El nacimiento de la banca central en Europa es algo que requiere una profunda reflexión sobre qué es realmente el dinero. Desde la época clásica, con Grecia y Roma a la cabeza, hasta la revolución industrial del siglo XVIII, el valor de las cosas descansaba sobre materiales que podríamos denominar preciosos: oro, plata, cobre, etc. La naturaleza de los intercambios en la época antigua solamente estaba respaldada por un elemento capaz de resistir a las fluctuaciones de su propio valor. Y esto es algo que se ha prolongado nada más y nada menos que hasta el año 1971 (con el Nixon Shock), cuando la mayoría de monedas de los países industrializados se desvincularían totalmente del patrón oro.
El concepto de dinero es algo que ha cambiado a lo largo del tiempo. Si en el nacimiento de la civilización los intercambios económicos se realizaban mediante el procedimiento del trueque, algunas comunidades humanas de Anatolia pusieron en marcha otros sistemas (el uso de obsidiana) para realizar y recibir pagos en el comercio de la edad antigua. El empleo de materiales preciosos para pagar deudas, multas y realizar intercambios nace en Mesopotamia, alrededor del 2.500 AC. Estos materiales fueron convertidos en pesados lingotes que servían de transferencia monetaria para el comercio entre distintas comunidades humanas. Nacía así por tanto el uso de materiales preciosos como medio de pago en las transacciones comerciales. No obstante, el crecimiento de las sociedades hizo necesario el surgimiento de un instrumento más cómodo para realizar cobros y pagos, la moneda. Esta innovación consistía en acuñar pequeñas cantidades de oro, plata y cobre para el uso rutinario de la población, que se marcaba con un sello distintivo de la civilización. Durante muchos siglos el valor del dinero ha estado vinculado a un determinado material, incluso el papel moneda emitido por bancos y entidades de crédito. La necesidad de garantizar o avalar un negocio empresarial hacía imprescindible que cualquier instrumento monetario tuviese un respaldo físico detrás.
El uso del papel moneda como medio de cambio tiene sus primeras referencias en la China del siglo VII DC. Sin embargo el dinero en papel, tal y como lo conocemos hoy, no llega a Europa hasta el siglo XVII, cuando la llegada de un joven emprendedor a Suecia cambia radicalmente el rumbo de su economía.
Johan Palmstruch era hijo de un joven mercader holandés. Aunque nació en Riga (la actual capital de Letonia) muy pronto viajaría a Estocolmo, la próspera capital sueca. Allí a través de sus habilidades sociales consigue una entrevista con el rey Carlos X Gustavo de Suecia. Tras mostrarle sus conocimientos del sistema bancario holandés, el rey autoriza la constitución del Banco de Estocolmo el 30 de noviembre de 1656.
Placa de cobre de dáleros suecos
No obstante el camino estuvo lleno de obstáculos, baches y nada fue fácil. Por aquel entonces, Suecia utilizaba el cobre como patrón monetario. Esto implicaba un serio problema si tenemos en cuenta que casi todo el cobre disponible en el país quedaba depositado en grandes cajas fuertes, lo que suponía que no podría utilizarse para otro fin. El hecho de que el cobre fluctuase más que el oro, provocaba cambios en el valor de la moneda sueca, el dáler. Además de la volatilidad del cobre, la emisión de dáleros no se hacía de una manera nada práctica. De forma similar a los lingotes manipulados durante la época mesopotámica, los suecos crearon una moneda en forma de placa de metal de casi veinte kilogramos de peso.
El inconveniente de ir cargado con estas losas metálicas, generó decisiones en el Banco de Estocolmo. A Johan Palmstruch se le ocurrió la idea de mantener las placas de cobre guardadas en cámaras de seguridad en el banco y a cambio ofrecer un billete como recibo. El éxito de esta innovación generó un crecimiento exponencial de los depósitos bancarios. El aumento de las reservas de cobre se convirtió en un elemento de fuerza que justificaba la emisión de préstamos a empresas, nobles y al propio gobierno. Durante un tiempo el negocio funcionó a las mil maravillas: el banco se hizo más importante gracias a los intereses, el comercio creció y el bienestar general del Estocolmo de la época aumentó considerablemente. No obstante, la devaluación del dáler que se produciría años después sería el desencadenante de que Palmstruch tomara una decisión que cambiaría para siempre el curso de las finanzas internacionales.
