Yo no sé quién inventó ni a qué se refería exactamente la conocida frase "a lo Boca" para referirse, según algunos, a cierta característica de lucha y sacrificio que solían tener los equipos que supuestamente marcaron la identidad futbolística del club xeneize. El tiempo deformó, con ayudines, ese sentido de "a lo Boca" y hay quienes sostienen equivocadamente en la actualidad que la frase denota el mal juego, tal y como asevera débilmente doña Horace, cuando en realidad, según algunos, señala valores que cualquier deportista necesita para sublimarse: el coraje, la fuerza de espíritu, el no rendirse ni aún vencido. El mismo "a lo Boca" podría decir River, Racing, San Lorenzo, Ferro Carril Oeste, y el Itagüí Ditaires, siempre que forjaran un equipo con valores similares a los que se le adjudicaron arbitrariamente al querido club argentino: Boca Juniors.
La identidad de un equipo de fútbol no tiene origen exclusivo en los campeones, la mayoría de los equipos que jugaron "a lo Boca", lógicamente, perdieron. Salvo que algún manipulador de estadísticas decidiera en un acto de heroísmo intelectual atribuir "a lo Boca" solamente a los equipos que ganaron campeonatos, en cuyo caso, será una gran mentira. De hecho, en ese sentido, el orgullo xeneize alguna vez, cuando todos sabían o creían saber lo que era "a lo Boca", consistió también en tener la posibilidad de afirmar con pecho inflado y frente en alto: Perdimos, pero a lo Boca. Lo que significa: Sí, perdimos, nos dieron un baile bárbaro, son mejores que nosotros, pero no traicionamos nuestra identidad.
Si la identidad surge exclusivamente del éxito, habrá que aceptar que los equipos de Boca que en la historia no han ganado son traidores de la identidad.
Si la identidad surge de la repetición de una circunstancia, entonces "a lo Boca" atribuido exclusivamente a los equipos que ganaron, es mentira puesto que a lo largo de la historia Boca ha perdido más de lo que ha ganado.
Algunos manipuladores de estadísticas van más lejos y pretenden atribuirle "a lo Boca" solamente a los equipos que ganaron como a ellos les conviene. Entonces, el equipo de Basile y de Marzolini, por poner dos ejemplos, no ganaron "a lo Boca". Esta visión es, al menos, más noble ya que no evalúa exclusivamente el éxito sino el berretín personal.
Por otra parte, si la identidad de Boca fuese patear para arriba y todos aceptáramos como niños buenos esa verdad absoluta, le haríamos un gran daño a Boca y al fútbol argentino estancándonos en el error con el único objeto de sostener una identidad, sería un atentado al aprendizaje, al crecimiento, a la lucha, al coraje, al no rendirse ni aún vencido.
Lo cierto es que cualquier humareda informe beneficia al manipulador. "A lo Boca" es tan flexible, que podría usarse como los globos de los magos para darle forma tanto a un elefante como a una jirafa. Lo han usado tanto para señalar que Boca debe salir a atacar en todas las canchas como para adjudicarle sentido a los absurdos pelotazos que patean algunos defensores a la tribuna, también se lo adjudicaron a la presión de Bianchi, a la espera en 3/4 de Lorenzo, y al ida y vuelta de Tabárez. Tironean tanto de Boca, que a kilómetros de distancia se siente el pestilente aliento a falsedad, porque no quieren saber la verdad, quieren tener razón a cualquier precio, no buscan la identidad de nada, pretenden forzarla. Citando al cantante de El Reloj, que ahora no recuerdo el nombre, y a riesgo de vanalizar una frase que tiene otras connotaciones más importantes que un simple club de fútbol: Son "raptores de la identidad". Cuidado con eso.
Habrá llegado el momento de discutirlo en ayunas de prejuicios y de sesgos de confirmación. Con una mano en el alma y sin tragarse los sapos mediáticos. Y cuando por fin tuviéramos la certeza de cuál es el ADN de Boca Juniors, entonces sí, todos aceptaremos, aunque no nos gustara, el azul y amarillo "a lo Boca" con respetos de cualquier color.
Dedico esta humilde y tal vez equivocada entrada a mis amigos hinchas de Boca, Fede y el ruso, que no discriminan ni insultan ni censuran a quienes están en desacuerdo con sus opiniones. Y al gran Juan Román Riquelme, quien no se conforma con cómo juega el campeón porque, en este cementerio, es de los pocos que está vivo.