Mientras treintañeros nostálgicos pueblan las salas de cine para volver a ver a Sylvester Stallone y sus mercenarios repartiendo hostias con escenas de acción, yo me pongo al día. Si hace meses decidí ver toda la saga de Rocky, estos últimos días he decidido ver su otra gran saga: Rambo.
No hay duda de que Rambo será una saga recordada. Al igual que Rocky ha dado mucho juego en parodias y muchos momentos inolvidables. Sin ir más lejos la famosa frase de “No siento las piernas”, que todo el mundo se la atribuye y en realidad nunca la dijo. Yo me imaginaba la frase dicha en plena selva de Vietnam con un Rambo herido… y resulta toda la primera película transcurre en Estados Unidos, y lo más parecido a la frase es “no encuentro mis piernas” mientras cuenta la muerte de un amigo a su superior en un almacen (bendita ignorancia la mía).
Cinematográficamente hablando no se puede encontrar demasiado en la saga Rambo. Recordemos que John Rambo es un ex-boina verde que vuelve de Vietnam y se encuentra un país hostil y en proceso de muchos cambios. Rambo es un soldado preparado para matar sin remordimientos, y lo único que sabe hacer bien es su trabajo, cumpliendo órdenes de su superior, el coronel Trautman. En el primer film vemos a un Rambo que intenta volver a su vida antes de Vietnam en Estados Unidos pero que unos policías locales se entrometen en su -hasta el momento- pacífico camino. Sin querer desatan la ira y los pasados demonios de una máquina para matar. El único que conseguirá controlar-lo será su antiguo superior el coronel Trautman.
Las tres secuelas posteriores han seguido el mismo esquema: primero vemos a un Rambo más o menos pacífico, aparece el problema “X”, le piden ayuda o se ve involucrado por casualidades de la vida y tiene que solucionarlo todo a base de flechazos, disparos de toda clase de armas y puñetazos y hostias. La segunda la sitúan en el Vietnam en una misión de rescate de soldados, la tercera en Afganistán y la última en Birmania.
Guiones planos, rellenados con personajes estereotipados sin desarrollo y basándose siempre en “Rambo es una máquina de matar, vamos a usarlo”. Los guiones muestran siempre un mensaje conservador y maniqueo (los soviéticos de la segunda y la tercera parte son vergonzosos). En la primera película está más o menos disimulado, pero que en la segunda y tercera entrega se convierten en no más que una broma, convirtiendo Rambo en una perfecta película de propaganda política simplista.
Las muchas escenas de acción y la poca duración de las película ayuda hace que se dejen ver sin mucha dificultad, incluso se pueden disfrutar como mero entretenimiento sin pensar demasiado en la historia, sobre todo la primera y la última. Porque en la última entrega parece que Sly ha descubierto que con los efectos especiales actuales puede hacer saltar bombas y esparcir sangre como quien riega con aspersor, niños volando, piernas en busca del cuerpo, brazos ensangrentados por los aires…
Las películas son un mero escaparate para que Sylverster Stalone se luzca, aunque dado su poca capacidad interpretativa, parece que sea para lucir cuerpo y músculos. John Rambo se convierte en un personaje difícil de empatizar a diferencia de su Rocky (un tontorrón de gran corazón). En las tres primeras entregas lo acompaña Richard Crenna encargado de interpretar el que parecía ser el único amigo de Rambo, el coronel Trautman.
Como conclusión, la saga Rambo son películas mitificados por los jóvenes de los 80, pero que cinematográficamente hablando tienen poco material. Salvo el final de la primera película que funciona bastante la parte dramática, lo demás pura acción, con un guión que cabe en una servilleta de restaurante.
Notas:
First Blood (1982): 5
First Blood II (1985): 2
Rambo IV (1988): 2
Rambo (2008): 4