"La juventud es una enfermedad que se cura con los años" dicen los que presumen saber más que nadie. En épocas de crisis sociales e identitarias como la actual, la desunión se convierte en la norma y donde antes había profesores y alumnos ahora sólo quedan enemigos. Porque la culpa de que toda una generación de jóvenes preparados estemos sin trabajo, parece ser únicamente de nosotros. Y aquellos que nos invitaron a estudiar, investigar y responder con argumentos ahora rehúsan de nuestra valentía.
Dicen estos expertos en vivir que nos falta mucho por aprender y que si ellos están aquí desde antes, qué carajo importa nuestra opinión. Por delante nos ofrecen únicamente la posibilidad de acompañarlos en el camino que ellos saben cómo construir, aunque en el pasado se equivocasen y mucho en la dirección. Y ese es uno de los grandes problemas, la juventud nos convierte en inútiles a sus ojos y donde ellos fallaron les resulta imposible creer que juntos alcanzaremos el éxito. Y de aquellos mimbres esta España.
¿Se imaginan a una joven treintañera revisando con datos la historia, incluso de aquellos que la vivieron en directo? Pues ocurre poco si tenemos en cuenta los errores pasados de los que todos bebemos ahora.
No he identificado aún ese límite de edad en el que las personas dejan de soñar con vivir en un mundo mejor, sobre todo porque hay algunos que no se rinden nunca. Pero demasiados identifican sus derrotas con el hecho de que eran jóvenes idealistas y no tienen en cuenta que cuando fallaron decidieron rendirse, y los años simplemente vinieron. Por supuesto que de la vida sólo se aprende viviendo, pero también tenemos derecho a equivocarnos y a intentar colocarnos de nuevo en pie. Incluso tenemos derecho a acomodarnos como lo hicieron esos que ahora cargan contra nosotros.
Porque ellos un día también soñaron con cambiarlo todo y si luego les fue imposible a mí poco me importa, porque yo sigo pensando que sí se puede. Ellos un día también planearon derribar los muros y si más tarde chocaron contra las piedras me da igual, porque nosotros tenemos mejores armas. Ellos un día también rechazaron a sus mayores que les invitaban a callarse y si con el tiempo les dieron la razón, se la pueden meter por donde les quepa porque nosotros lo conseguiremos.
Mi madre y mi padre fueron capaces de cultivar dos hijos con paciencia, pocos recursos y trabajo diario. Nos dieron miles de oportunidades que ellos nunca tuvieron, pero sobre todo el acceso a la educación y la posibilidad de equivocarnos muchas veces con su apoyo y sabiduría. Si alguien piensa que todo ese esfuerzo va a quedar en vano, probablemente no conozca a esos jóvenes que nos levantamos cada día soñando en construir algo mejor para todos. Así que el mensaje es claro, estamos aquí y somos jóvenes aunque os joda.