfecto: hace buen tiempo (primavera, como en España), British Airways te lleva en un viejo “triple siete” por poco más de 500 euros i/v y encima todos vuestros amigos estarán currando, con lo que el efecto envidia resultará perfecto.Volé por Londres; desde la ciudad que vio partir a Willy Fog hasta Tokio hay unas 11 horas, que se convierten en 4 si os tomáis una buena pastilla para dormir en las horas que corresponden a la noche japonesa (que cada cual se ajuste la dosis en función de su propensión al sueño (narcolépticos, absteneos). Desde el aeropuerto de Narita me cogí el primer tren (Narita Express) hasta Tokio y luego otro desde Tokio hasta donde estoy ahora, Kioto.
Lo de los trenes en este país lo tienes que llevar bien estudiado si no quieres acabar en Sapporo pelao de frío cuando tú te dirigías al sur. Algo que ayuda es que cada tren tiene su nombre y que son rigurosamente puntuales, así que aunque no lo tengas claro, si es la hora de tu tren, te montas. Los caracteres japoneses lo único que hacen es aumentar la ceremonia de la confusión que es cualquier estación de un país extraño, pero tienen su punto gracioso…¿Y la comida?, os preguntaréis. Pues la comida… simplemente tremenda. Para cenar me he ido dando un paseo a la zona de la calle Ponto-cho (paralela al rio Kamo, que atraviesa la ciudad), que está recargada hasta el infinito de pequeños restaurantes a cada cual más auténtico. Algunos tienen carta en inglés y en otros, la mayoría, hay que guiarse por los dibujos y luego jugar a gestos con la camarera para que te traiga lo que quieres.