Jojo Rabbit: “Cuestión de tono”

Por Victor Fernández

Tras su salto a la fama gracias a la comedia de terror ‘Lo que hacemos en las sombras’ (2014) y su paso por las superproducciones a través de la cinta marvelita ‘Thor: Ragnarok‘, Taika Waititi se atreve ahora con una especie de sátira sobre el nazismo, más cercana a la manipulación emocional de ‘La vida es bella’ (1997), que a la inteligencia cómica de una obra tan espectacular en torno al delicado tema como es ‘Ser o no ser’ (1942), de Ernst Lubitsch, o al macarrismo excesivo de Quentin Tarantino en la divertidísima ‘Malditos bastardos’ (2009).

A partir de estas dos cintas se pueden ver fácilmente los problemas suscitados en la nueva película del director neozelandés. En primer lugar, Waitiki no busca una comedia refinada como Lubitsch, cosa que tampoco le hace falta. Su humor navega más entre lo absurdo y lo infantil, lo que teniendo en cuenta que el punto de vista protagonista es de un niño, no resulta mala decisión. Hasta aquí todo bien. El filme, que sigue las aventuras de Jojo, un pequeño perteneciente a las Juventudes Hitlerianas que descubre que su madre Rosie esconde en su ático a una niña judía, comienza enseñándonos a Waitiki encarnando a una especie de Hitler payasil, más cercano a las exageraciones de Roberto Benigni que a la modulación cómica de Charles Chaplin en ‘El gran dictador’ (1940).
Jojo Rabbit: “Cuestión de tono”

Cada uno podrá sentirse más o menos atraído hacia este tipo de humor, pero no es en inicio algo por lo que se pueda desechar la película. Así, las visiones del pequeño protagonista sobre su amigo führer comienzan a dibujar una cinta, a priori, excesiva, lista para echar toda la carne en el asador en lo que a humor se refiere. Pero todo es a priori, pues Waitiki no consigue ni controlar la comedia en el punto justo para realizar una sátira como ‘Ser o no ser’, ni tampoco se excede en un juego fílmico irónico como el de ‘Malditos bastardos’. Al final, lo que queda es una descompensada comedia absurda dramática que ni controla su humor, ni matiza su lado más sentimental.

Quizá todo sea cuestión de tono, pero no queda claro que es lo buscaba Waitiki en esta ‘Jojo Rabbit’. Mientras su ególatra actuación de Hitler comienza a perder gracia a mitad de película, donde sus apariciones se hacen cada vez más intrascendentes, el lado dramático adquiere protagonismo y lo hace de manera simple y mecánica, con graves problemas de ritmo. Si el cineasta, especializado en comedia, a veces no sabe manejar los tramos cómicos, mucho menos demuestra saber dibujar un perfil dramático con autoría y fuerza propia.

Todo resulta simple, desde una puesta en escena llena de cámaras lentas, a una música ensalzadora de emociones. Lo que podría haber sido un inteligente paso del humor infantil al drama adulto (en esa transición de madurez del protagonista) queda en facilón guiño al espectador, con nazis tontos y bonachones danzando continuamente por la pantalla y un ternurismo excesivamente acomodado en la utilización de canciones pop reconocidas.

Con todo esto, lo que más suscita preguntarse es si un tema tan delicado como este puede utilizarse como arma de jugueteo, casi como si una palmadita en la espalda del espectador se tratase. Cuando la mirada viene a través del lado infantil, todo adquiere más sentido. ‘Jojo Rabbit’ no tendría porque ser una mala comedia absurda, si esta tuviese el suficiente contenido como para satirizar aptitudes.

El problema es que todo, desde el protagonismo excesivo del propio cineasta como actor, hasta la esquematización de personajes con corazón, parecen ser caprichos de alguien más pendiente del aplauso complaciente que del discurso consciente y con sentido. Waitiki se cree demasiado ‘Hero’, pero en realidad es todo modosito y extremadamente dócil.

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##check## Lo bueno

El inicio, que hace prever una comedia más ácida de lo que acaba siendo.
El personaje de Yorki, el amigo de Jojo.
El gag con el saludo de ‘Heil Hitler’.

##times## Lo malo

El tontorrón personaje de Hitler encarnado por Waitiki.
El poco control del cineasta en su lado dramático, bastante de manual y acomodado.
El guiño fácil al espectador a través de un ternurismo de personajes esquemáticos y canciones.

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Ambientación 6.0

A veces parece ser una película a medio camino entre el cine de Wes Anderson y un drama académico de libro (las escenas en el interior de la casa). De todos modos, la ambientación de la época, con ese tono infantil, está conseguida.

Desarrollo de Personajes 5.0

En general, bastante flojos. Los personajes adultos son muy planos y superficiales (Scarlett Johansson apenas tiene profundidad, así como Sam Rockwell). El personaje de Jojo es el que más desarrollo tiene y sobre el que se cimienta la película, aunque los giros no sean suficientemente profundos.

Argumento / Guión 4.0

Lo que podría haber sido una sátira absurda con bastante exceso y mala leche, queda en sentimentalismo y ternurismo complaciente. La historia de partida no es mala, pero todo queda desdibujado por un mal control del tono en las escenas, además de un guion que profundiza poco en sus cuestiones más importantes.

Banda Sonora 6.0

La banda sonora está repleta de grandes canciones. Desde The Beatles a David Bowie, un recital de música pop que da gusto escuchar, pero que sirve como truco fácil para tapar los verdaderos problemas de la cinta.

Entretenimiento 5.0

La película tiene grandes problemas de ritmo en su segunda mitad, que llevan a multitud de altibajos. Se cree más divertida y entretenida de lo que realmente es.

Montaje / Innovación técnica 5.0

El montaje de escenas cómicas tiene cierto desparpajo, sobre todo en ese inicio en el campamento de las Juventudes Hitlerianas. El problema viene cuando la acción pasa al interior de la casa y el drama adquiere importancia.