En La Habana conocí a Ketty mientras paseaba por aquí.
Joyería Francesa
Ella pinta platos para turistas. Yo le compré uno y me hizo un descuento muy bueno, ya no tenía mucho dinero. "Además de pintar, escribo", me dijo. Entonces alguno le propuso al otro un trato "tú me publicas en tu país, yo te publico en el mío". Seguramente fue ella, porque es algo muy cubano esto del trueque.Hemingway en Floridita
Me dijo que un buen tipo arriesgó su plata por publicar a Hemingway y que el negocio le funcionó, aunque podía haberse ido todo a la quiebra. Ese es el espíritu, en especial si uno no arriesga ninguna plata.Hoy presentamos a Ketty Blanco Zaldívar en El Café de Nadie.
Muñecas
por Ketty Blanco Zaldívar
La niña entra corriendo al cuarto. Agarra por los pelos a su muñeca preferida y le da una mordida en la cara. Sosteniéndola con rabia por el cuello, comienza a arrancar uno tras otro los botones de la pequeña bata. El rostro de la niña se ha transfigurado. El entrecejo fruncido la hace ver terrible y graciosa. Golpea la muñeca contra el piso. Desprende un brazo, el otro, las piernas. Pero su furia apenas se apacigua. Respirando con dificultad, vuelve a clavar los dientes en la cabeza magullada del juguete, mientras un gruñido intenta salir de su boca. La madre irrumpe en la habitación. El cinto cuelga del hombro. La niña la mira, contiene el grito. No hay lágrimas. Sin embargo, sus ojos reflejan una oscura angustia y sus dientecitos se adentran un poco más en la goma.