Tras la devaluación del dáler, se produjo un pánico bancario. Debido a que la nueva moneda tenía menos cantidad de cobre, los viejos dáleros valían más. Los ciudadanos se apresuraron en masa a retirar sus ahorros para evitar la pérdida de valor de su dinero y, puesto que gran parte de los depósitos se habían utilizado para la concesión de préstamos, no había suficientes dáleros en la caja fuerte para todos.
La solución de Palmstruch fue la de desvincular la emisión de dinero con respecto al cobre. Es decir, a partir de ese momento el único garante de los billetes emitidos por el Banco de Estocolmo, era el propio banco. No había ya depósitos de cobre que respaldasen los recibos en circulación. Era la primera vez que algo así sucedía en Europa. Había nacido el primer banco central de la historia.
El dinero fiduciario, que por definición, es aquel dinero no respaldado por metales preciosos, había nacido. La confianza de la comunidad en el dáler se mantendría mientras el Banco de Estocolmo fuese capaz de garantizar la estabilidad de la nueva divisa. En este sentido, y después de una época de gran esplendor y crecimiento económico en la Suecia del siglo XVII, el exceso de liquidez en la economía sueca generó un síntoma desconocido hasta ese momento: la inflación. A medida que Palmstruch aumentaba la cantidad de dinero en circulación, el precio de todo subía.
Tras un periodo de desconcierto, luchas internas y reuniones constantes, se decidió recortar el crédito y reducir sustancialmente la cantidad de dáleros en circulación. Esto no hizo más que aumentar la situación de crisis, dejando al país al borde de una depresión económica. La crisis obligó al gobierno a clausurar el Banco de Estocolmo en 1667, lo que condujo a Palmstruch a la cárcel. Tras ser juzgado, fue condenado a no volver a dirigir entidades de crédito.
Sin embargo, un año más tarde el propio parlamento de Suecia se dio cuenta de la necesidad de recuperar el banco central. La representación de los ciudadanos suecos estaba dividida entre campesinado, nobleza, clero y mercaderes. Tanto mercaderes como nobleza estaban interesados en recuperar el banco, pues gracias a él estos estamentos consiguieron grandes riquezas en épocas pasadas. Por su parte, el campesinado no apoyaba el proyecto ya que en absoluto se beneficiaría de él. El apoyo de nobleza y mercaderes al proyecto fue crucial para su aprobación. El Banco de los Estamentos, como así se le llamó, se establecería en 1668. Esta institución se convertiría años más tarde en el Banco Nacional de Suecia, conocido a día de hoy como Banco Central de Suecia.
Sveriges Riksbank: el Banco Central de Suecia
El papel del dinero por tanto es relativo. La fortaleza de una divisa radica en la confianza que la gente tenga de ella. Como hemos visto durante muchos siglos se han empleado materiales preciosos para resolver esta cuestión. El oro (el más utilizado) tiene una cotización bastante uniforme en los mercados de materias primas lo que evita drásticas pérdidas de valor. Un valor refugio que en tiempos de crisis tiende a revalorizarse. Aunque esto es algo que se ha sabido desde la antigüedad, el fuerte crecimiento económico de los últimos siglos ha puesto de manifiesto la aparición de problemas a la hora de utilizar el oro, la plata o el cobre como patrón. Las expansiones monetarias que se produjeron tras la segunda guerra mundial pusieron en jaque al sistema financiero existente hasta esa época. El crecimiento del dinero era mucho mayor que la cantidad de oro depositada en las enormes cajas fuertes de los principales bancos centrales del mundo. De hecho, muchos economistas e historiadores a día de hoy culpan al patrón oro de que la Gran Depresión fuera tan intensa. Y es que el dinero se ha visto obligado a adaptarse no sólo al crecimiento económico, sino también a los avances tecnológicos. La aparición de divisas como el Bitcoin, utilizadas para realizar compras a través de Internet, son una nueva modalidad de dinero. Todo vale, aparentemente. Al fin al cabo el dinero no es algo que pueda considerarse físico, sino más bien un elemento abstracto que nace en la naturaleza humana para expresar la necesidad de intercambio.