
En los tiempos en que yo era estudiante no se enseñaba historia argentina. Se enseñaba otra cosa: un relato donde los valores eran aquellos aceptados por los imperialismos. El pueblo no existía y cuando no había más remedio que admitirlo como una realidad era tratado de chusma, montonero y mazorca. Los únicos valores auténticos eran los valores militares: San Martín, Belgrano, Güemes. Más tarde, siendo yo profesor de historia, traté de poner el acento en lo popular, prestigiando a los grandes caudillos que supieron defender la soberanía de la Argentina y luchar por la liberación económica. Eso me costó muchos disgustos pero con un grupo de compañeros seguimos la lucha. Creo que hoy en día la historia debe ponerse de pie dando valor a lo auténticamente argentino, que necesariamente tiene que ser lo popular. La reivindicación que se acaba de hacer a Juan Manuel de Rosas, de Facundo Quiroga y del Chacho me demuestra que la Argentina está encontrando su conciencia nacional.
