De nombre impronunciable, Kolokizokeftedes, pero sabor perdurable, estas simples croquetas de calabacín y queso feta aderezadas con perejil, eneldo y menta son de esas recetas que no pueden faltar en tu cocina.
El viaje por Grecia nos ha proporcionado muy buenos momentos. Cuando se está de viaje, siempre se está bien, por supuesto. Todos los destinos que buscamos tienen una parte de cultura, otra de ocio y mucha de gastronomía y el país heleno no nos defraudó en este sentido (ni en ningún otro).
Pasamos tres días en Atenas, capital ciudad más grande del país, donde nos perdimos entre sus ruinas, sus bulliciosas calles y sus numerosos puestos de comida. Después hicimos un crucero de ocho días por algunos puntos importantes de su geografía. Visitamos Olimpia, la ciudad de los dioses y donde se empezaron las primeras celebraciones de los juegos olímpicos antiguos. Nos dimos un baño en el Mar Jónico. Nos alejamos un poco para pasar a Montenegro y visitar una bonita ciudad medieval, Kotor, a orillas del Adriático. Perdimos el destino estrella por causa del fuerte viento que azotaba aquella mañana el mar y por lo tanto, tuvimos que volver a ansiar viajar a Mykonos en otra ocasión. Disfrutamos de la isla de Rodas con sus magnificas calles laberínticas y su fantástico puerto de Mandraki, donde un día- según cuenta la leyenda- estuvo el Coloso de Rodas. Nos dejamos mimar por las cristalinas aguas del Mar Egeo. Y por último, visitamos una última isla llamada Khios, conocida por fabricar la mastika, una resina natural que sale de un arbusto y con la que elaboran desde licores hasta cremas.
Son muchas las recetas que podría ir incorporando al blog en relación a este viaje, pero empezaremos por algo sencillo y, en la misma proporción, delicioso.
Estas croquetas son una receta básica e imprescindible de la cultura helena. Son fáciles, están buenísimas y sirve para aquellos que no quieren comer verduras (entre ellos, los adultos 🙂 ). Ponte manos a la obra, no te arrepentirás de esta receta vegetariana fácil, rápida y deliciosa.
- 1/2 kg. de calabacines
- 1/2 cebolla pequeña muy picada
- 1 huevo
- 100 g. de queso feta desmenuzado
- 1 diente de ajo picadito
- Perejil (un puñadito cortado)
- Menta (un puñadito cortado)
- Eneldo (un puñadito cortado)
- 100 g. de pan rallado
- Sal y pimienta al gusto
- Harina para rebozar
- Aceite de oliva para freír las croquetas
Ralla los calabacines con la piel. Mi truco para que queden bien hechos, es hervirlos 3 minutos, sin pasarnos de cocción. Pon agua a hervir, cuando esté en ebullición, echa los calabacines y deja que se ablanden justo lo necesario para no encontrártelos crudos cuando muerdas las croquetas. La receta original no los hierve, pero a mi me gustan más de esta manera.
Escurre en un colador hasta que se enfríen. Aplástalos, si es necesario, para que drene todo el agua.
Una vez fríos los calabacines, añádelos junto con el resto de ingredientes en un bol y mézclalos todos hasta conseguir una pasta homogénea. Mete la masa en el frigorífico para que se integren los sabores durante al menos una hora.
Una vez fría, la masa será muy fácil de manejar. Haz bolas del mismo tamaño y pásalas por harina. Fríe en abundante aceite de oliva hasta que queden doradas.
Sirve inmediatamente.
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