Han pasado 45 años desde el nacimiento de Burning, grupo del madrileño barrio de La Elipa al que Johnny Cifuentes aportó su toque carabanchelero originalmente solo desde los teclados. Lo que vino después es historia del rock español mil veces contada hasta llegar a este 2019 con Johnny -nacido Juan Antonio Cifuentes Laso (Madrid, 1955)- embarcado en la gira de despedida de la legendaria banda.
"Todo empezó en la primavera de 1974 y, joder, qué bueno haberlo traído hasta 2019", apunta a Mercadeo Pop Johnny, capitán y único miembro original de un grupo cuyo nombre terminó incluso adoptando oficiosamente como su propio apellido. "Es que son 45 años, ¡y estoy vivo!", apostilla entre risas el teclista y vocalista.
Pero adquiere Johnny cierta solemnidad al rememorar los "más de 2.000 conciertos y todas las canciones" de unos Burning que dicen adiós con la gira No va más sin tener muy claro si es para siempre: "Vamos a parar la máquina con esta gira de despedida, entre comillas, para toda la gente que nos ha seguido. Tocando canciones que hace tiempo no tocábamos y con shows muy largos".
"Espero acabar esta gira antes de final de año", adelanta el madrileño, quien acto seguido desvela su intención de trabajar después en un disco en solitario. "Siempre estoy trabajando en canciones y en un momento dado ves que lo que va saliendo igual te apetece defenderlo de otra manera, incluso con otros músicos", revela, argumentando que "hay que tomar oxígeno, mirar con perspectiva y hacer otras cosas para no vivir solo de lo que has sido".
Deja la puerta abierta Johnny, por tanto, a un hipotético regreso de Burning "si en dos o tres añitos la gente lo reclama". "El futuro es tan incierto que no sabemos ni lo que va a pasar esta noche. En principio, sí tienes claro lo que te gustaría hacer, pero no lo que ocurrirá. Burning se aparca un poco y vamos a dar rienda suelta a otras cosas", remarca el músico.
Lo que sí tiene claro, en cualquier caso, es que "cuando has tenido la suerte de que le veneno se te haya metido dentro, el rocanrol nunca se deja". "Es muy difícil decir 'lo dejo ahí y me dedico a otra cosa'", confiesa, para luego descartar absolutamente una jubilación temprana a sus 63 años: "Eso tampoco, es imposible, me pegaría un tiro. Además, todavía me queda energía y rollo".
AJENOS A LAS MODAS
Aunque se mire decididamente al futuro, una gira de despedida siempre incita a tirar de recuerdos y hacer balance. No es ajeno a ello Johnny, quien explica que "desde 1974 Burning ha visto pasar por delante un montón de modas que han ido cambiando y comiéndose unas a otras" hasta llegar al momento presente con preponderancia del "indie o el reguetón".
"Pero yo me quedé con la raíz del blues, el rhythm & blues, que al final es rocanrol. Y todavía seguimos. Hay mucha gente que dice que esto está a punto de irse por el sumidero pero yo creo que siempre habrá gente que haremos rocanrol, porque es claramente atemporal", reflexiona, para conceder que de un tiempo a esta parte, quizás sobre todo durante la última década, Burning está viviendo una especie de segunda juventud.
También concede Johnny que esto no siempre fue así, pues también hubo años de largas travesías por el desierto: "Hubo momentos de verdaderas catástrofes y la hostia. Momentos que nos iba fatal con pocas actuaciones, algo por lo que pasan todos los grupos de largo recorrido, porque eso al final forma parte de la vida".
Y aún añade sin poder evitar cierta nostalgia: "El peaje ha sido caro. Empiezas con tus colegas del barrio y al final, no sabes muy por qué, aunque lo sabes, pero se han ido de tu lado -las muertes de Pepe Risi en 1997 y de Toño Martín en 1991 siempre presentes-. Y piensas 'cómo me gustaría que siguieran aquí'. Me tocó a mi tirar de la cuerda de Burning y aquí estoy porque es lo mejor que tuvimos y tenemos. Pero ahora me siento muy bien, no me siento nada solo. De los antiguos me he quedado yo solo, pero estoy muy bien acompañado".
