Revista Cultura y Ocio

Kerouac, las bebidas espirituosas & me

Publicado el 22 junio 2015 por Paula Lucas @letrasconlasopa
Uno relee los libros que le gustan. ¿Sí? ¿No? ¿Puede? ¿Quizás? Sí. Claro. Obvio. Es algo perfectamente ordinario y normal. Pues bien, la cosa es que yo también releo los que no me gustan. ¿Que por qué?
Kerouac, las bebidas espirituosas & me
Pues ni pajolera idea de cómo se interconecta mi cerebro para decir: "Este libro me pareció infumable y hubiese preferido unas vacaciones en una cámara de tortura china. ¡Lo leeré de nuevo! ¡It sounds fun!"
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Pues bien, resulta que... - Un momento, voy a ponerme un yelmo que tengo justo por aquí tirado de la justa en la que participé el otro día para protegerme de los tomates que algunos me lanzarán por decir lo que voy a decir - ... uno de esos libros fue "En el camino" de Kerouac.
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Sip. De verdad. No me gustó nadita. Yo lo intenté, pero no hubo manera.
Mi interés por el susodicho Jack comenzó un jueves noche cuando todavía era una pipiola universitaria, es decir, cuando los dinosarios todavían poblaban la faz de la Tierra. Una chica de cuyo nombre no soy capaz de acordarme y a efectos de esta narración la llamaré Ángela, porque tenía cara de Ángela,  dijo que lo único que quería era un vaso de whiskey y hablar hasta que amaneciera de "En el camino", de Kerouac y de lo mucho que aquel libro había significado para ella. Y yo, que de aquella todavía no estaba versada en literatura contemporánea, me quedé en plan "Buah. Ese tal Keroac debe de ser la ostia... Igual eso es todo lo que yo quiero en esta vida y yo aquí con estos pelos. He de investigar al respecto".
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Y así fue como al día siguiente, sin resaca y fresca como una lechuga (ventajas de tener veinte), me levanté resuelta a poner un poco de Kerouac en mi vida y en dos minutos me planté en la librería. Fuera exageraciones. Vivía a dos minutos de la librería. Eso y que tuviera calefacción para no convertirme en Elsa de Arendelle en invierno eran requisitos imprescindibles para firmar el contrato de alquiler, pero eso no viene al caso. Prosigamos que me voy por las ramas y querréis llegar a cenar a casa... Pues bien, llegué a la librería y entre el dilema de leerlo en español o en inglés, primó la portada más bonita de los dos y el del idioma de Shakespeare se vino with me.
Ya en casa, me tiré en el sofá y me puse a leer como si me fuera la vida en ello sintiendo que lo de la noche pasada había sido una epifanía en toda regla y que estaba a punto de vivir una experiencia religiosa junto a Jack Kerouac y a Dean Moriarty en su viaje por los USA. Let's get this party started.
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Y la vida se me fue... pero en llegar al final del libro. Jesusitodemivida. Qué tedio. ¿Eso era todo? ¿En serio? Muy poca chicha había allí. Que si bajaban, que si subían, que si iban para un lado de los Estados Unidos, que si llegaban a San Francisco... Apuf.
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Entre medias, también hay que mencionar, que había probado por primera vez el whiskey, y el resultado no fue muy satisfactorio, que digamos. Seguía siendo una chica Beefeater y de la ecuación, por tanto, habría que eliminar la mencionada bebida espirituosa. Visto lo visto, todo apuntaba a que a Jack también. Aunque yo me negaba a admitir tal cosa. No. Jamás. Que no me gustase un libro tan mundialmente adorado no puede ser culpa de Keroac. Esto es cosa mía. Lo habré leído mal. Fijo, fijo.
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O bien 1. No era el momento apropiado para leerlo o 2. Justo antes de leerlo me olvidé de todo el inglés que puebla mi cerebro y no entendí ni papa del libro. Marco la casilla de la opción 2. Resuelvo leerlo en español. Es un idioma que controlo de una forma más o menos aceptable y suficiente, y con el que puedo defenderme mínimamente bien. Esta vez me gustará. Lo sé. Lo presiento. I feel it in my fingers, I feel it in my toes... You go, girl! Allá vamos. ¡Ataca!
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Un mes después le volví a hincar el diente. Esta vez en el idioma de Miguelito de Cervantes, y proferí un indiferente "ajá" al llegar al final. Ya no podía ser problema de que no lo hubiese entendido bien. Algo fallaba. Se suponía que tenía que darme unas ganas locas de coger una mochila, hacer autoestop y recorrerme el país a ritmo de jazz (aunque quizás para recorrerme España adelante, Camela sería un poco más apropiado) y bajar las ventanillas a toda velocidad y dejar volar mi melena al viento. Pero nada. Yo seguía muy cómoda en el sofá sin intención de moverme hasta que tuviese un hambre voraz y no me quedara otra.
Ya sólo quedaba una posible explicación. ¿Qué no me gustase? Naaaaah. Eso estaba totalmente descartado. No lo había leído en el momento adecuado. ESO ERA. Por eso no me había gustado. Claaaaaaaaro. Y todo cobró sentido en ese momento.
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Ya sólo quedaba esperar a que ese momento apareciera. Será entonces cuando disfrutaré como se merece. SÍ, SEÑOR.
Y el momento llegó. El momento en el que necesitaba darle un poco de emoción a mi existencia, aunque fuera meramente literaria, y encontrar un poco de perspectiva donde fuera. Era la hora de la verdad. Bien, Jack. Tú y yo. Fuera. Ahora. Round 3. Esta vez nos vamos a gustar sí o sí.
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Pues resulta que no. ¿Quién lo iba a decir? Seguía sin sentir eso que tenía que hacerme sentir. Estaré muerta por dentro, oye.
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Aunque, a día de hoy, me complace anunciaros que Jack y yo hemos limado nuestras asperezas gracias a "And the hippos were boiled in their tanks" y si nos vemos por la calle nos saludamos cordialmente. Sin más. Como meros conocidos.

Kerouac, las bebidas espirituosas & me

Holi, Jack. Mi amor por ti es tan falso como mi sonrisa.

Y entre una cosa y otra, puedo afirmar que, con la tontería, me he leído "En el camino" tres veces. ¡Tres! Más de lo que puedo decir que me leí algunos de mis libros favoritos. Superado sólo por "Romeo y Julieta" y empatado con "El guardián entre el centeno".

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