A veces es bueno refrescar nuestro navegador mental, y volver a recordar algo obvio, y es el origen del vino; cuando pensamos en un viticultor, nuestra mente viaja a modernas bodegas con excelsos viñedos alrededor, y generalmente con un cartel que haga referencia al enoturismo y la ruta del vino local , pero rara vez eso es así en la realidad , y el viticultor es una persona (familia y adosados ) que trabaja lejos de los focos, y que negocia con los tiburones de las bodegas , para vender sus cuidadas uvas , a un precio lejano a la justicia del tiempo y sudor invertido, sin olvidar que los factores meteorológicos pueden reducir ese esfuerzo anual a cenizas.
Una comida de amigos fue la excusa para volver a pisar un viñedo ribereño , sito en Moradillo de Roa , lejos de grandes rutas del enoturismo; cuando crucé los linios de viñas viejas, retorcidas como si no deseasen ver el sol , todo recobra su sentido ; cada uva que muerdes te cuenta la realidad del lugar, y por qué esas uvas viajan a algunas de las más afamadas bodegas del oeste ribereño, sin mencionar su burgalés origen ; volviendo en el coche pensaba en la altura del lugar, en ese terreno pedregoso, y como la viña, como el ser humano, es un superviviente que se agarra a la vida ; quiso el destino que aquella comida fastuosa se celebrase en una casa , que bien podría ser semejante a la del mismo Lúculo , y su recuerdo fue mentado en la bodega por este escritor, ya que su alegre espíritu , se me hace presente en la buena mesa .
Tempranillo ribereño 2015
El Jardín de Lúculo Garnachas Atlánticas 2012 está elaborado por la Bodega El Jardín de Luculo, desde Mendigorria perteneciente a la D.O.Navarra ; elaborado con uvas garnachas, que tras despalillar y prensar , pasan una primera maceración en tanques de cemento, antes de fermentar con levaduras propias en los depósitos inox ; lleva una crianza en barrica francesa de 6 meses y otros 4 meses en botella antes de salir al mercado ; en fase visual color rojo granate, capa media y ribete grana, lagrima densa y de largo recorrido, pero no al punto de empañar la copa, con una apariencia de vino maduro; intensidad media en nariz, fruta roja madura y sin marcar madera, franco y limpio; en boca entrada amable, notas de barrica usada quizá, buen equilibrio del alcohol, maduro, fruta roja madura y un regusto final marcadamente amargo, cuerpo medio y ligero de peso, creo que para tomar ya, no creo que evolucione mucho más.
Dedico esta entrada a Sonia y Ricardo, por abrirnos su jardín y su casa en aquella jornada, así como a Ali y a todos sus compañeros, invitados al mismo salón Apolo de la Casa de Lúculo , por hacerme sentir uno más.
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