Revista Cultura y Ocio

Julio César y su gestión directiva ( 3 min.).

Publicado el 13 agosto 2013 por Jblor8
Julio César y su gestión directiva ( 3 min.).porJuan B. Lorenzo de Membiela

Es considerado junto a Alejandro Magno, Napoleón, los almirantes Juan J. Navarro y Blas de Lezo (o « Mediohombre ») uno de los grandes estrategas de la historia. La forma de tratar a sus tropas y su mismo comportamiento antes, durante y después de la batalla. El modo en cómo abordar al enemigo y administrar su victoria, su poética, su política…Detalles todos que surcan un carácter propio, opuesto al convencionalismoy, sobretodo, muy actual, porque quienes rompen inercias mantienen su vigencia más allá de los fugaces presentes. Los soldados se ofrecían a seguirle gratuitamente y optaban inmolarse antes que deshonrar su ejército. Sin duda, líder en esencia, que hoy asombra porque vivimos épocas de antihéroes, de referentes estereotipados, dominante una mediocridad silente que desprecia el esfuerzoy la superación del hombre. El lector debe pensar en estos hechos, documentados por Silio Itálico, Lucano y Suetonio ( Montaigne, 2008)[1], para extraer lo más provechoso. Son retazos insuficientes ante la magnitud de este personaje, pero sobran para percibir su genialidad.A. INTELIGENCIA EMOCIONAL. Ante rumores entre los soldados sobre el potencial del enemigo, Cesar, más que negarlos, los aumentaba, declarando un número muy superior al verdadero. Esta actitud responde a lo que aconsejaba Ciro según Jenofonte, pues no se siente uno tan engañado al hallar realmente a los enemigos más débiles que lo esperado.B. DIRECCIÓN FLEXIBLE. Solamente interesaba de sus soldados a que obedecieran. No exigía más virtud que el valor y no castigaba más faltas que el motín y la desobediencia. Sus castigos eran ejemplares. Trataba a la tropa más con autoridad y audacia que con dulzura. Tras las victorias permitía toda licencia dispensando, por algún tiempo, la disciplina militar. C. MOTIVACIÓN. Gustaba que sus soldados fueran ricamente adornados, con atavíos de oro y plata con el fin de que aumentara la diligencia en su cuidado y, de este modo, incitaba su ferocidad en el combate.Tenía en gran consideración a su tropa. En una ocasión, cuando atravesó el Rhin para llegar a Alemania, estimó que era indigno que su ejército cruzara en barcas, mandando construir un puente para que pisaran tierra firme, construcción que era supervisada directamente por él.Nunca desplazaba a sus guerreros a otro lugar que no hubiera sido por él reconocido.Glosó Lucano:« En las aguas del Rin, Cesar, era mi general, aquí es mi cómplice; a quienes mancha,los iguala en el crimen» .
D. JERARQUÍA HORIZONTAL. Cuando hablaba con sus soldados los llamaba « compañeros», en un gesto de camarería y hermandad.

E. COMUNICACIÓN. Antes del combate exhortaba a sus tropas. Los historiadores coinciden en ensalzar esa costumbre por la que alcanzó grandes victorias. Como gran orador y estratega sabia emplear la magia de las palabras en momentos decisivos.

Cuando el combate era inminente solamente declaraba que no tuvieran miedo y que aguantaran con osadía el empuje de los adversarios. Se engalanaba con rico atuendo antes de la contienda, vistiendo ropajes de llamativo color. Siempre se ubicaba al frente de sus tropas.

F. RESPONSABILIDAD. En la batalla contra los Tournay corrió al encuentro de sus enemigos, sin protección alguna, al ver que la cabeza de su ejército se descomponía, lo que sucedió en varias ocasiones.

Marchaba siempre a la cabeza de la tropa y a menudo a pie, hiciese sol, hiciese lluvia. Ello fue glosado por Silio Itálico de este modo:« Entonces, con la cabeza descubierta,Recibía las lluvias inclementes y las cataratas del cielo ».G. Delegación. No supervisaba a sus capitanes. Informaba sus órdenes solamente cuando debían ejecutarse.

H. TÁCTICA. Sus mandatos eran modificados a su libre criterio. Si acordaba acampar en un sitio determinado, llegado al mismo, seguía su camino por largo tiempo más, sobre todo cuando el clima era desfavorable o lluvioso.

Y en definitiva, como versó Claudiano: No hay mayor victoria que la que somete al enemigo reconociéndolo él a juicio propio.



[1]Montaigne, M. de, ( 2008) , Ensayos Completos, Cátedra: Madrid.

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