“Estoy escuchando en Rock FM ahora mismo que Johnny Winter ha muerto. Vaya palo. Dedícale algo en la guitarra de las musas amigo”. Así se expresaba ayer Salva, cuando me contestaba a un comentario que le había realizado en su blog Mentalparadise. Las entradas de los viernes las suelo dedicar a aquellos estilos que caminan conmigo desde siempre, que han dejado una huella imborrable en mi gusto musical: el rock progresivo, el rock psicodélico, el rock melódico, el hard rock o el género en el que destacó Johnny Winter, el blues-rock, en este caso tal y como lo entendían en los estados americanos del sur. Nacido en 1944, en la ciudad texana de Beaumont, mostró interés por la música desde niño, primero con el clarinete y el ukelele, luego con la guitarra el instrumento que lo encumbró y lo llevó a participar en el Festival de Woodstock (1969). Un año antes había grabado su primer trabajo, “The Progressive Blues Experiment” (1968). Desde entonces no ha dejado de publicar discos y de actuar en directo; de hecho, según he podido leer, la muerte le sobrevino ayer mismo en un hotel de Zurich, donde se alojaba con motivo de la gira que estaba realizando por Europa. Nos ha dejado uno de los pioneros del blues-rock con una manera de entenderlo muy próxima al hard rock, por su actitud en el escenario y por su contundente y aguerrida manera de cantar y tocar la guitarra. Los que ya me váis conociendo sabréis de mi interés por las buenas versiones; hoy os voy a dejar dos superclásicos interpretados por este albino desgarbado que, lamentablemente, ayer nos dejó: Johnny B. Goode, de Chuck Berry, y Jumpin’ Jack Flash, de los Rolling Stones; para finalizar, os enlazo a una entrada anterior de este blog, una increíble “Jam Sessión” a cargo de un grupo de guitarristas de tronío, entre ellos un ya mermado Johnny Winter, haciendo frente al conocidísimo tema de Robert Johnson “Sweet Home Chicago”. Descanse en paz.
Archivado en: Blues-Rock Tagged: Blues, Blues-rock