Revista Bares y Restaurantes
Parto de mi completa ignorancia sobre la cocina japonesa, ya que haber visitado cuatro restaurantes japos, saber manejar los palillos más mal que bien y distinguir un maki de un nigiri y este de un uramaki, llegando incluso a saber que es un gunkan, no doctora a nadie. No me pidáis mucho más y esto no es la primera vez que lo digo. También sé que la buena comida japonesa no es barata. Pero, ¿por qué? Los costes que tiene, calidad y frescura de los ingredientes, la mano de obra artesanal y la capacitación del “sushiman”, hace que el precio final se eleve bastante. Que el sushi esté de moda también es un plus.Así que una vez puesta la venda, paso a realizar la crónica de la comida que disfrutamos en el restaurante gastro sushi Kokoro. Un nombre polisémico nipón que se podría traducir como corazón, o en un sentido más metafórico, alma o sensibilidad. Kokoro es también en un sentido más literal, el nombre de la novela centenaria de Natsume Soseki que narra la historia de la amistad entre dos anónimos personajes, un joven estudiante y su anciano maestro. Pero volviendo a lo gastronómico, mientras esperamos a los menos puntuales, nos entretenemos con una caña de cerveza Kirin, japonesa, como debe ser, acompañada de un aperitivo, mejillón especiado sobre unos chips de zanahoria. Contemplando la decoración del local, entiendo tanto de decoración como de cocina japonesa, me decantaría por describir su decoración como algo ecléctica, donde sobresale una estridente alacena amarillo chillón y un árbol de hoja perenne pintado en la pared. ¿Feng Shui? Sin más tiempo para meterme en berenjenales, llegan los que faltaban y vuelvo a centrarme la carta. Para no complicarnos, además de dejarnos asesorar, pedimos directamente una bandeja de veinte piezas de sushi, siendo la elección de estas, cosa del “sushiman”. Como el sushi tardará, no olvidemos que se debe hacer sobre la marcha y bajo pedido, por sugerencia de la casa comenzamos con otros entrantes como el Tartar de atún con recuerdo murciano. Un tartar imperfectamente cortado, como ha de ser, en el que los sabores orientales pierden protagonismo en una fusión mediterránea al introducir la crema de huevo, el sorbete de tomate y sobre todo un puré de oliva que marca mucho la personalidad de este plato. Un entrante que me recuerda bastante al tartar de sorbete murciano que probamos en La Fresca de Cabo de Palos hace unos cuantos años. ¿Casualidad? Seguimos con un muy bien presentado Tataki de atún, crema de aguacate, salsa Kokoro y Kizami Wasabi, un wasabi fresco picado y marinado en salsa de soja que le da un sutil toque picante.Ya habíamos terminado con las cervezas y pasamos al vino, Chan de Rosas, un Albariño recomendación del servicio. Comenzamos con los entrantes calientes, antes de pasar al sushi, el primero son las vieiras picantes. -¡Maravillosas!- También muy recomendadas por la camarera e imprescindibles para quien vaya a comer a Kokoro. Lo mejor sin duda de la comida. Rompiendo el protocolo del buen amante de la comida japonesa, se nos ocurrió pedir un poco de pan. Muy simpática, pero tajante, la camarera contestó que esto es un japo y en los japos no hay pan. Así que, con lágrimas en los ojos vimos cómo se llevaban la fuente vacía de las vieras sin que pudiéramos haber mojado ni una miguica de pan. -¡Porca Miseria¡-. Pero les diré a los puristas que en los japos tampoco pega el vino de Galicia y bien que nos lo bebimos, aunque no repetimos y nos fuimos a Ourense a probar el Bolo de Valdeorras. La tabla de sushi estaba formada por maki vegetal tempurizado, por uramaki, el de atún picante muy bueno y cuatro niguiride pez mantequilla flambeados con esencia de trufa blanca y huevas de salmón que nos gustaron mucho. Desde mi lego conocimiento, muy buena calidad. Como nos quedamos cortos, también pedimos el niguiriToro Kokoro (flambeado con fie y px). Dejamos para otra ocasión la tempura y pedimos el Tori Karaage, un pollo marinado que esta delicioso y para darle al Cesar lo que es del Cesar, a un precio muy interesante. Demasiado. Yo hubiera cerrado con las mini burguer de ternera acompañada de un original queso wasabifundido, pero no nos resistimos a probar la brocheta Yakitori de pollo (tuvieron el detalle de poner ración y media) y el que para mí fue el plato más flojo, la Yakisobade gambas. El arroz frito, las gyozasy los Gua Bao los dejamos para la próxima visita. El ceviche tendrá que esperar más.
Llegamos a los postres, desganados, pero sin querer renunciar a ellos. Probamos el brownie rebozado en Té Matcha y una tarta de queso wasabi, aquí no se nota tanto el wasabi. No nos ofrecieron, no debía quedar, ni los mochis, ni el tiramisú de té. Finalizamos la comida como no podía ser de otra manera, tomando un café, hubiera sido más típico realizar el ritual del té, y bebiendo sake de arroz servido en su Tokkuri y su Ochoko, como manda la tradición, brindando al grito de Kanpai, pero sin respetar el ceremonial de servicio. El precio rondó los 46 euros, con lo que volviendo al inicio de esta crónica planteo de nuevo la misma pregunta: ¿por qué es cara la comida de los restaurantes japoneses? La respuesta creo que está clara, la calidad de los productos al que habría que añadir en este caso la cantidad. Lo mejor, las vieiras, los niguiri y el servicio atento y por agradar de los camareros. Aún nos queda cerrar el circuito de los japoneses, para doctorarnos, con Kome y Enso, pero independientemente de esto, volveremos, no todos los meses, y evidentemente recomendamos Kokoro como referente para comer buen sushi.
Kokoro Gastro Sushi.Av/ Libertad 6. Bloq 5 - MurciaTeléfono 868077000.www.kokorogastrosushi.com