Revista América Latina

Jóvenes buscan comunión entre arte y público

Por Isa @ISA_Universidad
  • ipscuba

Jóvenes buscan comunión entre arte y público

La Oncena Bienal de La Habana está dedica a las prácticas artísticas y los imaginarios sociales Jorge Luis Baños – IPS

Una muestra colectiva de la Oncena Bienal que buscó promover la participación en el proceso artístico.

La Habana, 13 jun .- La exposición Creaciones compartidas, una de los diez proyectos colectivos abiertos durante la 11na Bienal de La Habana se estructura partir de la reunión de piezas en las que el espectador funge como cocreador de la obra de arte.

Por su carácter experimental y el promedio de edad de los autores, esta muestra fue calificada por la crítica como una de las propuestas más jóvenes y audaces de la Bienal, que se extendió del 11 de mayo al 11 de junio.

Según sus curadores José Manuel Noceda y Rewell Altunaga, el objetivo fundamental de Creaciones compartidas es provocar al público para que participe del proceso artístico y se relacione de una manera más activa con el arte, una vía para reconocer también la importancia de su papel activo en la sociedad.

Al proponer que las fronteras entre sujeto y objeto se vuelvan cada vez más flexibles, la exhibición que acogió el Pabellón Cuba en La Rampa capitalina, quedó inscrita dentro de las tendencias más contemporáneas del arte, un rasgo acentuado por el empleo de las tecnologías digitales en la mayoría de las piezas.

Un ejemplo que contiene algunas de las características que se entienden como factores comunes de esta exposición fue la obra “ADN”, del Colectivo Quintatapa. Este grupo de artistas de República Dominicana ubicó en un cubículo oscuro tres pantallas donde aparecían personajes explicando por qué no debe consumirse goma de mascar, en tanto los espectadores la usaban para pegarla sobre las imágenes y redimensionar los mensajes que recibían.

De manera similar, el cubano Mauricio Abad concibió su proyecto “Calle”. El joven utilizó una video instalación para reconfigurar un espacio aparentemente vacío y silencioso con la ayuda del público. El artista pretende que las personas emitan sonidos para que “la vida se llene de color”, una metáfora que le sirve para poner en pantalla una serie de historias personales recogidas en la calle.

La pieza “Vértigo”, del equipo alemán Haubitz-Zoche, propuso un cambio radical en la manera con que las personas miran el mundo cotidianamente. El público debía entrar a una casa invertida que se encuentra en el centro del recinto expositivo y observar una proyección donde los personajes aparecen completamente de cabeza.

Sobre la posición del sujeto en el mundo discursó también la obra “Cuerpo hay ahí”, de la chilena Nury González, al disponer de nueve espejos con textos adhesivos que colocan a los sujetos ante su propio “yo” para que comprendan que existe materia allí donde haya percepción.

En diálogo más evidente con los escenarios culturales de la contemporaneidad, el haitiano Maksaens Denis se valió del soporte audiovisual para referirse a la intromisión extranjera en su país y, paralelamente, cuestionar el rol de la televisión y los medios masivos en la educación de los sujetos. Mientras, Cuco Suárez, Susana Pilar Delahante y Aluán Argüelles, criticaron los dispositivos de vigilancia y control que trasgreden los límites de la privacidad y disparan la paranoia a nivel social.

En tanto, la brasileña Lia Chaia dispuso una serie de sandalias que invitaban a compartir caminos y a ubicarse en el lugar del otro al cambiar de zapatos varias veces.

El elemento lúdico completó el sentido de la pieza “Encuentro irregular, dimensión del campo”, del cubanoamericano Tony Labat, una mesa de billar con la forma de la isla de Cuba, donde las bolas son impulsadas de un extremo a otro. (2012).


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