Y tras poner en valor la importancia de "visitar a veces los bajos fondos para saber cómo son y aprender, porque llega a peligrar todo lo que se ha conseguido", cambia el rictus el madrileño para irse sonriente al otro lado de la balanza: "Lo mejor sigue siendo salir con tus colegas a la carretera a tocar delante de la gente las canciones que te salieron de dentro. Y todo lo que has vivido y que ni soñabas cuando eras un chavalote de tu barrio y sigues sin podértelo creer".
Este viaje a través de los recuerdos buenos y no tan buenos lleva a Johnny a apuntar que le gustaría que se recordara a Burning como "una banda que hizo rocanrol para pasarlo bien". "Para pasar una buena noche, bailar, emocionarse, beber y sentir. El legado son las canciones, que al final son lo que queda. Hay un buen ramillete de canciones que pueden formar parte de la historia del rock de este país", destaca, para luego aclarar que prefiere hablar en presente porque "en realidad no se acaba nada, sino que se aparca un poco".
EXTENSA GIRA
Hablando en términos más generales sobre la generación de rockeros que empezaron en los setenta, sí que sonríe entre travieso e inquieto al admitir que "es un poco preocupante" ver tanta baja y tanta retirada, como la protagonizada en diciembre por Rosendo, a quien se refiere entre risas como "el jefe desde siempre Carabanchel", de su barrio.
"A mí la carretera me sigue molando", subraya, afirmando además que "tener una banda de lo que sea mola, pero si es de rock es aún mejor". Y pone como ejemplo a "nuestros adorados Stones, que no necesitan para nada una gira más porque de pasta van sobradísimos". "Pero yo creo, sinceramente, que en el momento que digan que lo dejan empiezan a morirse. Eso se puede aplicar a nuestra propia historia, que también es muy larga", señala.
Igualmente larga es la gira No va más, que ya lleva varios meses en marcha y que tiene durante los próximos meses una quincena de fechas repartidas por todo el país -información detallada en www.facebook.com/burningoficial y www.diagonalproducciones.com-. La próxima cita es este sábado 1 de junio gratis en las Fiestas de Aluche y el colofón, después de todo un verano de carretera, será en otoño con Desvariados como invitados en Bilbao (27 de septiembre, Kafe Antzokia), Barcelona (4 de octubre, Apolo) y en casa en Madrid (5 de octubre, La Riviera).
Mirando el calendario en la penumbra de su querido rock bar, El Cocodrilo, en el barrio de Lucero, lanza Johnny una invitación generalizada: "Invito a la gente que siempre nos ha seguido que no esperen al futuro porque no se sabe nunca lo que va a pasar. Si te mola Burning, yo no faltaría al siguiente concierto que te quede cerca".
No se sabe muy bien si estas palabras las pronuncia el músico que se sube al escenario o el fan que en el verano de 2017 voló hasta Londres para ver por primera vez, al fin, a su admirado Tom Petty, quien moriría repentinamente apenas un par de meses después a los 66 años. "Es que sentir el directo de una banda que amas es de las mejores cosas de la vida y luego igual no vuelve y se te queda la espina para siempre", subraya.
No sorprende, por tanto, que Johnny afirme cosas como que "el rocanrol es todo" y lo que le "hace feliz". Y de manera más particular, identifica las sensaciones "mágicas" que le producen "intentar casar un acorde con un verso" o "subir los cinco peldaños hasta el escenario". "El rocanrol es una buena cerveza fría en un bar", apostilla con una leve carcajada, asintiendo despacio al escucharse.
"Me moriré haciendo este tipo de cosas porque lo mejor que me ha pasado en la vida es enamorarme del rocanrol y sentir su veneno", afirma, no sin antes revelar un último sueño pendiente: "Siempre lo digo en plan coña, pero espero que no nos muramos ni los Stones ni yo, a ver si tocamos un día juntos. Joder, ha tocado ya con ellos todo Dios. Pero bueno, creo que eso lo podremos solucionar. Y me falta por hacer todavía la canción que se tiene dentro, esa que sabes que tiene que salir en algún momento".